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jueves, 30 de junio de 2022

El Chaco - Introducción

 Mariela Rodríguez

El Chaco es una extensa y árida región con singulares características históricas y culturales. A menudo mencionado como el mediterráneo de la América Austral por los españoles, el Chaco ha sido tradicionalmente visto como un territorio periférico y marginal, alejado de los centros de poder colonial y nacional. El término “Chaco” proviene del quechua chaku, que en quechua significa “territorio de cacería” (Bertonio, [1612]). Conocido como Gran Chaco Gualamba hasta finales del siglo XIX, esta dilatada región boscosa y espinosa se caracteriza por tener un ecosistema eminentemente seco y sujeto a variaciones térmicas extremas (en invierno las temperaturas pueden descender a 0 °C, mientras que en verano pueden llegar a los 45°C), lo que hace que las condiciones de vida sean difíciles; la subsistencia de quienes allí habitan depende de una constante lucha por la obtención de alimentos y recursos acuíferos.

Como espacio geográfico, se puede decir que la región chaqueña es una vasta planicie semiárida ubicada en el centro de Sudamérica, que tiene alrededor de un millón de kilómetros cuadrados de superficie que se extiende por parte de los territorios de Argentina (al Norte), Bolivia (al Sureste) y Paraguay (al Oeste y Noroeste), entre los ríos Paraguay y Paraná y el altiplano andino. Por el lado boliviano, si se penetra desde los valles subandinos de Tarija y Chuquisaca en dirección al Este, las elevaciones pueden llegar hasta a los 2.000 m.s.n.m. A este ecosistema de transición que es una zona que comparte características físicas y climáticas similares a las de los contrafuertes andinos se lo conoce como pie de monte. A medida que avanzan hacia el este, las estribaciones del pie de monte descienden hasta llegar a los 250 m.s.n.m. y abren paso a la llanura chaqueña, un vasto espacio con una topografía casi plana que solamente se ve interrumpida por dunas estabilizadas por la vegetación y por zonas depresivas conocidas como bañados.

Contrariamente a la visión tradicional de un espacio considerado marginal y aislado, lo cierto es que el Chaco ha sido históricamente una zona de intercambio e influencia recíproca de zonas adyacentes y, a su vez, de contactos entre los diferentes grupos que lo habitaron (incluidos los no indígenas) (Combès, Villar y Lowrey, 2009). Si bien algunas de sus vías fluviales constituyen un vínculo natural entre los enclaves andinos y los ríos amazónicos, los pantanos y arenas movedizas que dejan a su paso dificultan el tránsito humano durante gran parte del año. Esto explicaría por qué el Chaco aparece en las fuentes históricas como una tierra fragosa, mientras que la multitud de naciones que ahí habitaban son calificadas como fieras indómitas salvajes en permanente guerra con los españoles (Lozano, [1733] 1941: 15).

La indiscutible problemática de fondo en el quehacer histórico y etnográfico del Chaco ha sido la diversidad cultural y étnica de sus habitantes, así como las influencias y aportes externos que pudieron haber asimilado de zonas vecinas, como los Andes al oeste, la franja chiquitana al Norte o el Pantanal al Noreste. A la complejidad misma que supone abordar el poblamiento étnico de una región de por sí poco conocida y habitada por numerosas “naciones”, a menudo confundidas por los colonizadores, se suma la parquedad de las informaciones contenidas en las fuentes escritas tempranas, sobre todo para el interior del Chaco, donde son prácticamente nulas y vienen “filtradas” por diferentes intermediarios chiriguanos y chanés asentados en los márgenes chaqueños, y que fueron los que mantuvieron contacto directo primero con los incas y después con los españoles.

A pesar de estas limitaciones y desafíos, durante las dos últimas décadas los chacólogos han venido realizado significativos avances que han permitido indagar desde una especificidad regional cada vez mejor precisada la evolución de los indígenas (incluidos aquellos asentados en las zonas más alejadas) en términos de composición étnica, fusiones, divisiones, mediaciones y contactos, especialmente al prestar atención al impacto misional sobre las diferentes colectividades. En un esfuerzo interdisciplinario conjunto, se ha empezado a considerar las identidades del Chaco como fenómenos cambiantes en el tiempo, resultado de complejos procesos históricos transcurridos en un espacio donde convergieron diversas corrientes culturales de regiones vecinas. 
Mapa Etnico de El Chaco

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