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martes, 18 de noviembre de 2014

Beni Nació en homenaje a la Batalla de Ingavi

El departamento de Beni fue creado por Decreto Supremo de 18 de noviembre de 1842, durante el Gobierno de José Ballivián y Segurola, en el territorio de Moxos. En esta fecha los benianos celebran su efeméride, a diferencia de los otros departamentos del país, que lo hacen en conmemoración a su gesta libertaria.

Ballivián fundó Beni en homenaje al primer aniversario de la Batalla de Ingavi, librada ante la invasión peruana, el 18 de noviembre de 1841 y en la cual el Ejército boliviano venció.

La publicación por el Sesquicentenario de la República, sobre la historia de Beni, señala que el 6 de agosto de 1842, el vencedor de Ingavi (Ballivián) firmó el decreto por el cual se daba a Moxos autoridad autónoma, dependiente del poder central, y se elevaba a la condición de ciudadanos a sus habitantes, con igualdad de derechos y obligaciones. El Decreto fue conocido en Moxos con júbilo en octubre y dio lugar a fiestas y celebraciones. Pronto los cuarteles donde vivían en promiscuidad los indígenas eran desocupados y se les dotaba de terrenos para construir sus propias casas.

De acuerdo a la misma investigación, el 18 de noviembre de 1842, al conmemorarse el primer aniversario de la Batalla de Ingavi, el presidente Ballián, desde la capital Sucre proclamó, mediante otro decreto, como nuevo departamento de la República a la que fuera la gobernación de Moxos, con el nombre Beni. Este decreto disponía que se determinaria posteriormene la capital; fijándose para ésta el lugar próximo donde fuera fundado Reyes, cerca de Rurrenabaque, y la que de acuerdo a disposiciones supremas debería llamarse ciudad Ballivián. Ninguno de los gobernantes se acordó de esa fundación.

En enero de 1844, la Prefectura se trasladó a Exaltación, entonces centro comercial sobre el río Mamoré, y desde 1848, volvió a Trinidad, convirtiéndose en capital de facto, sin que ninguna ley hubiera modificado la dictada por Ballivián.

Al eregirse el departamento de Beni contaba con tres provincias: Moxos, Caupolicán y Yuracarés.

Ballivián tenía interés en que el Beni desarrolle sus riquezas naturales y para el efecto envió al ingeniero José Agustín Palacios, que fue el explorador que más conoció Beni, dejando una interesante relación de sus viajes por el extenso territorio.

En ese entonces, Beni era un botín fácil y a él se acudía para llevar caballares de remonta al Ejército, pagar en ganado los vales del Estado, sin ningun control. Esta exacción de recursos, no era sólo de ese tiempo, se dio desde que se expulsó a los jesuitas. No se respetaron los tesoros ni fuentes de producción de ese departamento.



DIVISIÓN

La provincia Caupolicán se extendía hacia el norte hasta el Acre (hoy Pando) y el Mato Grosso.

1853 Inundación

Ese año ocurrió la inundación más grande de la que se tenía noticias hasta ese entonces. En Trinidad sólo quedó un sitio de tierra, donde están edificados el templo y la Casa de Gobierno, que sirvió de refugio para los 4.000 habitantes de la capital. Murió la mayor parte del ganado del campo y las caballadas morían por epizootias.


Orígenes de Beni

Beni, antes Enín, El Dorado, Gran Paititi o Moxos, es un pueblo con historia, pero con escasos documentos que se hayan conservado. Se perdieron con el destierro de los jesuitas en 1822, otros se convirtieron en cenizas en un incendio o destruyeron por la acción del agua y la humedad.

Su historia se remonta a periodos prehispánicos, con la existencia de la cultura de los arawak, de quienes descienden los moxos y los baures, los pueblos que los jesuitas encontraron a su llegada a las llanuras de Beni, entre 1560 y 1600. Atraidos por la leyenda del Gran Paititi o imperio de oro, los quechuas llegaron a esos territorios, pero no permanecieron mucho tiempo por la resistencia y ataques de los nativos y los animales.

Misiones jesuíticas

A la llegada de los españoles, se tejieron un sinnúmero de leyendas sobre los habitantes y riquezas fabulosas, que el mítico "El Dorado", o Paititi estaba en Beni, al que llamaron Moxos. Después de una temporada de intenso interés, en la primera fase de la época colonial, la región permaneció en un estado de fuerte marginalidad por algunos siglos.

En 1675, con la llegada de los jesuitas desde Santa Cruz y Cochabamba, se dio la conquista de esa región, se crearon los pueblos de Moxos (hoy Beni) y la conquista espiritual de los aborígenes. Las misiones jesuíticas, hoy convertidas en ciudades y pueblos, se situaron a orillas de los ríos Mamoré y San Miguel. La primera misión de Nuestra Señora de Loreto se fundó en 1682.

En el año 1767, los jesuitas fueron expulsados del territorio de Moxos por instrucción de la Corona Española.

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