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jueves, 20 de octubre de 2022

El mundo indígena - Los intentos de resistencia

Mientras se mantenía la resistencia inca en Vilcabamba, en los años 1560, en los confines de los territorios conquistados por la Corona en el Perú surgieron otros focos de resistencia al régimen. Se trata de las “acciones conspirativas” en el valle de Jauja vinculadas, según el gobernador Lope de Castro, con el foco rebelde incaico. Por otro lado, al sur de Charcas, en la provincia de Tucumán, en el territorio de diaguitas y juries, a principios del año 1563, el curaca superior de los diaguitas, Juan Calchaquí, cercó y destruyó un puesto de avanzada española denominado Espíritu Santo.

La rebelión se extendió por todo el territorio sureño, puesto que Calchaquí logró organizar una confederación militar cuyos integrantes llegaron ser los guerreros de varios grupos étnicos. Calchaquí intentó levantar a los curacas de los Charcas contra los españoles, pero su intentó fracasó. Según las autoridades de la audiencia, logró establecer contactos con los chiriguanos quienes, intensificaron sus ataques contra las tropas de Manso y Chaves en 1564 (Schramm, 2012). Es posible, de acuerdo a este autor, que la alianza entre Calchaquí y los chiriguanos impidió que curacas de la antigua confederación de los charcas que “tradicionalmente eran enemigos de los chiriguanos” se unieran a los rebeldes; éstos recién fueron derrotados en 1566 por las tropas enviadas por la Audiencia de La Plata encabezadas por Martín de Almendras.

Schramm califica la resistencia de Mancu Capac en Vilcabamba o del cacique Calchaquí en Tucumán como “el peligro desde las periferias”. Añade que se lo puede explicar con la menor presencia ahí del aparato colonial de control y de represión, pero también desde el punto de vista de los conceptos andinos como pachakuti que refleja la experiencia histórica. Pachakuti pudo haber causado una acción política con la que se esperaba, desde la periferia, llegar hasta el centro y, de acuerdo a los conceptos andinos, la periferia por excelencia era el Antisuyu de la pendiente amazónica, que ya durante el Tawantinsuyu se había opuesto consecutivamente a cualquier intento de civilización (Schramm, 2012: 280).

Por otro lado, Oliveto (2010: 58) opina que la presunta alianza de los chiriguanos con Calchaquí produjo temor acerca de un posible avance chiriguano hasta Potosí y “las referencias sobre ellos pasan de ser meramente geográficas a abiertamente condenatorias”, lo que se puede interpretar como la preparación de un programa de expansión colonizadora sobre la frontera. En base a esta idea se organizó el proyecto colonizador, aún cuando paralelamente se sostuvieron relaciones de intercambio de diversa índole y frecuencia con estos mismos grupos indígenas. En el marco de este proyecto, los españoles se arrogaron el derecho de nombrar y asignar roles -enemigos o amigos- y modos de ser -salvajes o civilizados, infieles o fieles, indómitos o dócilesa los indígenas (Oliveto, 2010: 58).

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