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lunes, 11 de abril de 2016
Honores para Vicente Camargo, el héroe olvidado por la patria
Vicente Camargo fue uno de los más grandes héroes de la guerra de la independencia de Bolivia, pero también “un héroe olvidado”, que más allá de los honores que le rinde año tras año el pueblo que lleva su nombre por conmemorar su efeméride cívica, no fue reconocido por sus hazañas hasta ahora.
El 3 de abril se cumplió el bicentenario de su muerte y fue a los 200 años de la batalla de Arpaja de 1816, que recién se hicieron apoteósicos homenajes en Camargo y Villa Charcas con la presencia de las Fuerzas Armadas, y autoridades departamentales, pero no estuvieron las nacionales, aunque sí ese reconocimiento llegó de las organizaciones belgranianas y gauchas del norte argentino. Ninguna organización de historia del país se acordó de ese acontecimiento.
Vicente Camargo salió en 1814 de Moro Moro, hoy municipio de Ravelo, para sublevar el partido de Pilaya y Paspaya, hoy provincias de Nor y Sud Cinti, bajo el mando de José Ignacio Zárate. Su liderazgo en la lucha le llevó a ser nombrado por Manuel Ascencio Padilla Comandante de Santa Elena y La Loma, Comandante de Cinti después por el ejército argentino.
Murió el 3 de abril de 1816 en la batalla de Arpaja por el filo de la espada del comandante español Buenaventura Centeno. Fue ese acontecimiento que la comunidad y el municipio donde el héroe nacional perdió la vida quisieron conmemorar con actos emotivos, que en más de una ocasión provocaron un nudo en las gargantas de los oradores.
La comunidad de Arpaja Baja, lugar donde se encuentra el campo de batalla, por primera vez recibió la noticia de que en ese lugar había muerto Vicente Camargo junto a 700 hombres. La información la dio a conocer el director de Desarrollo Productivo de la Alcaldía de Villa Charcas, Hermindo Villalpando, en una reunión previa al acontecimiento sobre la base de la investigación histórica de Luis Alberto Guevara plasmada en el libro Revolución en los Cintis 1810 – 1820.
La reacción de la gente fue de sorpresa y de escepticismo. Por primera vez conocieron la importancia histórica de su región y escuchaban la crónica que destacaba la batalla de Arpaja, parte fundamental de la guerra de la independencia.
Convencidos, se sumaron al proyecto del alcalde de Villa Charcas, Juan Rodríguez, de rendir un fervoroso homenaje a Camargo y a los cientos y miles de héroes anónimos de la región de los Cintis, que también ofrendaron sus vidas por la libertad.
Habían transcurrido casi 200 años desde aquella batalla y no se explicaban qué había pasado con la historia del país, que no le dieron la real valía.
Eso no importó. En sus manos tenían por primera vez la oportunidad histórica de rendir honores a los héroes que pisaron esas tierras. La comunidad y el Ejecutivo Municipal asumieron el reto, pero querían hacerlo a lo grande. Para comenzar, trabajaron una ley municipal que declara al 3 de Abril, Día de la Batalla de Arpaja y Muerte de Vicente Camargo, con feriado municipal.
La iniciativa fue bien recibida por el Concejo Municipal, que desde un inicio se sumó y apuntaló todos los actos cívicos y culturales.
La batalla de Arpaja del 3 de abril de 1816
La noche del 2 de abril, a las 20:00, Buenaventura Centeno ordenó salir del campamento realista de Incahuasi rumbo a Arpaja, donde Vicente Camargo había acampado desde el 31 de marzo, según el libro Revolución en los Cintis 1810-1820.
La marcha fue sigilosa y lenta, pues un trayecto de no más de 15 kilómetros fue hecho en más de ocho horas. A las 3:30 de la madrugada del 3 de abril, los españoles se posicionaron muy cerca del campamento de Camargo en Arpaja. Hasta ahí el campamento patriota casi estaba cercado. Los realistas cubrieron sus flancos izquierdo y derecho, la vanguardia y la retaguardia. Uno de los comandantes que acompañaba a Centeno era Andrés de Santa Cruz al mando de la caballería.
A las 4:15, Centeno dispara el primer tiro que no era otra cosa que la orden de ataque. El ataque fue masivo. Más de 500 soldados españoles provistos de armas de fuego y espadas se abalanzaron contra Camargo, que tenía no más de 50 hombres de fusil, igual número de espadas; los más eran indígenas armados con palos, hondas y piedras. La fuerza patriota se aproximaba a las 700 personas.
Primero fueron los disparos, luego los sables. Los patriotas sólo atinaron a defenderse como podían, pero no hicieron daño al enemigo. El poder de las armas y la preparación militar de los españoles pudo más. Tomaron varios prisioneros entre heridos e ilesos; después los degollaron. La contienda concluyó a las 8:00. Ese fatídico día también cayeron los comandantes patriotas Victorio Aparicio, José Manuel Ramírez, Pedro Avilés y José Antonio Ferreira
Ha quedado “el cuadro más lastimero a la humanidad y el más completo y satisfactorio triunfo que han conseguido las armas del Rey”, informó Centeno en su parte de guerra al comandante general de las fuerzas realistas, Joaquín de la Pezuela.
Centeno tomó como trofeos de guerra el caballo, la espada y correspondencia de Camargo. Andrés de Santa Cruz fue el encargado de entregar el caballo a De la Pezuela. “Murió el perverso Camargo a mis propias manos a repetidos golpes de mi espada” se jactó Centeno para después confirmar que el cuerpo sin vida fue degollado para llevar como otro trofeo de guerra la cabeza del patriota Camargo a De la Pezuela que estaba en Cotagaita. No conformes con esta salvajada despedazaron su cuerpo para dejar partes del mismo en los caminos con el fin de intimidar a los patriotas.
Así fue el fin de uno de los más grandes héroes de la independencia de la corona española, que permaneció en una lucha activa durante dos años en la región de los Cintis.
Durante los tres días de conmemoración del Bicentenario de la muerte de Vicente Camargo se escucharon este y otros relatos, que emocionaron a la gente. “Cómo no quisiera volver a ser niño para escuchar estas historias”, dijo en tres oportunidades diferentes el Alcalde de Villa Charcas al hacer notar que los gloriosos acontecimientos que se dieron en la región de los Cintis, nunca se enseñaron en las escuelas y colegios.
La ruta de la guerra de la independencia en los Cintis
La rica historia de la región de los Cintis no sólo está ligada a la guerra de la independencia sino a diversos acontecimientos que se dieron en la época colonial y republicana. A esto se añade el enorme valor cultural, natural y arquitectónico que posee la región.
Los ricos vinos y singanis que se producen en el Cañón Colorado, la cuna del singani en Uruchini (San Lucas), la fiesta del Señor de Quisquira en Santa Elena (Villa Charcas), los balnearios de Villa Abecia y Las Carreras, la ruta de los dólmenes en Camargo, el sexto cañón más profundo del mundo en Culpina, el imponente templo de Incahuasi, entre otras decenas de atractivos, hacen de la región un lugar propicio para configurar una oferta turística importante.
En ese propósito, el alcalde de Villa Charcas y presidente de la Mancomunidad de Municipios de los Cintis, Juan Rodríguez, anunció un nuevo producto turístico: la ruta de la guerra de la independencia en la región de los Cintis.
Aunque todavía las fechas no están definidas, se realizará una gran marcha de caballos y jinetes por los lugares donde hubo batallas y enfrentamientos entre las fuerzas patriotas y españolas.
Rodríguez manifestó su esperanza de que todos los municipios de la región se sumen a esta iniciativa, pues cree que será una buena carta de presentación de la región al país.
La Alcaldía de Villa Charcas dispuso tres días de actos de homenaje
La conmemoración del Bicentenario de la muerte de Vicente Camargo en el campo de batalla de Arpaja fue emotiva e inolvidable, además de histórica porque en 200 años fue la primera vez que se rindió honores al héroe de la patria en el lugar de los hechos.
El 1 de abril, la delegación de organizaciones belgranianas que había llegado a Camargo a conmemorar similar acontecimiento, visitó Arpaja junto con las autoridades ediles de ese municipio.
Los discursos ofrecidos por Lidia Pardo, Lino Castro, Fabio Huanuco y Alejandro Pojasi fueron emotivos, así como el poema dedicado a Vicente Camargo por el poeta Horacio Gallo, todos ellos miembros de las organizaciones belgranianas de de Salta, Jujuy y Tucumán. Ese día también rindió tributo el Comité del Bicentenario de Camargo, el Concejo Municipal de Camargo y el historiador Benjamín Torres. Desde luego fue parte de este homenaje el alcalde de Villa Charcas, Juan Rodríguez, y el periodista e historiador Luis Alberto Guevara. El acto fue acompañado por la comunidad de Arpaja.
El 2 de abril, en el pueblo de Villa Charcas, se realizó la presentación del libro Revolución en los Cintis 1810-1820, mientras que el 3 se desarrolló el acto central en Arpaja
Importancia del movimiento de emancipación en Pilaya y Paspaya
El movimiento de emancipación en la región de los Cintis inició en 1810 con una actividad que duró hasta 1811. Hubo un paréntesis hasta 1814, cuando entró en acción Vicente Camargo hasta 1816, año de su muerte. La revolución continuó hasta 1818 con otros comandantes como Fermín Baca, Esteban Fernández, Alejo Cuiza, Vicente Martínez y sus hijos Vicente Martínez y José Martínez, los tres de Acchilla. Por un bando de la Corona que se divulgó en 1820, oficialmente el levantamiento subversivo de los patriotas en Cinti concluyó ese año.
Vicente Camargo fue un gran estratega de la lucha militar y comandante con amplia capacidad de convencimiento sobre los indígenas, criollos, mestizos y hasta españoles que querían sublevarse contra el Rey.
Luchó bajo la modalidad de batallas y no lo hizo bajo el sistema de guerrillas, pues en su ejército logró movilizar a miles de hombres. Los informes de los españoles dicen que reunió de 1.000 a 3.000 personas.
Participó de ocho grandes batallas en la región de los Cintis: Palca Grande (6 de diciembre de 1814), Santa Elena (17de diciembre de 1814), Palca Grande (6 de enero de 1815), Santa Elena (12 al 17 de febrero de 1815), Palca Grande (27 y 29 de marzo de 1815), Culpina (31 de enero de 1816), Santa Elena (26 de marzo de 1816) y Arpaja (3 de abril de 1816)
Camargo tuvo además algunas acciones de sorpresa al estilo de las guerrillas como aquel resonante triunfo en Hornos (municipio de Camargo) el 2 de febrero de 1816.
Estas acciones evitaron que las fuerzas españolas no pudieran pasar durante dos años hasta las Provincias Unidas del Río de la Plata, que a partir de 1826 pasó a llamarse Argentina, para sofocar la independencia que habían logrado a partir del 25 de mayo de 1810.
Joaquín de la Pezuela, ya en 1814, cuando Camargo hacía sus primeras incursiones en la lucha armada, consideró que este patriota “era el más fuerte entre todos los caudillos”.
Sus palabras no fueron una exageración, pues De la Pezuela, el jefe máximo de las fuerzas españolas en el Alto Perú, en dos oportunidades se encargó de su persecución posicionando su comando en Cotagaita, pueblo vecino del priorato de Pilaya y Paspaya (hoy Nor y Sud Cinti).
Quizá la frase que refleje todo el valor y coraje con el que lucharon los patriotas y que muy pocas veces se manifiestan oficialmente en una carta sean aquellas vertidas por Buenaventura Centeno tras la batalla de Santa Elena del 26 de marzo de 1816: "Aseguro a V.E. (Vuestra Excelencia) sin la menor exageración que jamás he visto despecho y energía de estos enemigos que asaltaban los fusiles como sino ofendiesen".
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