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jueves, 19 de mayo de 2016

Tarija El incendio que devoró al Palacio de Justicia en 1980

Todo ardía en llamas y había una danza dantesca de fuego en todo el edificio”, así comienza la historia de un incendio ocurrido hace 36 años en el Palacio de Justicia de la ciudad Tarija. Miles de expedientes fueron destruidos y aunque todo el personal de justicia trabajó para recuperar los procesos quemados, la misión fue imposible.

Un viernes 4 de abril de 1980 aprovechando la Semana Santa, manos criminales prendieron fuego. El edificio, como hasta hoy, estaba ubicado en las calles Daniel Campos, Colón y Bolívar. Tras sufrir el trágico incendio fue refaccionado.
En el primer descanso de las escaleras se vio una cruz esvástica pintada al revés y una inscripción que rezaba “hay un comunista en la corte”. El recuerdo del incendio pervive en la memoria de sus más antiguos trabajadores.
El País eN entrevistó a abogados, que aún recuerdan el hecho. Ellos revelan el trabajo que tuvieron que hacer para rescatar algunos de los procesos que existían en ese entonces. Para este reportaje recurrimos también a la Revista Jurídica de 1994.
Relatan que se acercaba el feriado de Semana Santa y cuando ya nadie estaba en el edificio, la madrugada del 4 de abril de 1980, personas desconocidas prendieron fuego. En ese momento todos los trabajadores fueron llamados para ayudar a sofocar las llamas. Los funcionarios alarmados y sorprendidos luchaban contra el fuego que se extendía de un lado a otro, devorando las diferentes salas ante la mirada impotente de los jueces, el personal y cientos de vecinos.
La inexistencia de medios para combatir el fuego y los escasos bomberos, hicieron que el despliegue de policías, militares y vecinos no fuera de gran ayuda. El Palacio ardió por aproximadamente cuatro horas, las llamas se comieron los casos judiciales y se extendieron hasta el cinco de abril a las cuatro de la madrugada.
El primer y segundo piso estaban con gases y había desprendimientos de muchas partes del techo. “Yo era oficial de diligencias de Instrucción Segundo en lo Civil, apagado el incendio, algunos ingresamos al Palacio. Había mucho humo y brazas prendidas. Entramos con cuidado para salvar los expedientes que quedaban y rescatar nuestras pertenencias. Yo por ejemplo tenía una colección de mazos y libros que me presté, pues en ese tiempo era practicante” cuenta con pesar la abogada, Mirian Vedia de Martínez y agrega que aún había varias hogueras.
En minutos se dieron cuenta que todas las puertas que eran de madera maciza fueron taladradas en pequeños círculos para que entre una mano. “Se trataba de un edificio muy hermoso y vetusto en el diseño; en ese entonces había portero y no sereno, él abría las puertas de las oficinas, hacía los mandados y limpiaba”, detalla Vedia.
Los informes indican que la Sala de Visitas fue el lugar donde se concentraron los incendiarios, pues ahí revisaron los expedientes, los rompieron y quemaron. Se cree que para no ser identificados no quemaron sólo lo que les interesaba sino que borraron sus huellas, quemaron y rompieron los documentos de varias oficinas en el Juzgado de Partido de Familia.
También destrozaron las máquinas de escribir e hicieron otro incendio en la Sala de Honor y en el Juzgado de Partido en lo Civil, que fue el más afectado debido a que desapareció totalmente en el incendio.
Vedia rememora. “Nos dijeron que vayamos el lunes a trabajar normalmente porque ya habían sofocado el incendio, nos trasladamos con lo poco que quedó, fuimos a trabajar a la ‘Barraca’ que era en la calle Suipacha, esquina Ingavi. Ahí habilitaron las oficinas y trasladamos todos los papeles e incluso las cenizas en bolsas”.
Los pedazos que quedaron también los recogieron para reconstruir los expedientes y volver a armarlos según lo que se tenía en los libros. Éstos en su mayoría no fueron quemados, se trataba de libros de toma de razón e ingreso de causas.
“En base a todo eso fuimos armando y reconstruyendo los procesos y expedientes, hasta el punto que no pudimos ascender de cargo porque como conocíamos los casos nos hicieron quedar en los juzgados para hacer todo ese trabajo. Por eso ahora todos los abogados hacen una copia de los expedientes”, enfatiza Vedia.
Queda claro que no se supo cuál era la causa del incendio pero sí quedó demostrado que los incendiarios procedieron con premeditación, esto se reflejaba en las ruinas del edificio. “La conclusión de la investigación no fue informada al personal, no nos dieron una explicación, ni nos hicieron participar de eso. Esa información la tenían las autoridades, los vocales de la Corte del Distrito Judicial”, dice.
Sin embargo, revela que los rumores indicaban que fueron personas que tenían juicios grandes. “No se hizo justicia sobre ese tema”, asegura y añade que tampoco leyó, escuchó o vio, en los pocos medios de comunicación que existían, un seguimiento a este hecho. “No se dio conocer quiénes fueron los verdaderos culpables”, afirma Vedia.
De esta manera, la población litigante se quedó sin papeles y sobre todo sin poder hacer valer sus derechos. No hubo cómo seguir los casos, la gente reclamaba junto a las cenizas y trataban de formar los expedientes para reconstruirlos.
Recuerda Vedia que antes no se trabajaba jueves ni viernes de Semana Santa, fue así que el incendio sucedió la noche del Jueves Santo y en la madrugada del viernes el Palacio ya se estaba quemando. Según testimonio de los vecinos, como no había carro bombero, la gente acudía a ayudar con baldes y mangueras, tanto que el fuego fue apagado con la ayuda de la población.
“Yo estaba de vacación, me avisaron y tuve que retornar al trabajo para recolectar algunos expedientes que se habían salvado y se tuvo que hacer la reconstrucción de los procesos”, relata también el abogado, Gonzalo Bolívar Anze.
Señala que en otros casos algunos abogados tuvieron que proporcionar cédulas judiciales, otros tenían copias de las demandas, algunas copias de los memoriales “pero hubo muchos casos que no se recuperaron”.
“Recuerdo que antes había pocos juzgados pero más amplios y más altos, ahora son más pequeños para que hayan más. Antes el personal estaba compuesto por 50 personas aproximadamente”, dice Bolívar y agrega que no había Consejo de la Judicatura y que todo era administrado por Recursos Humanos y la Corte Superior a través de su Presidente.
“Había un solo contador y un administrador, antes estaba Derechos Reales ahí como parte del poder judicial”, recuerda.
Coincide con Vedia al indicar que en la esquina había una carpintería y galpones, donde se vendía madera, y donde el personal se fue a trabajar con estrechez. “En el caso penal poco se recuperó, mas habían cenizas, el mobiliario se perdió. El incendio se inició en el sótano donde era Derechos Reales, después se extendió a las salas de la primera planta, luego al segundo piso, donde estaban los Juzgados de Partido y los Juzgados de Civil. Ahí se quemaron los procesos”, revela Bolívar.
Respecto a la investigación dice que “era una investigación hermética. En esa época vinieron los investigadores de la ciudad de La Paz, no salió información a luz, peor no informaban al personal. Se manejaba esto entre el presidente de la Corte, los vocales y los investigadores”, indica y asegura que no se encontraron muchos indicios. “No supimos si llegaron a concluir las investigaciones, pero todo quedó en nada”.
Todos los entrevistados concluyen que la finalidad fue hacer desaparecer un expediente pero como se quemaron muchos de ellos fue difícil saber y determinar de qué proceso se trataba. ¿Quiénes planearon este incendio? ¿Qué ocultaban? ¿Cuáles fueron los resultados de la investigación? ¿Por qué pintaron la esvástica y el mensaje? Son preguntas hasta ahora sin resolver.

La construcción del Palacio de Justicia

La historia cuenta que por el año 1935 por proposición de René Paz, la Corte Superior del Distrito constituida por René Paz, Eduardo de Córdoba, Epifanio Echenique, José David Ichazu y Rogelio Echenique, empezó gestiones ante el Convento San Francisco representado por el sacerdote guardián Julio Franceschini y el síndico del convento Carlos Blacud, para la adquisición del terreno donde se levantó el Palacio de Justicia.
Las autoridades de ese entonces vieron conveniente expropiar dicho terreno, ubicado entre las calles Bolívar, Tomás Frías, Ingavi y Colón. El alcalde Isaac Attié facilitó el dinero de su capital hasta que el Gobierno reembolse la suma, debido a que los franciscanos pedían 40.000 bolivianos al contado ya que la extensión del terreno era de 6.000 metros cuadrados.
El Presidente de la República José Luis Tejada Sorzano, ante las gestiones del senador Bernardo Navajas Trigo y del diputado Víctor Paz Estenssoro, envió montos sobrantes de un empréstito de 250.000 bolivianos para que comiencen la obra del Palacio de Justicia, donde se invirtió un total de 1.170.760,62 bolivianos que fueron administrados por Isaac Attié.
Navajas Trigo y Paz Estensoro con influencias consiguieron los fondos para el trabajo requerido, el diputado Manuel Mogro hizo consignar una partida de 100.000 bolivianos para el amoblado. La obra fue dirigida por Juan Guardia. De esta manera los trabajos se iniciaron el 15 de diciembre de 1935 entregándose de manera oficial el 2 de enero de 1941.
Esta edificación tenía un sótano, una planta baja y un primer piso, pero aparentaba mayor altura. Por dentro estaba revestida de madera de un metro de altura. La sala de honor de la Corte Superior del Distrito lucía muebles atractivamente tallados, con cortinas, tapices finos y decorados sobrios.
Este edificio estaba distribuido así: en el hall del costado izquierdo en la planta baja se encontraban el Salón de Actos Públicos, la Sala de Acuerdos de la Corte, la Secretaría de Cámara, la Biblioteca, el Archivo de la Corte, la Fiscalía del Distrito, el Partido y Agente Fiscal. Al costado derecho del hall estaba la Sala de Debates, los Juzgados de Partido en lo Penal y Civil, compuestos de ambas secretarías y despachos para cada juez.
En la planta alta estaban ubicados los Juzgados de Instrucción en lo Civil y Penal, igualmente compuestos de amplias actuarías y despachos para cada juez. Al costado derecho, estaba la oficina de Derechos Reales y al izquierdo el Archivo General de los Juzgados.
Todo estaba totalmente equipado con muebles, especialmente el Salón de Actos Públicos de la Corte, que eran muy elegantes y sobrios guardando armonía con los sillones individuales. La Sala de Debates contaba con un estrado y bancas para el público, la biblioteca tenía lujosos anaqueles y un juego de muebles de estilo americano.
Las oficinas y demás reparticiones del palacio contaban con fina ornamentación en cuanto a sus lámparas, tenían un baño bien implementado con mucho estilo y ambos halls estaban provistos de muebles para los litigantes. Había además un departamento para el portero, los jardines con luces y muchísimos bancos distribuidos alrededor.
El 2 de enero de 1941 a horas 15:00 el obispo Ramón Font dio la bendición al Palacio mientras que en el salón de honor, el presidente de la Corte, René Paz instaló la audiencia para la inauguración y apertura del año judicial, donde estuvieron presentes Luis Pizarro, vocal de la Corte Suprema, Rogelio Echenique, Julio Echazú, Tomás Prieto Delfín y Arcil Oliva Dalence, vocales de la Corte Superior. También estuvieron Avelino Lazo de la Vega, fiscal del partido; Bernardo Navajas Trigo, senador por el departamento, Isaac Attié, alcalde municipal, René Trigo, contralor departamental y otras autoridades.
Años más tarde, tras el incendio, se hicieron algunas refacciones. Se revocó el techo, los plafones y paredes de interiores, se pintaron todas las dependencias y se revistieron las paredes con machimbre, trabajo que fue realizado con escasos recursos económicos y con la ayuda de la Cooperativa Madre y Maestra a la cabeza del padre Bartolomé Attard, los arreglos fueron entregados el 25 de marzo de 1990, con un costo de 108.619,55 bolivianos para los materiales.

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