El sitio más temprano hasta ahora investigado
en el Departamento de Santa Cruz está ubicado
justamente en la misma urbe de Santa Cruz,
en el barrio de los Ángeles, entre el segundo y
tercer anillo (Fig. 141). Fue descubierto al poner
el alcantarillado y reportado a las autoridades
correspondientes por el pintor cruceño Tito
Kuramoto.
Gracias a esta intervención, el Instituto Nacional
de Arqueología envió en 1976 al arqueólogo
Bustos Santelices para efectuar excavaciones
en el lugar bautizado como "sitio Grigotá". En
base a observaciones geomorfológicas, paleoclimáticas
y culturales se propuso que el sitio había
sido ocupado desde 850 d. C. hasta el incanato
(Bustos Santelices, 1976a, 1977). Fechados de
radiocarbono de muestras recuperadas del sitio por un equipo boliviano-alemán en 1998 corrigieron
la edad a 400 a.C. - 100 d. C. (Prümers,
2000), con lo que el sitio resultó ser del período
Formativo, coetáneo a las culturas andinas chiripa
y wankarani.
Los vestigios arqueológicos del sitio Grigotá
se hallaron en un área bastante extendida
y los fechados de radiocarbono, que arrojaron
las muestras de carbón vegetal asociados a estos
restos culturales, variaban por sectores. Una
posible explicación de esto podría ser un desplazamiento
paulatino del sitio habitacional, el cual
pudo haber estado constituido por casas de planta
circular, de las cuales algunas huellas de postes de
madera descompuestos habían aparecido durante
las excavaciones de Bustos Santelices.
Sobre los habitantes del sitio, su vida diaria,
ritos y creencias, no sabemos nada ya que no
fueron encontrados ni restos botánicos o zooarqueológicos,
ni tumbas. El único legado de ellos es
una cerámica particular, de la cual se encontraron
más de mil fragmentos diagnósticos en nuestras
excavaciones (Prümers, 2000). La uniformidad
de esta cerámica, en cuanto a la materia prima
utilizada (pasta), el acabado de superficie y las
formas de vasijas, era muy grande. Entre las formas
predominaban los cuencos con pedestal, que por
lo general tenían bordes engrosados (Fig. 142).
Además, eran frecuentes cuencos con base plana
o redondeada y ollas, mientras que de platos bajos
y botellas se hallaron muy pocos ejemplares.
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