Podemos esbozar, a grandes rasgos, el panorama
étnico de la vasta región a la cual pertenecía Santa
Cruz de la Sierra. Al este en el Pantanal, allí
donde los españoles de Asunción establecieron el
“Puerto de los Reyes” (probablemente la laguna
Gaiba), vivían grupos a quienes los españoles
dieron el nombre genérico de “orejones”, por
los pendientes que llevan como adornos. Todos
ellos son descritos como grandes agricultores, al
contrario de muchos de sus vecinos “canoeros”
y pescadores : guaxarapos, guatos, acheres o
yacarés, etc. Finalmente, se señala también al
menos una aldea guaraní en Puerto de los Reyes,
al mando del “principal” Yandarupia, quien dice
conocer la ruta del metal hacia el occidente.
De Puerto de los Reyes, siguiendo río arriba,
en las profundidades del Pantanal, se llegaba
a la región dominada por los grupos xarayes.
Los xarayes pertenecían a la familia lingüística
arawak, pero a una rama diferente de la mojobauré
o chane: la rama paresi (Paul Rivet citado
por Métraux, 1942). Lo más sobresaliente de
esta zona es, sin duda, el complejo sistema jerárquico
establecido entre los diferentes grupos
xarayes y sus “sujetos”, grupos muy diversos que
incluían tanto a los ortueses agricultores como
a los tiyues e yayna, “gente de canoa”. La red de
clientelismo xaray se extendía hacia el occidente,
y existen datos sobre matrimonios interétnicos
entre mujeres xarayes y hombres “chiriguanaes”
de la parcialidad Bambaguasu; ya mencionamos
también el papel de los xarayes en la distribución
del metal andino Paraguay abajo y su participación
en expediciones multiétnicas hacia el oeste.
Las noticias son parcas sobre la región que
se extiende entre Puerto de los Reyes y la futura
Santa Cruz. Irala menciona a varios grupos
guaraníes, “de la misma generación” que los de
Puerto de los Reyes y la tierra (mejor dicho el
cerro) de Ytapua, un poco más al occidente. Se
mencionan también a tarapecocis, chanes y payzunos
en esta región. Todos son parte de la gran
cadena del metal.
Más al Norte, al Oeste de los xarayes, la
tierra parece haber sido bastante más poblada.
Dos conjuntos dominan la región: primero una
serie de grupos guaraní-hablantes, por ejemplo
los pitaguaris más occidentales, los bambaguasu
y luego el conjunto conocido como “itatines” llegados
a esta tierra en busca del metal, y segundo
el grupo, bastante belicoso, de los tapuy-miri,
es decir de los chiquitos.
El occidente de la ciudad parece haber sido
muy poco poblado hasta llegar al río Guapay
o Grande. De manera interesante, Schmidel
menciona a los tamacocis del río Guapay inmediatamente
después de los gorgotoquis, cuando
una considerable distancia (unas 50 leguas) los
separan. No se trata de una negligencia del mercenario
alemán, pues otras fuentes confirman que
toda la tierra entre Santa Cruz al Este y el río
Grande al Oeste era “un desierto de 55 leguas”,
sin agua y, por ende, sin gente.
En la región misma del río Guapay, el grupo
más importante era el de los tamacocis, con su
jefe Grigotá, muy probablemente chane-hablantes
(Sanabria, 1949; Combès e Hirtzel, 2007).
En el margen izquierdo del río, los “llanos de
Grigotá” estaban ubicados entre la “provincia de
chiriguanaes” del cacique Vitupue y, más al oeste,
la tierra donde vivían grupos jores y yuracares.
Junto con los tamacocís, estos últimos eran “tributarios”
de los chiriguanaes, a quienes proporcionaban
particularmente palma de “la provincia
del Çiriti” para la fabricación de flechas. .
Como lo indica el nombre dado por los
españoles, la “cordillera Chiriguana”, que se
extendía a lo largo de los últimos estribos andinos,
era una región dominada por estos grupos
guaraní-hablantes, que tenían “tributarios”, como
los yuracares o los jores, y “esclavos”, como los
chanes. Pero fue también, en el período inmediatamente
prehispánico, lugar de asentamiento
de pueblos andinos (los “candires” y “carcaraes”
de las crónicas), particularmente en Samaipata (a
escasas leguas del “asiento de Vitupue”) y probablemente
también en Saypurú, entre los ríos
Guapay al Norte y Parapetí al Sur. Mal llamado
“el fuerte”, el complejo de Samaipata era más
bien un centro a la vez religioso y administrativo
incaico, quizás incluso con rango de capital provincial,
aunque probablemente edificado sobre
asentamientos preincaicos (Meyers, 1999; 2005;
Meyers y Ulbert, 1997).
En términos lingüísticos, son varios los
grupos (con sus respectivas familias, lenguas
particulares y dialectos) que se pueden identificar
en toda la macro-región: arawak, con al menos
dos familias distintas, la llamada “mojo-baure”,
que incluye a la lengua chane y la paresi, presente
principalmente en el Pantanal; guaycurú al Sur,
con los mbayás chaqueños; guaraní, familia representada
sobre todo por los dos conjuntos de
“chiriguanaes” itatín y de la cordillera; chiquito o
chiquitano, con los tovasicosi, al Noreste de Santa
Cruz; probablemente otuqui-bororó, particularmente
en la región del Pantanal. Sin embargo,
en muchos casos, no tenemos información sobre
los idiomas hablados por los diferentes grupos.
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