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sábado, 4 de junio de 2022

Los Llanos de Mojos - Camellones y asentamientos prehispánicos al Oeste del Mamoré (Iruyáñez)

En los Llanos de Mojos, al Oeste del Mamoré, se han estudiado principalmente camellones o campos drenados (Fig. 139). Los camellones son grandes plataformas de tierra, de tamaños y alturas variables, que fueron construidas para sembrar. A lo largo del río Iruyáñez estas obras tienen entre 5 y 20 metros de ancho, 300 metros de largo y 0,5 a 1,0 metros de altura (Denevan, 1966; 2000; Erickson, 2006; Walker, 2004).

Los estudios de Walker (1999, 2000, 2004, 2012) y Lombardo (2010) han demostrado que los camellones en la región del Iruyáñez están situados en los albardones de los ríos, es decir, en las partes más altas que el entorno geográfico ofrece. Los camellones cubren casi el 6,4% de la superficie estudiada, que es un valor muy alto si se considera que en la actualidad se cultiva solamente un 3,5% de la superficie. El trabajo invertido en la construcción de estas obras de tierra ha sido aún mayor que el necesario para levantar las lomas altas del Sureste de los Llanos de Mojos (Lombardo et al., 2013). Aunque por el momento no se sabe exactamente cuántos de los campos drenados que actualmente se pueden apreciar hayan funcionado al mismo tiempo ni cuándo fueron construidos o cuán largo ha sido su tiempo de uso, podemos estar seguros de que su importancia para la economía de sus constructores fue fundamental.

La literatura sobre los camellones es larga y existen posturas divergentes en cuanto a su funcionamiento . Sin embargo, tenemos que resaltar que la mayoría de los estudios llegaron a la conclusión de que funcionaron como en muchas otras partes de la Amazonía: para drenar y, de esta forma, crear superficies aptas para la agricultura. Esta función era tan obvia para Denevan (1966, 2001) que continuamente utiliza en sus obras el término drained fields. Los campos drenados son útiles sólo bajo condiciones ambientales determinadas que todavía requieren ser investigadas mediante estudios paleoclimaticos y paleoecológicos en la región.

También se debe aclarar que los camellones no aparecen en el Sureste, en la región de los montículos altos, ni tampoco en el Noreste, en la región de Baures e Iténez. Esto significa que la población prehispánica de la mitad este de los Llanos de Mojos ha sabido sobrevivir perfectamente sin ellos.

La investigación arqueológica al Oeste del Mamoré se ha concentrado tanto en los camellones que de los sitios habitacionales asociados se sabe muy poco. En toda la región del Iruyáñez sólo dos sitios habitacionales han sido muestreados y fechados entre 400-650 d. C. (San Juan) y 1270-1500 d. C. (El Cerro) (Walker, 1999, 2000, 2012). Carecemos de datos sobre el patrón de asentamiento, el tamaño de los sitios y el desarrollo que ellos habrían tenido a lo largo de los siglos. Intentar una reconstrucción de la historia prehispánica de la región sin estos datos sería un esfuerzo vano.

A menudo las investigaciones arqueológicas en los Llanos de Mojos se han enfocado en cuantificar las obras de tierra y calcular el trabajo invertido en su construcción, y se ha descuidado lo más importante: la gente que hubo detrás de todo esto. Si se lee cuidadosamente las crónicas, se verá que los relatos evocan a pueblos de gente muy sociable, que cultivaba la hospitalidad y les gustaba estar con sus familiares y amigos compartiendo festejos, bailes y bebida…. como lo demuestran las quejas constantes de los misioneros. La reconstrucción de la vida cotidiana de los pueblos que habitaron los Llanos de Mojos es una de las tareas que le espera a la arqueología boliviana.
Vasijas de Jasiaquiri

CAmpos Drenados

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