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lunes, 20 de junio de 2022

Santa Cruz indígena - Santa Cruz y treinta leguas en contorno

La ciudad de Santa Cruz fue erigida, según los testimonios, en tierra de los quibaracocis, chanes, gorgotoquis y/o paroquis. Estos datos no son contradictorios entre sí, pues todo muestra que varios grupos diferentes moraban en esta zona. Entre ellos los más citados (y probablemente los más numerosos) son sin duda los chanes y los gorgotoquis.

“Chane” significa “hombre, gente, persona” en las lenguas arawak de la rama mojo-baure. Los españoles quinientistas solían identificar a los grupos que encontraban a partir de su lengua, por esta razón, términos como “guaraní” (encontrado en las islas del Paraná), “cario” (en Asunción) y “chiriguanaes” (en el piedemonte andino) acabaron siendo sinónimos. Esto no impedía la identificación de varias “parcialidades” guaraní-hablantes por un nombre propio: “los guatucos”, “los temeonos”, etc., lo mismo que ocurría con “los chanes”. Lo que nos presentan las fuentes son núcleos chanes diferentes, dispersos a lo largo y ancho de una extensa zona que iba desde el Pantanal hasta el río Guapay, y que al Sur abarcaba parte del Chaco boreal y la “cordillera Chiriguana”. Algunos tenían nombres propios: en Santa Cruz misma, por ejemplo, los tipionos y ariticoci eran respectivamente la gente de una aldea y de una parcialidad “chane”; los payzunos, çimeonos o tamacocis eran también, muy probablemente, chane-hablantes. Fue de hecho un chane quien explicó a Irala que “así se nombraban en los dichos chanes cada pueblo su nombre aunque todo era una generación”, o también: “aunque son chanes todos se llaman cada casa de su nombre” (Irala, 2008 [1543]).

Los chanes y sus vecinos eran todos “gente labradora”, tenían “grandes pueblos y muchas gentes y mantenimiento” (Cáceres, 1941 [1544]), ésta era una característica muy bienvenida para los colonos españoles. Los gorgotoquis de la región respondían también a esta descripción. Schmidel habla de ellos como de una gran nación, como no ha visto otra en todo su viaje a través del Gran Chaco, como que su gran número infundió incluso miedo a los españoles. Indica que “los hombres llevan en los labios una piedra azul redonda, tan ancha como ficha de tablero; y sus defensas o las armas son dardos y flechas, a más paveses hechos de antas o rodela. (También) las mujeres tienen hecho en el labio un pequeño agujerito y tienen una piedra verde o gris hecha de cristal que meten en ese agujerito; llevan ellas, estas mujeres, un tipoy que está hecho de algodón; es tan grande como una camisa pero no tiene mangas (…) no hacen otra cosa que coser y proveer la casa, quedan en la casa y el hombre debe ir al campo labrantío para procurar el alimento que ahí se necesita en la casa” (Schmidel, 2008 [1567]). Otros describen la “provincia gorgotoqui” como “la mayor y más poblada que en aquellas partes habían visto” (Calvete de Estrella, 1963 [1571]).

Las fuentes mencionan al menos una veintena de grupos étnicos en las cercanías de la primera Santa Cruz, como se podrá apreciar en la figura 147. El número total de grupos era incluso probablemente mayor, si tomamos en cuenta el altísimo número de aldeas o “parcialidades” citadas; en la mayoría de los casos, sin embargo, son pocos los datos que tenemos sobre cada uno. No podemos saber con exactitud si un nombre sólo se refería a un asentamiento particular o a un grupo mayor. Los idiomas hablados en la región reflejan esta diversidad. Las lenguas principales y más difundidas, que debían aprender los misioneros, eran tres: el chane, el chiriguano (guaraní), y el gorgotoqui. Pero existen muchas más. En 1601 el padre Diego Martínez cuenta:

Fuera de la lengua gorgotoqui que aprendí, en la cual confesaba y predicaba, aprendí la lengua chane un poco, en la cual confesaba y catequizaba. También traduje toda la doctrina en la lengua capayxoro y en la lengua payono (Crónica anónima 1944, [c. 1600]: 500-501).

En la misma época, el padre Anello Oliva apuntaba que “son innumerables las lenguas diferentes” que se hablan en la provincia de Santa Cruz:

Algunas veces hallé en un solo pueblo tres y cuatro diferencias de lenguas tan distinta la una de la otra que no se parecían en nada, pues demás de la guarayú [guaraní itatín] y gorgotoqui que son las generales de aquella gobernación, hay la chane, pane, paisano, xarace, yuracase, touaçicoçi, con otras (Anello Oliva, 1895 [1631]).

Un ejemplo de aldea multilingüe podría ser el de Bitapana, aldea o grupo entregado en encomienda a Hernando Salazar y Anton Cabrera. Sabemos, en efecto, que Bitapan tenía tres jefes: Paubo, Boalla y Allati. En la misma lista de encomiendas, Paubo aparece como el nombre de un jefe panecoci y Allati como un jefe capayxoro. Todo parece mostrar que varios grupos convivían en esta “parcialidad”.

En términos de idioma, no se menciona el chiquito como una lengua “general”; es verdad que los tovasicocis, es decir los chiquitos stricto sensu, vivían bastante más al Norte. Sin embargo, varios de los grupos y aldeas de Santa Cruz pueden razonablemente ser identificados como chiquito-hablantes. Es el caso, por ejemplo, de los jamarecoci, y de las aldeas nombradas Borocoçi, Totarcoci, Coricoci, Quimorecoci, Tavicoci, Totaycoci y Turubococi, sus nombres o bien recuerdan a los de grupos chiquitanos del siglo XVIII o bien están construidos a partir de un radical chiquitano. En todo caso, lo que puede apuntarse con bastante claridad es que “los chiquitos” no están, en esta época, identificados por los españoles como una “generación” mayor que engloba a diferentes “parcialidades”, como lo son por ejemplo los chanes.

La lengua gorgotoqui, tan difundida en esta época, ha desaparecido completamente hoy. Algunos investigadores piensan que podría tratarse de la misma lengua chiquitana, o de un dialecto de ella (Tomichá, 2006: 640). Sin embargo, la cuestión está lejos de ser clara. Sabemos en efecto, que el gorgotoqui tenía algo de semejanza con el chiquito, pero se trataban de dos idiomas diferentes. Anello Oliva también distingue, como vimos, las lenguas tovasicoci y gorgotoqui. Otra hipótesis es que los gorgotoquis hayan sido miembros de la familia lingüística otuqui- bororó: la grafía borogotoqui podría referirse a los bororós. Los grupos de esta familia lingüística estaban muy presentes en el siglo XVIII al Sur del Pantanal (bañados de Otuquis) y en el Mato Grosso, pero fueron señalados también, hasta el siglo XIX, muy cerca de la vieja Santa Cruz, en las salinas de Chiquitos. Sólo diré que, a favor de esta sugerencia, Branislava Susnik (1978) señala que “el prefijo ‘gor-’ [de gor-gotoqui] parece corresponder al ‘kur-’ en algunos apelativos tribales de origen otuqui”. Lo más probable es que ambas hipótesis, chiquitana y otuqui, sean acertadas: el gorgotoqui parece haber sido una lengua originalmente otuqui, pero fuertemente “chiquitanizada” (Combès, 2012).

En cuanto al idioma guaraní, se trata ante todo, como lo subraya Anello Oliva ([1631] 1895), del “guarayú”, es decir del idioma de los chiriguanaes itatines. El idioma parece ser “general” en la provincia, mucho más que en la ciudad misma de Santa Cruz, donde el padrón de encomiendas, por ejemplo, no arroja demasiados nombres identificables como guaraníes.

Otra familia lingüística presente al Sur de la ciudad es la guaycurú, con el grupo de los “mayaes” (mbayá) chaqueños, una fracción de ellos fue encomendada al mismo Ñuflo de Chaves (Repartimiento… 2008 [1561]). Finalmente, no mencionada con este nombre en las fuentes quinientistas pero sí identificable bajo la etiqueta de “capayxoro” o “caparxoro”, está presente la lengua zamuca en la zona. Con estos diferentes idiomas seguramente no se cierra la lista ni mucho menos, pero las otras lenguas de la región, aisladas o pertenecientes a alguna de las familias ya mencionadas, no son identificables en las fuentes. Muchas desaparecieron desde entonces y, probablemente, nunca sabremos cuáles fueron.

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