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martes, 17 de noviembre de 2015
La insurrección potosina de 1810
La conformación de la Junta Gubernativa de Buenos Aires y la entrada del primer ejército auxiliar al territorio de la Audiencia de Charcas en 1810, trajo como consecuencia el pronunciamiento a favor de la causa de las Provincias Unidas del Río de La Plata, de entre todas las ciudades de importancia del Alto Perú. La Villa Imperial de Carlos V no fue la excepción.
Su pronunciamiento, llevado a cabo el 10 de noviembre del citado año, fue una consecuencia directa del triunfo insurgente alcanzado en la batalla de Suipacha, que se dio apenas tres días antes de la revolución potosina. La noticia de la derrota de los realistas llegó gracias a los primeros dispersos del ejército del general Córdova, quienes entraron en la Villa el día 9 por la tarde. Esto aceleró el movimiento que tiempo atrás ya se venía gestando en Potosí, cuya primera acción fue liberar a los presos de la cárcel local.
El 10 de noviembre de 1810, la clase acomodada, así como los pertenecientes a los estratos más bajos, participaron del alzamiento general en contra de las autoridades realistas y del sistema de gobierno imperante hasta ese momento. Una de las acciones más importantes llevadas a cabo fue el arresto del Gobernador Intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, quien en primera instancia fue remitido a su casa, pero una vez que quiso fugar, se lo trasladó a la Casa de la Moneda.
La insurrección se nutrió de todo tipo de gente. El historiador Modesto Omiste realiza un recuento de los cabecillas del movimiento; en él estaban: Salvador José de Matos, Pedro Ascárate, Alejo y Mariano Aurelio Nogales, Joaquín de la Quintana (quien tenía el grado de Alférez Real), Eustaquio Eguivar, los hermanos Millares, Manuel Molina, Mariano Subieta, Melchor Daza, el teniente coronel Diego Barrenechea y Pedro Costas, natural de Francia.
Édgar Valda, en su libro Potosí durante la Independencia de Charcas 1810-1817, resalta a dos de estos personajes: Salvador José de Matos y Mariano Aurelio Nogales. El primero fue Ensayador del Banco, es decir que se ocupaba de “ensayar” o verificar la calidad de la plata que se traía al Banco de San Carlos. Este oficio era muy importante, pues permitía que toda la plata que circulaba en Potosí, en Charcas y más allá de sus fronteras, tuviera una ley uniforme, lo que daba valor y peso a las monedas acuñadas en Potosí. Matos fue uno de los cabecillas más importantes del movimiento. Un año atrás, con motivo del pronunciamiento de Chuquisaca, el 25 de mayo de 1809, Francisco de Paula Sanz lo mandó a arrestar, temiendo que su contacto con Bernardo Monteagudo repercutiese en una revolución semejante en suelo potosino. Ya en los sucesos de 1810, fue a Matos a quien se le avisó del intento de fuga del Gobernador Intendente.
Durante el tiempo que duró la estadía del primer ejército auxiliar en Charcas, Matos fue designado Síndico Procurador de Potosí, lo que equivaldría a un abogado que defiende las causas del Estado. Esto nos indica que nuestro personaje debió de haber tenido estudios universitarios y quizá se haya graduado. Una vez fuera los ejércitos auxiliares del territorio de Charcas, Matos continuó con su andanza insurgente, haciéndose un caudillo notorio. Sin embargo, fue arrestado en 1812 por las fuerzas realistas cuando se dirigía a las provincias del sur, de esta forma, el 30 de julio de 1812 fue ajusticiado en Potosí en la horca terminando así sus correrías.
Mariano Aurelio Nogales, perteneció a una familia numerosa y todos se unieron al bando insurgente; en total fueron 13, entre hermanos primos y sobrinos, los que participaron en la Guerra de la Independencia. Mariano Aurelio fue nombrado Sargento Mayor gracias a la captura de los contrarrevolucionarios en Potosí en abril de 1811. Luego de la salida del ejército auxiliar se dedicó a acaudillar gente, en especial a la “indiada” con quienes combatió al enemigo. Lastimosamente, al igual que Matos, fue capturado, puesto en prisión y posteriormente ejecutado en la horca el 15 de julio de 1812, es decir, apenas unos días antes que su compañero insurgente.
La participación popular se puede evidenciar en el testimonio de Francisco, un mulato esclavo de Benito Antonio Goyena, subdelegado de Chichas, muerto días antes de la revolución. Miguel de Goñi, uno de los albaceas de la finada autoridad, le siguió un proceso ante las autoridades impuestas por los porteños, en el cual lo inculpó de haberle amenazado con quitarle la vida en su casa “a punta de pistola” el 10 de noviembre de 1811. En su defensa, Francisco alegó que respondió como “fiel patriota” y que fue uno de los que actuó para liberar a los presos de la cárcel y fue uno de los primeros en tomar la plaza principal y atacar a los realistas que manejaban los cañones con los cuales hacían daño a los “patriotas” en el día de la revolución, añadiendo que Goñi era contrario a este partido por lo cual le seguía el juicio.
No cabe duda que esclavos como Francisco además de indígenas, mestizos y criollos protagonizaron la insurrección en Potosí aquel 10 de noviembre de 1810. La acción conjunta llevó al éxito al movimiento. Después vendría Castelli con el ejército auxiliar, el que exigirá la jura a la Junta Gubernativa antes de entrar en la urbe, lo cual se realizó el 24 de noviembre. La Villa Imperial fue testigo de la entrada y salida de dos ejércitos auxiliares más, así como de los ejércitos realistas, fue su destino al estar entre Lima y Buenos Aires.
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