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martes, 3 de noviembre de 2015

Néstor Paz Zamora, historia de un cristiano revolucionario

Con una cruz en la gorra de campaña, organizando actos de oración o bautizando, mientras avanzaba la columna guerrillera por las tierras tropicales del norte del departamento de La Paz, entregado a su fe en Dios y refrescando su alma mediante lecturas a solas o en grupo del Nuevo Testamento, así trascurrieron los últimos días del Padre Francisco, seudónimo con que los pobladores del lugar lo llamaban y hasta el día de hoy lo recuerdan. Sin embargo, Francisco fue para Néstor Paz Zamora, su nombre de combate elegido por él, por San Francisco de Asís, con quien se identificó por su humildad, su simpleza y amor por la naturaleza.

Este cristiano ante todo, nació el 9 de octubre de 1945, en Charagua, Provincia Cordillera del departamento de Santa Cruz, sus padres fueron el militar Néstor Paz Galarza y Edith Zamora, ambos descendientes de prestigiosas familias tarije-ñas.

Como todo hijo nacido en una familia militar, Néstor y sus hermanos Jaime (Presidente Constitucional de Bolivia, 1989 - 1993), Mario (Ministro de Estado, Embajador de Bolivia en varias oportunidades y Senador de la República), Rosario y Edith tuvieron una infancia peregrina.

Sin embargo, cursó los estudios primarios en las escuelas donde estaba destinado su padre. El tema religioso siempre lo apasionó y sus estudios secundarios los realizó en el Colegio jesuita Sagrado Corazón, ubicado en la ciudad de Sucre. Más adelante, junto a su hermano Jaime estudió en el Seminario “Manuel Ocampo”, de los padres Redentoristas, ubicado en Pergami-no, Provincia de Buenos Aires, República Argentina, después ambos se retiraron y Néstor se trasladó a ciudad de La Paz, donde estudió la carrera de medicina en la Universidad Mayor de San Andrés y trabajó junto al Arzobispo Monseñor Armando Gutiérrez Granier.

Paralelamente, a todo esto la Iglesia Católica, atravesaba grandes cambios y transformaciones, fruto de innovaciones acordadas en el Concilio Vaticano II, que produjo que los jóvenes curas, cambien a favor del servicio del pueblo.

Esto renovó el compromiso de muchos jóvenes sacerdotes los cuales comenzaron a realizar tareas humildes. Es en ese sentido, que Néstor, imbuido en ese camino mientras realizaba estudios superiores en el Seminario Pontificio de Santiago de Chile, en jornadas nocturnas de filosofía y teología, trabajó de día en un taller de metalmecánica de la FIAT.

De retorno al país, fue un promotor de la alfabetización, salud y saneamiento bá-sico en Chuquisaca, Tarija y La Paz. También instaló un taller de carpintería en la parroquia de Obrajes (La Paz) y dio clases de religión en el Colegio Saint Andrew’s, de la misma ciudad.

Mientras estudiaba en La Paz, encontró al amor de su vida, Cecilia Avila Seifert, con quien se casó en 1968, en la Capilla de San Calixto.

Pero todo esto y su concepción de ayu-dar al prójimo, lo estimularon a entregarse al proceso revolucionario armado. En ese contexto, el día 19 de julio de 1970, junto a otros 66 muchachos, muchos de ellos provenientes de diferentes carreras de la U.M.S.A., se hicieron pasar por alfabetiza-dores y se internaron a las montañas de la provincia Larecaja (norte del departamen-to de La Paz), para continuar la lucha armada que emprendió el argentino-cubano Ernesto Guevara, en 1967.

A partir del 26 de julio, Néstor inicia su diario intitulado “Todo y Siempre”, en este documento describe en síntesis, su fe y confianza en Dios, su amor por su esposa Cecilia, sus pensamientos sobre el hombre nuevo, la política de la época y sobre él mismo.

Pero sobre todo este diario expresa el amor por el prójimo, al expresar: “el amor lo entiendo como una urgencia de solucio-nar el problema del otro donde estás tú”.

La última fecha citada en su diario, es del 2 de octubre, está dedicado a su gran amor Cecilia, del cual declara: “Mi cuerpo está deshecho, pero mi espíritu quiere estar intacto. Quiero entregarme a ti, en primer lugar y a los demás, amarte con la plenitud de mis fuerzas, con todo lo que soy capaz, pues tú encarnas mi vida, mi lucha y mis aspiraciones”. Es de esta manera, que se despidió de la vida terrenal y de su gran amor.

Francisco, falleció de inanición, en Carmen Playa, a orillas del río Mariapo, entre Guanay y Teoponte, horas antes de cumplir 25 años, el 8 de octubre.

En este mes, recordamos 45 años de su fallecimiento y celebramos 70 años, de su nacimiento y su vida, que fue como diría Eduardo Galeano, como un “fueguito que arde con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear”.

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