El resultado del avance de los incas hasta el sur
de Bolivia fue la construcción de un conjunto de
fuertes -ubicados en las cercanías de la ciudad
actual de Tarija- que controlaban poblaciones
multiétnicas (moyos moyos, carangas, apatamas,
juríes, churumatas y chichas) colocadas por Topa
Inca Yupanqui en el último cuarto del siglo XV
para contener el avance de los grupos chiriguanos.
Las primeras incursiones de los españoles al sur
de Nueva Toledo comenzaron en 1538 y se intensificaron
en 1573, extendiéndose por dos siglos
más. En 1539, el capitán Diego de Rojas hizo su
entrada a los valles de Tarija y, posteriormente, en
1540, Francisco Pizarro encomendó poblaciones
que habitaban los valles orientales de Tarija en
beneficio de Francisco de Retamoso y Alonso
de Camargo, que ya tenía una encomienda en el
valle de Cochabamba.
Cristóbal Vaca de Castro concedió encomiendas
en el valle de Tarija a Pedro de Vivanco y Luis
Perdomo. Pero, debido a la persistente amenaza de
los chiriguanos que, entre 1540 y 1542, atacaron a
los indígenas que habitaban el valle, se produjo la
exterminación de cerca 300 moyos moyos y la captura
de sus caciques. Para conservar a su población
indígena encomendada, Luis Perdomo trasladó a
algunos indígenas moyos moyos y churumatas a
Copavilque, cerca de La Plata, y otros a Totora,
cerca de Cochabamba. Otros moyos moyos se
dispersaron sin poder volver al pie de monte de
Cochabamba, su lugar de origen prehispánico, por
estar su territorio ocupado por los chiriguanos. Los
carangas y otros grupos también abandonaron la
región de Tarija para volver a sus cabeceras étnicas
(Oliveto, 2011).
Después del triunfo de Vaca de Castro sobre
los almagristas en Chupas (1542), Diego de Rojas,
acompañado por Felipe Gutiérrez y Nicolás de
Heredia, intentó realizar una segunda entrada a los
“chunchos y chiriguanaes”. El grupo que organizaron
atravesó la cordillera por Tupiza y Chicoana y
llegaron a Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero,
Córdoba, La Rioja y San Juan, en el territorio
de los indígenas juríes, diaguitas y comechingones.
Diego de Rojas murió durante un ataque de los indígenas,
pero su lugarteniente Francisco de Mendoza
llegó hasta Sancti Spiritus, a orillas del río Paraná,
y se acercó de este modo al avance que realizó anteriormente
Sebastián de Gaboto (Barragán, 2001).
Más tarde, La Gasca encomendó indígenas
asentados en los valles de Tarija a Juan Sedano
que tuvo que reunir a los indígenas dispersos
entre las ciudades actuales de Tarija, Cochabamba
y Jujuy y la quebrada de Humahuaca. A su vez,
en 1548, Juan Ortiz de Zárate también recibió
la encomienda de indios carangas de Tarija y
Totora (altiplano), la de los chichas, unas quince
estancias y un pueblo en Lípez. A consecuencia
de los repartos hechos por el virrey conde de
Nieva (1561-1564), también recibió a los indios
tomatas. En esta época, Ortíz de Zárate, que tenía
“4000 cabezas de ganado vacuno, 4000 ovejas, 500
caballos y otras tantas yeguas”, realizó una suerte
de emprendimiento empresarial en Tarija: de sus
estancias ganaderas, enviaba carne a Potosí donde
tenía sus minas (Presta, 2000). Pese a tener estas
estancias, no llegó a fundar la ciudad sino dos o
tres pueblitos en el valle de Tarija y una pequeña
iglesia para el adoctrinamiento de los indios fue
edificada cerca de la localidad actual de Tomatas.
Aunque su emprendimiento tuvo bastante éxito,
los ataques de los chiriguanos se hicieron más
frecuentes y tuvo que detener sus actividades.
La tensión en la frontera continuaba de
modo que, en 1564, el capitán Ortíz de Zárate
solicitó ayuda económica de parte de la audiencia
para organizar una campaña militar contra los
chiriguanos. Pese a no recibir la ayuda, obtuvo
permiso para hacerla. En 1568, Pedro de Zárate
también realizó una expedición contra los chiriguanos
al norte de Tarija. Ninguna de éstas dio
resultado y hasta, la fundación de Tarija en 1574,
el lugar quedó fuera del dominio colonial pues los
chiriguanos controlaban la región sometiendo a
otros grupos étnicos como los chichas, cobrándoles
un tributo.
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