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domingo, 8 de septiembre de 2013

Cochabamba PATRIMONIO CULTURAL E HISTóRICO DE LA CIUDAD  Tras la historia del campo santo...

Casi 200 años de existencia. El cementerio es un escenario “vivo” que lucha contra el olvido y cuenta

con una silenciosa historia. Datos, fechas y situaciones que lo convierten en un centro de identidad cultural cochabambina que hay que conocer y preservar.

“¿Qué es lo que dice su señoría? ¿que los fieles creyentes no se enterrarán más en las iglesias? ¿De dónde viene ese pensamiento herético? ¿Vuestra señora estaría, por ventura, por la condenación de las almas cristianas, tan cruel y violentamente desterradas de lugar sagrado?

-Señor Cura -contestó el interpelado-, todo se halla compensado ante la divina misericordia.

La salud de los vivos exige el respetuoso alejamiento de los despojos humanos que deben entregarse sin reserva ni profanaciones al cumplimiento de los misteriosos fines de la muerte, sin que ello afecte a la religión y mucho menos a la salvación eterna”.

Este es uno de los fragmentos extraídos del libro de Héctor Cossio Salinas “La tradición en Cochabamba - Antología”, de la editorial “Los Amigos del Libro”, edición 1969, narrando los pasajes de la creación del cementerio de esta ciudad en un breve relato entre Miguel María de Aguirre, presidente departamental y Gerónimo de Cardona, cura de la Matriz.

Y continúa de la siguiente manera... “yo comprendo que la gratitud, la ternura paterna, la piedad filial, el amor y la consecuencia entre los esposos -sentimientos nobilísimos todos ellos- hayan fundado la costumbre de sepultar a los muertos en las iglesias no pudiendo hacerlo en su propia casa como sucedía en los tiempos patriarcales... pero... una necesidad superior: la de proveer a la conservación de la sociedad amenazada por las funestas exhalaciones de los templos, convertidos en vastos sepulcros que propagan las pestes y diezman las poblaciones, como lo venimos observando aquí y lo han hecho observar en iguales casos los médicos y estadistas de ultramar; esa necesidad, repito, impone reglas severas de higiene pública; reglas que, por otra parte, no impiden que el sentimentalismo se concilie con la salubridad”. finalizó.

De acuerdo al trabajo elaborado por los arquitectos Alexander Zenteno Veizaga y Andrés Loza Armand Ugón, denominado “Plan de uso de suelo - Cementerio General de Cochabamba”, antes de 1826 las prácticas coloniales de inhumación eran realizadas en los atrios, pórticos o patios de las iglesias sin preservar higiene y cuidados contra posibles contagios o infecciones.

Según datos históricos, Miguel María de Aguirre acudió a otro sacerdote (se dice que al “cura Oquendo”, quien participó de la emancipación en 1810), para la bendición del nuevo cementerio de la ciudad.

Éste se inauguró con el entierro de varios cadáveres que se trasladaron desde los templos. Es de esta manera, y luego de correos y quejas enviadas al Libertador Bolívar que el Gobierno Autónomo Municipal de Cochabamba emitió el Decreto Supremo del 25 de enero de 1826, respaldado y expedido por el Gran Mariscal de Ayacucho, -quien fungía en el cargo de la presidencia de la República-, que en uno de sus artículos enunciaba claramente “cualquier párroco que en lo sucesivo permitiera enterrar un cadáver en su templo sería irremisiblemente separado de su puesto sin derecho a obtener beneficio eclesiástico por 10 años”.

De esta manera se implementó el primer cementerio de la República, situación que lo convierte en el más antigüo de latinoamérica.

cambios en el tiempo

Los cementerios se convierten en pequeñas “ciudadelas” que muestran una parte de la historia a las futuras generaciones.

Este espacio sufrió varias transformaciones sucedidas en el tiempo. En 1863 se definió la primera ampliación del cementerio con un reglamento general y la venta de sitios bendecidos en el enterratorio público. En 1873 se aperturó el libro de registro con denotadas discriminaciones de sexo, edad y profesión. Se implementaron también dos categorías (1a y 2a). Se construyó la capilla con tres altares y se cercó el perímetro del cementerio para evitar que los animales realicen destrozos en el interior.

Uno de los años más significativos fue 1878 cuando la ciudad atravesó una hambruna y padeció la peste que incrementó los enterramientos a 2673. Esto implicó ampliar el cementerio en un tercer bloque o sector.

En 1880 se edificaron nichos con corredores y se erigió la primera fachada construida por Modesto Lavayén.

En 1892 se adjudicaron los primeros espacios para mausoleos, entre los cuales se encuentra el de la familia Anze. Las nuevas modificaciones al terreno obligaron a las autoridades a planificar el cementerio y se elaboró un reglamento nuevo.

Luego de esta ampliación le sucedieron muchas otras más.

De acuerdo a la información generada por Alexander Zenteno Veizaga y Andrés Loza Armand Ugón, en 1880 la ciudad retornó a la normalidad. Un periodo en el cual se siguió edificando nichos con corredores y se erigió la primera fachada construida por Modesto Lavayén.

En 1895 se destinó un espacio para la construcción de la plaza de ingreso y se sectorizó el cementerio en: nichos, mausoleos, personajes notables, perpetuidades, sector de entierro de indigentes y entierros por epidemia.

Ya al ingreso del nuevo siglo (1902) el Consulado alemán realizó la solicitud de dotación de un terreno para su cementerio; también se instaló el cementerio Laico.

Ese mismo año también se declaró la capilla en ruina y se solicitó la intervención para la refacción de la cúpula, la cual se reconstruyó en 1917.

Otro aspecto relevante en la historia del cementerio es que en 1919 se compraron 4.5 hectáreas para construir los nuevos mausoleos de personajes notables. Uno de los últimos movimientos se realizó en 1923 con la elaboración de un Plan Maestro para dar solución al desorden y los problemas de organización.

Desde esta fecha la situación de desorden y saturación del cementerio se ha incrementado de forma progresiva sin intervención alguna.

Entre noviembre 2008 y enero 2009 se realizó un levantamiento de información del cementerio, el cual registra en nueve tomos los datos de criptas, nichos, mausoleos, perpetuos y personajes célebres. Sin embargo no se cuenta aún con un Plan de Uso de Suelo que pueda definir sectores y organizar la administración integral del equipamiento. Un trabajo que viene realizando el Gobierno Autónomo Municipal de Cochabamba, a través del departamento de Patrimonio Territorial, a cargo de Sergio Vega Arnéz.

De igual manera este Departamento está gestionando diversas actividades, en “Día del Patrimonio y las Jornadas Patrimoniales”, entre ellas “la tertulia mitos, cuentos y leyendas del cementerio”, donde se volvió a enfatizar la importancia de este lugar.

EN LA ACTUALIDAD

Hoy el Cementerio General está rodeado por la ciudad y a la vez la refleja a través de su dinámica, su estratificación y sus problemas cotidianos. Abarca una superficie de 162.864 metros cuadrados divididos en 18 cuarteles y varios sectores como la capilla (sitios cripta memorable), indigentes, angelorio (recién nacidos) además de la administración.

Para los cochabambinos es importante preservar su historia, de no ser así la historia de un pueblo está condenada a perderse, el patrimonio debe ser pasado de generación en generación.

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