Temas
- 6 de Agosto
- Academia Boliviana de Historia
- Batalla de Aroma
- Batalla de Ayacucho
- Batalla de Bahía
- Batalla de Ingavi
- Batalla de la Tablada
- Batalla de Suipacha
- Batalla del Alto de la Alianza
- Beni
- chu
- Chuquisaca
- Cochabamba
- Deportes
- Día de la Madre
- Día del Maestro
- Día del Mar
- Día del Periodista
- Día del Trabajo
- Días Especiales
- Dictadura
- Economia
- Efemerides
- El Alto
- El Chaco
- El Litoral
- Elecciones
- Exploradores
- Fotos
- Golpes de Estado
- Guerra de la Independencia
- Guerra del Acre
- Guerra del Chaco
- Guerra del Gas
- Guerra del Pacifico
- Guerra Federal
- Guerrilla de Teoponte
- Guerrilla del Che Guevara
- Heroes
- Héroes
- Heroinas
- Himnos
- Historia prehispánica
- Historiadores
- Incas
- Industria
- Juan Mendoza y Nernuldes
- La Audiencia de Charcas
- La Colonia
- La Conquista
- La Paz
- Leyendas
- Mineria
- Monumentos
- Notas de Interes
- Oruro
- Pando
- Período Formativo
- Personajes
- Potosi
- Presidentes
- Revoluciones
- Santa Cruz
- Señorios
- Simbolos Patrios
- Tarija
- Tierras Bajas
- Tiwanacu
- Tratados
- vide
- Videos
Buscador
domingo, 31 de julio de 2016
Cochabamba Campanas que repican historia
Se abren los ojos con el tono del reloj de alarma, al desayunar se escucha el tintineo de la cucharilla meneándose dentro de la taza de café, al salir de casa suenan las llaves que aseguran la puerta, un paso en la calle y de pronto infinitos sonidos nos llegan con sus mensajes durante el transcurso del día.
Es así que en el diario vivir, el ser humano recibe información a través del sonido y que este ocasiona diferentes estados de ánimo en las personas, muchos se quedan grabados en la memoria y otros simplemente se olvidan.
También hay tonos que se encuentran en estructuras arquitectónicas, que nos transportan a un determinado momento de la historia, como podría ser el caso del repique de las campanas, aquellas que se encuentran en la torre de la Catedral de Cochabamba y en el Templo de la Compañía de Jesús.
Al oír la palabra campana, al instante la memoria reconoce su sonido y forma, sin embargo con el paso del tiempo su repique parece haber perdido dominio, su tono para algunos incluso pasa inadvertido, opacado por el murmullo de la ciudad agitada.
De pronto, al atravesar por la plaza 14 de Septiembre, el revoloteo de las palomas al sonar las campanas de bronce ocasiona que la mirada dirija su atención como un escáner hacia la torre de la Catedral; pero, también nos hace preguntar sobre el valor y el significado que tuvieron estas en el pasado.
Al transitar por la galería sur de la Plaza Principal se encuentra la Catedral Metropolitana de San Sebastián, que es imponente por su estructura arquitectónica. Al observarla se puede tratar de calcular su antigüedad.
Archivos históricos relatan que fue construida sobre la base de dos iglesias durante el siglo XVI y XVII; pero, en su segunda reedificación, durante el siglo XVIII, recién se incluyó para su construcción la capilla del bautisterio y la torre de reloj, que tiene 126 pies de altura (38.5 metros), que impresiona con su cúpula de estilo neoclásico.
La primera construcción estaba realizada en adobe y recién durante la segunda intervención las autoridades comenzaron a usar piedra, arena y cal.
Inicio de los repiques en el valle del Siglo XVIII
En la torre de la Catedral suenan los cuerpos cóncavos de bronce y estaño, cada uno contiene en su interior un utensilio vertical colgante denominado “badajo”, que con el movimiento golpea su forma metálica, produciendo los tonos musicales de las campanas. Su estruendo hace estremecer a las paredes continuas, este eco nos permite imaginar otro tiempo.
De acuerdo a Teresa Gisbert y José de Mesa en su libro “Arquitectura Andina, Historia y Análisis” relatan que en los días del siglo XVIII, el entonces valle de “Villa de Oropeza” era mucho más poblado y rico que la mayoría de las villas
de España, ostentaba gran diversidad de personas que en aquel tiempo albergaba a españoles y a los nombrados criollos, mestizos e indios.
Estos autores también señalan que en ese momento la religión católica influía tanto en la sociedad que su edificación revelaba uno de los principales espacios dominantes. La Iglesia a través de su estructura reflejaba el poder compartido que tenía con el Estado.
Terminada ya la segunda reedificación de la Catedral, esta estructura era admirada por sus habitantes, por la imponente arquitectura que exhibía, acompañada en su torre por las campanas, las cuales con su repique indicaban los acontecimientos más importantes de la época.
En aquel tiempo las campanas eran un instrumento valioso para la población, ya que anunciaban los diversos actos religiosos o cívicos de la sociedad; además, indicaban las horas del día más importantes: el toque al amanecer, al mediodía y al atardecer, menciona Ángel Fraile de Pablo en una nota publicada por la revista española “Villa”.
Por supuesto el apresurado paso de los años ha dejado atrás algunos de los toques que emitían las campanas y que bien conocían y distinguían nuestros abuelos. Hoy esos sonidos se alojan en la memoria de algunas páginas de libro.
La Torre en nuestro tiempo
La Catedral es considerada una bella estructura arquitectónica de estilo barroco mestizo, a diario las columnas salomónicas de la galería son atravesadas por muchas personas y al transitar se escucha y observa todo un contraste de sonidos, desde el triste acordeón, hasta las monedas que compran un billete de lotería o el periódico.
Ya al ingresar, subiendo los seis o siete escalones de piedra a la puerta de la Catedral, puede verse el primer nivel de la estructura, donde a lado derecho se encuentra el altar con toda su admirable estructura colonial.
Para continuar con el recorrido y conocer el campanario el rector de la Catedral Metropolitana de Cochabamba, Marcelo Bazán, designó al encargado de comunicación Herbert Suárez, quien conoce minuciosamente la estructura.
Para llegar al campanario se sube por unos escalones, hasta llegar a la primera planta, donde se ubica el coro de la Catedral. Aquí se observa con más detalle los diferentes lienzos religiosos que se encuentran en la pared y que son valorados por su gran trabajo artístico; pero aún falta para llegar al segundo nivel.
Seguimos por el estrecho peldaño, que nos permite observar la textura agrietada de los muros, que reflejan su antigüedad. Es en éste nivel donde hallamos el primer cuarteto de campanas, ésta torre cuenta con el diseño de ocho espacios de los que solamente cuatro están ocupados.
Las campanas difieren una de otra por la procedencia y el tamaño que tiene cada una, dos de ellas cuentan con la inscripción de una fecha específica y un nombre tallado de manera estilizada; que según Herbert Suárez posiblemente fueron donadas por autoridades eclesiásticas de la época.
Pero, debemos seguir escalando hasta llegar a la cúpula de la torre, donde se observa cuatro espacios para campanas, pero solo dos de ellas están ocupadas. Suárez afirma que actualmente estas repican cada hora, gracias a un mecanismo moderno que hacen que suene de manera sincronizada con el reloj.
También todas las campanas de la torre indican de lunes a viernes la misa que se da a las ocho de la mañana por Monseñor Óscar Aparicio, actual arzobispo de Cochabamba.
“Los domingos las campanas repican tres veces por la mañana para anunciar las misas dominicales donde aproximadamente asisten unas cuatrocientas personas en los diferentes horarios” explica el comunicador.
Las campanas del Templo de la Compañía de Jesús:
Otra estructura emblemática que resuena en el noroeste de la plaza 14 de Septiembre, ubicada entre la calle Baptista y General Achá, es el Templo de la Compañía de Jesús.
Los archivos históricos señalan que su edificación comenzó a planificarse en 1716, cuando se establecieron los Jesuitas en Villa de Oropesa.
El actual párroco, Luis Palomera, comenta que este templo -que al principio no era parroquia- se construyó en 1730 y se estrenó el año 1756 y años más tarde pasó a ser Seminario menor San Luis.
El templo tenía tres naves como ahora, pero quedaba mucho por hacer y la fachada estaba inconclusa. Palomera asegura que para culminar la estructura se tuvo que atravesar un largo proceso de modificaciones y que en 1767 los jesuitas fueron expulsados por orden de Carlos III y el templo pasó a manos del Estado.
En 1827, ya en la República, el templo fue devuelto a las autoridades eclesiásticas y pasó a ser Iglesia Parroquial. Muchos años después se finalizó la construcción, agregando dos torres de estilo neogótico que ahora ya no están.
En 1952 los jesuitas regresaron a Cochabamba y se les entregó el templo parroquial. Entre 1959 y 1966 el templo fue profundamente refaccionado y remodelado por el arquitecto jesuita P. Enrique Comas.
Archivos históricos señalan que las dos torres de estilo neogótico que se encontraban en la fachada y que eran excesivamente pesadas, fueron sustituidas por dos “espadañas”, -denominadas así por ser campanarios de una sola pared-, para lograr el equilibrio del conjunto.
El párroco Luis cuenta que actualmente las campanas que funcionan en una de las torres fueron traídas de Alemania por el párroco Padre Javier Segura que muchos conocieron.
Caminando por estructura laberín- tica del templo, el párroco explica que aún en la actualidad el repique de las campanas animan y expresan alegría, o en algunos casos se tocan en memoria de algún fallecido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario