Los primeros años de la conquista española tuvieron
un fuerte impacto sobre los indígenas de
la región, pues sunúmero menguó rápidamente.
Las cifras suelen variar, incluso del simple al
doble: según las fuentes, el número de indios
empadronados en 1561 oscila entre 30.000 y
60.000. Sea lo que fuere, las bajas son en todo caso
espectaculares. En 1586, el gobernador de Santa
Cruz, Lorenzo Suárez de Figueroa, habla de sólo
8.000 indios “de visita y servidumbre, sin más de
3.000 indios e indias que hay de servicio personal
dentro de la ciudad” (1965 [1586]: 402). Un
año después, se habla de un total de 10 a 20.000
indios en los alrededores (Crónica anónima, 1944
[c. 1600]: 502). Como lo nota García Recio (1988:
157), si bien en la década de 1570 el mercedario
Diego de Porres empadronó 15.700 “indios varones”,
en 1601 sólo se cuentan 4.000. A inicios del
siglo XVII, Díaz de Guzmán puede escribir que
Irala “halló en aquella tierra mucha multitud de
indios labradores en grandes pueblos, aunque el
día de hoy los más son acabados y consumidos”
(1835 [1612]: 14).
Las causas de este descenso son, primero,
las epidemias y enfermedades que achacan a los
indígenas a raíz del contacto con los europeos,
principalmente la viruela y el sarampión. Otros
muchos simplemente huyen hacia el bosque y
escapan así a los censos y repartimientos. Otros
más son víctimas de las “malocas” de los cruceños,
verdaderas cacerías de indígenas para venderlos
luego “al Perú” como esclavos. Ya en 1571 el
virrey se queja:
He sido informado de que muchas personas que han salido de la provincia de Santa Cruz de la Sierra a estos reinos del Perú han sacado cantidad de piezas de indios de aquella tierra y los han dado y vendido y rescatado con color que son indios chiriguanaes y de guerra (Toledo, 1571 en Mujía, 1914 t. 3: 33).
Otros pocos, finalmente, siguen la suerte de
sus amos y los siguen hasta la sede de la Audiencia
u otras partes “del Perú”.
La fundación de San Lorenzo en 1590 y
el posterior traslado de Santa Cruz hacia el río
Guapay tuvieron sus consecuencias sobre los
indígenas de la región. Ya en 1584, Suárez de
Figueroa prevé que poblando en Grigotá, y hasta
lograr “pacificar” a los indígenas locales, se tendrá
que utilizar a “indios de servicio” de Santa Cruz.
Efectivamente, documentos posteriores señalan
que “indios de repartimiento” de Santa Cruz
fueron trasladados a Grigotá para contribuir a
la edificación de San Lorenzo. En el viaje hasta
el Guapay, sea en esta época temprana, sea luego
cuando se mudó definitivamente Santa Cruz,
muchos indígenas aprovecharon para retornar a
sus lugares de origen o incluso huir a Charcas,
hacia el oeste. A inicios del siglo XVII, se habla
de unos 3.000 indios originarios de Santa Cruz
en Charcas (García Recio, 1988).
Sin embargo, y sin querer menospreciar sus
impactos, la alteración española en la zona de
la primera Santa Cruz duró, finalmente, poco
tiempo. Aunque víctima de “malocas” y correrías
en busca de esclavos tanto por parte de los
cruceños como de los bandeirantes de Brasil, la
zona no sufrió de una presencia española permanente
y cayó en el olvido con el traslado de la
ciudad. Fueron las misiones jesuitas, iniciadas a
fines del siglo XVII, las que realmente cambiaron
de manera drástica este panorama, y su acción
homogeneizadora fue continuada luego en los
pueblos criollos de la Chiquitania del siglo XIX.
Chiquitanos y ayoreos sólo son dos las etnias
identificables hoy en la vieja Santa Cruz, antaño
hogar de tantos “naturales”.
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