Después de la conquista del Collasuyu, prosiguieron
las entradas hacia el este y el norte de Charcas,
intentando llegar más allá de las fronteras
que los incas habían establecido en sus avanzadas
hacia las tierras bajas. Uno de los propósitos era
unir la zona andina con las tierras amazónicas y
las del Río de La Plata. La búsqueda de la mítica
tierra de El Dorado y el Gran Paitití también fue
un incentivo que llevó a los españoles a realizar
peligrosas expediciones debido a la naturaleza
de estas regiones y sus pobladores. Según la
leyenda, alimentada por los “testimonios, habladurías,
hechos reales, hechos imaginarios acerca
de Paititi”, en la confluencia de dos grandes
ríos que tenían su naciente en los Andes, existía
un territorio habitado por un pueblo civilizado
enormemente rico.
En 1557, después de la muerte de Irala,
Chaves recibió la orden de hacer una entrada
a la zona de los Xarayes (conocida hoy como
la zona del Pantanal, entre Bolivia, Paraguay y
Brasil). Algunos de los acompañantes de Chaves
regresaron a Asunción, pero él continuó su
marcha fundando la Nueva Asunción llamada
también como la primera ciudad de La Barranca
(1559) sobre el río Guapay (Arze Quiroga,
1969; Combès, 2010).
Paralelamente, alrededor de 1556, Andrés
Manso había recibido la autorización del virrey
Hurtado de Mendoza para hacer una entrada por
Tomina (hoy Chuquisaca) hacia las llanuras al sudeste
de Charcas, en la región de los chiriguanos,
entre los ríos Paraguay, Pilcomayo y Bermejo y
empezó a poblar “en Quiricota”, es decir en los
llanos de Grigotá, por el río Guapay.
Una de las características de este proceso
fueron las disputas entre los dos capitanes,
Andrés Manso y Ñuflo de Chaves por los territorios
conquistados. Como consecuencia del
el segundo viaje de Chaves a Lima en 1560 éste
obtuvo el título de “teniente general de la provincia
de Mojos”, siendo el gobernador de facto
el hijo del virrey García de Mendoza y Manrique
que jamás llegó al lugar. Las disputas entre
ambos capitanes fueron finalmente resultas por
Juan de Avellanada, enviado del virrey para
solucionar este conflicto, quedando bajo la jurisdicción
de Chaves la región de la Chiquitanía,
Mojos y Mato Grosso, y para Manso la región
del Chaco. Esta decisión fue convalidada por la
audiencia en 1562. A su vuelta, en 1561, Chaves
fundó Santa Cruz de la Sierra mientras que, ese
mismo año, Manso fundó Santo Domingo de la
Nueva Rioja a orillas del río Parapetí, o Condorillo
en la cordillera chiriguana. Poco después,
los chiriguanos atacaron la zona, destruyendo la
Nueva Rioja y matando a Andrés Manso. Chaves
mandó contingentes al lugar para reprimir a los
chiriguanos y las tierras de los llanos de Manso
quedaron bajo su mando. Asimismo, en 1564 fue
destruida la Nueva Asunción y poco después,
en 1568, Chaves murió a manos de los itatines
(Combès, 2010).
No obstante, tanto Manso como Chaves
mantenían relaciones amistosas con los chiriguanos
y “contra la voluntad de los gobernantes,
primero participó como aliado de los chiriguanos
en las expediciones en las tierras bajas, en las que
tomaban miles y miles de prisioneros-indígenas
de etnias locales” (Schramm, 2012: 264). Algunos
historiadores, sostienen que, debido a las alianzas
que mantuvieron las corrientes colonizadoras “del Paraguay” con los grupos chiriguanos y
guaraníes, éstos no desarrollaron una imagen
negativa sobre ellos, como la que generaron en
el mundo andino (Oliveto, 2011).
La región amazónica situada al norte también
fue explorada en distintas ocasiones, en
este periodo. El autor anónimo de la Relación
de los descubrimientos pretendidos y realizados
al Oriente de la Cordillera de los Andes (1570)
señaló que “ocho capitanes intentaron realizar
las expediciones a la zona amazónica”
(Carvajal, 2009). Pedro de Candia y Peranzures
se lanzaron en los años 1538-1539, pero
posteriormente, en 1550, las expediciones del
descubrimiento y conquista en esta región
fueron prohibidas. A pesar de ello, en los
años 1560-70, varios aventureros siguieron
las huellas de los primeros exploradores. Livi
Bassi señala que…las expediciones cruzaban la Cordillera a treinta leguas al este de Cusco por Opatari (como lo ha hecho Pedro de Candia) y bajaban por el río Manú, o también atravesaban la Cordillera de Carabaya por Sandia y San Juan de Oro (donde se había localizado, por cierto, yacimientos de oro), a treinta leguas al sur de Opatari, siguiendo las valles y afluentes de Madre de Dios, o también más al sur, al este del lago Titicaca por Camata, siguiendo los afluentes del alto curso del Beni. Una vía de acceso a los llanos más meridional se encontraba al sur de Cochabamba, bajando por los valles de los afluentes del alto Mamoré (Livi Bassi, 2012: 66).
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