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domingo, 9 de octubre de 2022

El mundo indígena - La política tributaria después de la conquista

El rápido enriquecimiento de los encomenderos en la etapa de apogeo de las encomiendas se produjo gracias al cobro del tributo en especies y al servicio personal de los indígenas. La población indígena, como vasalla del Rey, tenía la obligación de pagar una cuota o tasa (en bienes, servicio o más tarde en dinero) de cada repartimiento.

En el siglo XVI se vislumbran tres etapas en la política tributaria. Hasta 1548, el tributo se cobraba en forma desordenada, sin tasación, por medio de la coacción y la negociación del monto tributario con los señores étnicos. A partir de la visita ordenada por el presidente La Gasca en 1550 para lograr la cuantificación del tributo, se aplicó una tasación general a la renta de la encomienda. En esta oportunidad, se efectuaron varias retasas y conmutaciones tributarias que permitieron de alguna manera controlar el poder de los encomenderos. Esta etapa duró hasta 1575, cuando el virrey Toledo generalizó la monetarización del tributo.

Durante la primera etapa, los españoles que habían participado en las guerras de conquista y luego en las guerras civiles recibieron de la población nativa la tributación en especie y parcialmente en dinero. El problema de la tasación de los tributos preocupaba a los partidarios de Bartolomé de Las Casas y a la propia Corona que buscaban limitar los excesos en el tema del cobro de los tributos, estableciendo un monto fijo para superar el sistema fiscal incaico. El sistema incaico contemplaba el establecimiento del monto fijo de tributo para cada grupo, pero también incluía una amplia gama de especies que no se producían necesariamente en cada repartimiento, lo que obligaba a obtener estos productos por la vía del intercambio. Otra parte de los tributos incaicos era contabilizada en servicios personales o en el trabajo, lo que variaba de un año a otro.

Algunos historiadores ven esta primera etapa como la continuación del “orden” incaico, puesto que, al igual que el Inca, cada encomendero recibía las especies de cada grupo en las encomiendas. Además, en el caso de los miembros de la confederación caracara - charcas, éstos trabajaban para sus amos como mineros, guerreros y agricultores. Así, el viaje del cacique Coysara a Chile para acompañar a Pedro de Valdivia en su expedición en 1540 fue considerado como un servicio militar a los conquistadores (Platt et al., 2006). La principal fuente de ingresos de Gonzalo Pizarro durante los cuatro años de rebelión fue su encomienda entre los caracara, encabezada por el mallku Moroco, que le permitía explotar las minas de su territorio. Asimismo, Francisco de Carvajal, maestre de campo de Gonzalo Pizarro, se apropió violentamente de la encomienda de Paria durante el tiempo que duró la rebelión en Charcas, recibiendo de la población indígena maíz, ganado, ropa y servicios en las minas, lo que le sirvió para subvencionar las guerras civiles.

Para obtener la tasa de los indígenas, era frecuente que los encomenderos recurrieran al uso de la violencia. En el testimonio del cacique principal de Songo (La Paz), Martín Coati, el testigo declara que escuchaba que su padre hablaba de un cobrador de tributos del encomendero Gabriel de Rojas quién “los hacía colgar a los dichos caciques y les hacía otras molestias y vejaciones muy grandes y les hacía buscar el dicho oro y plata” (citado en Murra, 1991: 505). El repartimiento de Songo que, junto a Suri y Oyuni, fue otorgado a Gabriel de Rojas por Francisco Pizarro, rendía tributo a los Incas en la época prehispánica.

Si se considera que se entregaba 275 cestos de coca al año al Inca, Murra concluye que la cantidad exigida por el encomendero aumentó en 880% puesto que Rojas exigía 2.700 cestos a los indígenas.

Por otro lado, los encomenderos desconocían las características específicas de la organización económica de la zona, como el control por un mismo grupo de distintos nichos ecológicos, según el sistema de complementariedades interregionales y las condiciones climáticas cambiantes. Los encomenderos deseaban recibir una variedad de productos, sin tomar en cuenta particularidades: por ejemplo, que los animales hembras, base de la reproducción de los rebaños, no formaban parte del tributo ganadero. El saqueo y la explotación de los recursos, sobre todo en los primeros años luego de las guerras civiles, con el fin de recuperar parcialmente los gastos que tuvieron, socavaron las bases de la reproducción de riqueza, recayendo sobre la población nativa.

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