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jueves, 6 de noviembre de 2014

La Curva, las nostalgias y romances del primer prostíbulo de Tarija



La Curva, fue el primer prostíbulo de la ciudad de Tarija que a mediados de los años 60 abría sus puertas ante la protesta de amas de casa, que organizaron marchas exigiendo que se haga prevalecer la moral y el buen vivir de los habitantes lejos de las tentaciones y el pecado.

Además al lugar también se lo conocía por La Acasca, pues ese era el apodo del propietario. Pero más allá de nombres este boliche se convirtió en poco tiempo, y como era de suponer, en un local muy frecuentado por los tarijeños y severamente criticado por las señoras.
Las evocaciones sobre este lenocinio que funcionó en Tarija por más de dos décadas, despiertan aún suspiros y las nostalgias de muchos que ejercieron su derecho al goce, pero con un más allá que llama la atención; pues rescatan historias de amistad, romanticismo y caballerosidad.
“Las calumniadas”
Pasando el puente San Martín en la subida a Méndez Arcos se encontraba La Curva. Ahí estacionaban los vehículos desde la tarde ya que la fiesta terminaba temprano, no más de las dos de mañana.
Si bien para muchos marcó un despertar sexual también brindó la oportunidad de interactuar socialmente con mujeres, estableciendo relaciones de amistad con las que solían llamar “las calumniadas”.
Los “setentañeros” recuerdan que siendo jóvenes, con una sana morbosidad, solían ir en grupos de amigos a orillas del río Guadalquivir para ver pasar a las lecheras desde el puente San Martín y deleitar la mirada con las anchas caderas y bien torneadas piernas de las chapacas que cumplían su oficio de distribuir leche en la ciudad.
“El que se abrieran las puertas de La Curva fue una oportunidad única para poder conocer más íntimamente a una mujer”, así lo admiten muchos, ya que en aquellos tiempos se tenía un nivel diferente, pues los clientes no sólo eran eso, sino además eran hombres educados en el respeto y el buen trato a las mujeres. No podía ser otro el trato con “las cariñositas” o “las mamitas” como las llamaban afectuosamente.
“La Tola”, era el nombre de una paraguaya que despertaba la pasión de muchos en aquellos tiempos, en los que conocer a una mujer era más complicado. “Se trataba de una mujer muy voluptuosa, bastante grande, pero para nosotros era la mujer más admirada y hermosa”, cuenta un nostálgico tarijeño afirmando además que el lugar se convirtió muy pronto en el centro de las reuniones de amigos.
“Más allá de buscar sexo encontrábamos un refugio de diversión basado en risas, charlas y compañerismo”, afirma.

Una gran escuela de baile
Los actualmente “cincuentañeros”, aseguran lo propio, ya que para muchos significó la oportunidad de compartir entre amigos y amigas afectuosas. “En este lugar se vivió la primera faceta en Tarija de amigos con derecho”, sostiene quien fuera un cliente asiduo.
“Aprendí a bailar en el quilombo”, es la frase oficial de los tarijeños que vivieron el auge de gozo de aquellos tiempos, pues se organizaban en La Curva muy amenas veladas de baile, en las que se imponía el protocolo de socializar, reír un poco y esperar el momento adecuado.
“Se podía ir a La Curva para iniciar una charla con una mujer, la mayoría de los tarijeños frecuentábamos el lugar, difícilmente alguien diría que no fue nunca”, señala Jorge, quien no se hace problema de dar su nombre pero el apellido no lo menciona.
El “desvirgue” era otra ceremonia del lugar, el padre solía llevar a su hijo y recomendarlo a alguna de las muchachas o simplemente se organizaba un grupo de amigos para tomar unos vinos hasta que éste salga y se lo felicite. “Un paso trascendental en la juventud de muchos”, comenta Jorge.
“No se veía como ahora, eran buenas tipas, amenas, organizábamos parrilladas los días domingos, un día que no se trabaja; pero se daban unas tomadas alucinantes, además las invitabas a todas partes. Se las llevaba al cine o al circo y nadie hablaba porque no hay mayor secreto que cuando todos están implicados. Eran buenas chicas y no de sexo sino del baile y de la joda”, comenta.
Otro tarijeño de la época recuerda a la “la Chilindrina”, así le decían. “Una vez llamó a mi casa para cobrar una deuda contestó mi mamá ‘qué pase a cancelar su cuentita’ le dijo. Mi madre se limitó a recomendarme que suba un poco el nivel de mis amistades”, relata con una sonrisa Jorge.
“¿Quilombo? Era todo menos eso, había de eso obvio, pero era más como salir a un boliche y conocerte con una mina y tener suerte. Te encontrabas con padres, hijos, todos estaban y cuando llegaba alguien íbamos a conocerla; una vez llegó Dalía una morena espectacular que además tenía una colección impresionante de National Geographic muy particular”, cuenta Luis otro cliente de La Curva.
Era como ir a bailar_ explica _toda una ceremonia para lucir bien y parquear el auto en la puerta, “algo romántico, las chicas eran sanas, buenas, no te robaban, si se te caía algo te lo devolvían, fueron tiempos memorables, ahora es un asco acudir a uno de estos lugares que son antros de remate. Fui una sola vez y me salí, la verdad nada que ver, es tomar un trago y desaparecer rápido”, indica Luis.

El fin de una época
Por mucho tiempo La Curva fue el único establecimiento de este tipo en Tarija, luego surgió Las Vegas, que aún funciona y “El Microbio” en el barrio Villa Abaroa, estos fueron los locales de los viejos tiempos; sin embargo ninguno tuvo toda la historia y las vivencias que tuvo La Curva, donde llegar era todo un acontecimiento de hombres engalanados, perfumados y educados.
“Viví gran parte de esos tiempos en Tarija luego me fui algunos años y a mi retorno ya era feo ir al local, la sociedad ya había bajado el dedo como los romanos, además con el crecimiento poblacional esto se puso más violento. En el año 85, si mal no recuerdo, le dieron una puñalada a un conocido que fue a parar al hospital con los intestinos afuera, cuando pasan estas cosas la gente ya no va”, cuenta un visitante de La Curva, refiriéndose al tiempo que marcó el final de lo que fuera todo un acontecimiento social importante para los hombres de la sociedad tarijeña.

De la galantería al peligro en los prostíbulos

En alguna época los lenocinios fueron lugares, donde los hombres se relacionaban sin conflicto, sin vergüenza, recreándose en el placer, la música y la palabra pero en la actualidad los prostíbulos están relacionados al conflicto y no son para nada extrañas las reyertas con cuchillos y hasta con balas.
En nuestra ciudad estos establecimientos están concentrados en varias zonas y aunque existen algunos legales, muchos otros son clandestinos, por lo que la Policía y otras instituciones como la Defensoría del Pueblo realizan batidas constantes para verificar que no se excedan en la venta de bebidas alcohólicas y que no existan menores de edad dedicadas a la prostitución.
En Tarija las trabajadoras sexuales no salen a las calles a trabajar por el peligro que esto representa para las mujeres e incluso se trata de concientizar a las que ponen anuncios en los periódicos ya que se vio que son susceptibles a ser víctimas de agresores y hasta asesinos; así lo explicó la trabajadora sexual y presidenta de la Organización Nacional de Activistas por la Emancipación de la Mujer en Tarija (Onaem), Paola Mendoza.
“Somos personas, tenemos derecho a ser tratadas como seres humanos trabajando en algo que decidimos”, aseguró, a tiempo de aclarar que en la actualidad el trabajo sexual es muy difícil, pues se debe soportar a gente de todo tipo (borrachos, manoseos y agresiones).
El respeto y la galantería de años atrás es ahora sólo un mito ya que en estos recintos no tienen una vivencia de esta naturaleza y deben sobrellevar su oficio a conciencia de que es la opción que encontraron para llevar un sustento a sus familias.
De ilegales a legales
En los hechos, son más de 14 los locales nocturnos que funcionan de manera clandestina; sin embargo, según fuentes oficiales, muchos de éstos legalizaron su situación y continúan funcionando. Pero no faltan los que aún siguen incumpliendo las normas.
Sobre el tema, el asesor legal de la Dirección de Ingresos del Gobierno Municipal, Fernando Vargas, explicó a El País EN que los procesos a locales nocturnos de la avenida La Paz y Circunvalación son varios. Entre éstos señaló: Defraudación tributaria, violación a precintos de clausura y otros cargos que se impusieron a los dueños de estos lugares.
“Había el caso de Café Show que funcionaba como lenocinio y lo mismo `el Chiquero´ que funcionó durante más de diez años y ocasionó muchos problemas a los vecinos. Inclusive se cerró uno hace tres meses que era ilegal”, apuntó Vargas.
Explicó también que a pesar de las molestias y el control de la Alcaldía, muchos de los locales clandestinos ahora cumplieron con los requisitos que se les exige para su funcionamiento y en la actualidad operan como legales. Entre estos citó a La Garza, que ahora funciona legalmente y se llama La Taberna, también dijo que donde antes era “el Chiquero” ahora opera un karaoke de manera legal.
Vargas explicó que la ley permite a los locales funcionar con toda normalidad si cumplen con los requisitos. “Cuando cumplen con todas las normas se les da la licencia. No sólo interviene la oficina de Ingresos, sino también la Gobernación y otras instituciones para que funcionen”, detalló.

Crecimiento descontrolado
Tanto la Policía Municipal como la oficina de Ingresos de la Alcaldía realizan operativos a los lenocinios y locales nocturnos para asegurar que no crezcan descontroladamente. Sin embargo, a pesar del control esta clase de locales siguen proliferando. “Mientras cerramos uno, en otro lado se abren remates o clandestinos”, aseguró Vargas.

1 comentario:

  1. Que pena, pensar que aun en esta epoca, llevan los padres y esposos machistas a sus hijos para introducirles en la vida sexual con prostitutas. No solo marca lo anterior pero marca la falta de informacion, pues hay que educarlos sexualmente y ensenar a cuidar sus cuerpos. Tarde o temprano se mal acostumbran a este estilo de vida, y aunque casados... continuan con sus malas costumbres y llevando a sus hogares problemas grandes.

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