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lunes, 16 de septiembre de 2013

Del Libro “TARIJA, Bosquejo Histórico” de Tomás O’Connor d’Arlach Capitulo I

El día 22 de Enero de 1574, el virrey del Perú don Francisco de Toledo, firmaba en la ciudad de Chuquisaca, una provisión por la cual el capitán don Luis de Fuentes, distinguido caballero español, quedaba encargado de fundar en el valle de Tarija, extremo sur del virreinato del Perú, una villa con el nombre de San Bernardo de la Frontera, y dicho Fuentes era nombrado Capitán y Justicia Mayor así de la nueva villa como de toda su jurisdicción, que debía extenderse cincuenta leguas españolas, veinte por el lado de los Chichas y treinta por el de la región de los Chiriguanos(1).

Luis de Fuentes nació en la ciudad de Sevilla (España) y era hijo legítimo de don Pedro de Fuentes, natural de la Rioja y de Ana Vargas, de la misma ciudad de Sevilla. Después de haber fundado la villa de San Bernardo de Tarija y haber permanecido varios años en ella, se retiró en su vejez a Chuquisaca, en donde murió en el año de 1598.
Don Francisco de Toledo, que otorgó la provisión para que Luis de Fuentes fundara la villa de San Bernardo de Tarija, fue el quinto de los virreyes del Perú. Nació en la villa de Oropeza, diócesis de Toledo y era de familia noble y primo del gran duque de Alba, gobernador de los Países Bajos. A fines de 1568, el rey Felipe II le nombró virrey de Perú, cargo que ejerció desde 1569 hasta 1581, habiendo luego regresado a España, donde murió el 26 de Septiembre de 1584.
Si bien cometió la iniquidad de hacer matar al inca Tupac Amaru, desterrar a sus hijos y deudos y haber extinguido cruelmente la familia imperial de Manco Kapaj, lo que le mereció una fuerte reconvención del rey Felipe, fue por lo demás, un gobernante activo y laborioso. Bajo su administración en el Perú, se erigió el obispado de Tucumán, se trasladó la casa de la Moneda de Lima a Potosí, se fundaron, entre otras poblaciones, la villa de Oropeza en el valle de Cochabamba y la villa de San Bernardo en el valle de Tarija.
Una vez munido Luis de Fuentes de la cédula en que el virrey le encomendaba la fundación de la citada villa y de sus títulos de Capitán y Justicia Mayor de ella, logró reunir en las ciudades de Potosí y Chuquisaca, cuarenta y cinco españoles y un buen número de indios quechuas y nombró capellán al vicario del convento de Santo Domingo de Chuquisaca, quien había cooperado decididamente a la empresa de la fundación de la nueva villa, y que era el sacerdote español Padre Francisco Sedeño, el mismo que más tarde fue el fundador del templo y convento de Santo Domingo en Tarija.
Organizada así la expedición, y después de haberse despedido personalmente del virrey y miembros de la Real Audiencia de La Plata, emprendió su marcha con rumbo al Sud.
“Vencida, dice el Padre Corrado(2) la formidable sierra que amuralla por la parte del Poniente la llanura de Tarija (3) hizo alto la expedición a la falda de la Calama, en un paraje habitado por los pacíficos Tomatas, quienes recibieron a los nuevos huéspedes con mucha alegría, como a sus futuros defensores contra la ferocidad chiriguana.
“Mientras una tranquila y exacta exploración topográfica enseñase el lugar más adecuado a la formación de la proyectada villa, mandó Luis de Fuentes erigir allí un pequeño oratorio en donde los nuevos pobladores pudieran cumplir sus deberes religiosos, e hizo restaurar unas paredes viejas que allí se encontraron y que podrían servirles interinamente como de fuerte para defenderse de cualquier atentado de los salvajes.
“La estación de la colonia española en aquel sitio no fue larga. Tres leguas más al Sur, sobre la ribera izquierda del Nuevo Guadalquivir, al pie de una pequeña loma, extendíase una espaciosa y llana meseta. Parecióle a Luis de Fuentes la parte más cómoda del valle; mandó desembarazarla de la arboleda y maleza que la cubrían, y con las formalidades acostumbradas, tiró las primeras líneas de la Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarixa. Era el 4 de Julio de 1574, reinando en España el señor don Felipe II, y ocupando la Silla Apostólica el Sumo Pontífice Gregorio XIII. Seis días después se señaló en la plaza el sitio para la construcción de la Iglesia mayor, la cual quiso que se dedicase a la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora”.
Además de Luis de Fuentes y el Padre Francisco Sedeño, los principales españoles fundadores de la ciudad de Tarija, fueron: Francisco Chávez, Juan Durán, Alonso de Baeza, Pedro Fernández, Gonzalo Martín Hachero, Juan Rodríguez, Antonio Esquete, Diego Recio, Diego González, Alonso García, Juan de Valladolid, Juan García, Francisco Bravo, Domingo Hernández, José Guerrero, Juan Masías, Juan Redondo, Álvaro Ortiz, Vicente Añez, Juan de Obregón, Juan Pizarro, Juan de La Puente, Pedro Quijada, Hernán López, Francisco de Solíz, Pedro Suárez, Álvaro Sánchez. Pedro Fernández de Alava, Gerónimo Ortega, Juan Pedrero, Gaspar de la Rúa, Juan Cortés, Rodrigo Quiroga, Alonso de Ávila, Francisco Fernández Maldonado, Jaime de Luca, Antonio Domínguez, Gutierre Velasquez, Hernán González, Blas González Cermeño, Francisco Ortiz, Juan de la Vega y Diego de Palacios.
Pocos días después de la fundación de la villa, quedó organizado su Cabildo o Municipalidad, cuyos miembros fueron elegidos por el virrey, y no por el voto del pueblo, como debe ser y fue posteriormente, por la sencilla razón de que en aquel primer año de la fundación de la villa, no había elemento suficiente para hacer una elección popular.
Este Ayuntamiento, el primero que tuvo la villa de San Bernardo de Tarija, se componía de los alcaldes Antonio Domínguez y Gutierre Velásquez; de los regidores Jaime de Luca, Blas Gonzáles Cermeño, Francisco Ortiz y Hernán Gonzáles. Diego de Palacios fue nombrado procurador, Juan de la Vega mayordomo y Francisco Fernández de Maldonado escribano, habiendo el hidalgo don Alonso de Ávila obtenido el cargo de tesorero de la real hacienda(4).
Al principio el Ayuntamiento sesionaba en la casa de Luis de Fuentes, que se edificó en la plaza que es la que hoy lleva su nombre, y que estaba situada en la acera del Poniente, hasta que se acabó de edificar el edificio llamado Cabildo, en el cual, a más de la gran sala capitular, había otra destinada al archivo, otra para el depósito de las armas y dos que servían de cárcel.
Las primeras habitaciones de los españoles se construyeron cerca de la colina llamada de San Juan, donde pocos años más tarde, hacia el de 1578, se edificó la ermita consagrada, a San Juan Evangelista. Luis de Fuentes, en recuerdo del río que baña a Sevilla, su país, puso al hermoso río que pasa por la ciudad de Tarija, el nombre de Nuevo Guadalquivir.
En una carta que el primer Cabildo dirigió a la Real Audiencia de La Plata, tres meses después de la fundación de Tarija, el 29 de Octubre de 1574, le decía: “poblamos a cuatro de Julio en un sitio bueno y llano cerca del río principal; por medio del pueblo va una acequia de ocho pies de ancho y por la parte de arriba va otra del mismo ancho. La tierra, a lo que hasta agora ha mostrado, es fértil, y creese se darán en ella viñas y olivares y otras cualesquiera plantas. Es muy ancho el valle, que por partes tiene más de seis leguas y de largo habremos recorrido hasta diez leguas. Tiene muchos ríos y arroyos de muy estimadas aguas que riegan la mayor parte del valle. Es mucha tierra que hay aquí para poblar una insigne ciudad. Hay en los ríos mucho pescado de diferentes géneros, y en el valle mucha caza así de volatería como de montería; porque hay venados y urinas, y en lo alto, vicuñas y guanacos; hay palomas, perdices, patos, garzas, bandurrias y otros géneros de aves. Hay también mucho ganado vacuno cimarrón y puercos, y el ganado vacuno es en tan gran cantidad, que en esta provincia no se halla otra dificultad sino en haberlo, por el daño que hace en las sementeras y que los toros hacen en ellas por ser muchos, y en los indios y los españoles, por ser muy bravos”(5).
Esta gran cantidad de ganado montaraz que Luis de Fuentes y sus compañeros encontraron en Tarija, es una prueba de que algunos años antes que ellos, ya otros españoles habían estado en el fértil valle, que era conocido con su mismo nombre, mucho antes de la fundación de la villa de San Bernardo de Tarija, como veremos más adelante.
La ciudad de Tarija, que se levanta en la última ramificación de la cordillera oriental de los Andes, está a 1,957 metros de elevación sobre el nivel del mar. Su latitud Sur es de grados 21:—32” —11” 3, y su longitud Oeste del meridiano de París, 67, 5—25” 5, y 5 décimos de segundo.
El Reverendo Padre Corrado, a quien los tarijeños debemos imperecedera gratitud, porque salvó del olvido los principales hechos de nuestra Historia, compulsó con tanta paciencia como erudición los documentos que yacían cubiertos de polvo en nuestros archivos y fue el primero que escribió la historia de los primitivos tiempos de la ciudad de San Bernardo de Tarija, dice en su libro:
“No llano sino ondeado y cortado bizarramente por muchas y elevadas colinas, más bien que valle, el de Tarija, es un grupo de valles.
“Bajo un sol tropical y regado en la mitad del año por frecuentes y abundantes lluvias, ostentaba, antes que lo violara la mano del hombre, todo el lujo de una vegetación opulenta. Sus arroyos corrían frescos y puros por entre tupidos cañaverales coronados de sauces; una alfombra de perpetua verdura cubría sus mesetas; frondosos y robustos árboles sombreaban sus honduras y cañadas y hasta en las laderas de las escarpadas sierras que lo circundan criábanse helechos y raíces aromáticas (6).
“La opinión común, apoyada en antiguas tradiciones, y confirmada por las observaciones geológicas, afirma que esta gran cuenca en cuyo fondo está Tarija, rodeada completamente de cerros, estuvo en otro tiempo repleta de un inmenso depósito de aguas, las cuales, en las grandes crecientes extraordinarias de que se hallan evidentes vestigios, y en las ordinarias, desbordándose por la orilla más baja de la serranía, que las represaba, fueron abriendo la brecha que con el nombre de Angostura, se observa al S.E. del valle de la Concepción. Ella es aún hoy el único canal por donde se desaguan los muchos y copiosos arroyos y ríos que bañan todos estos valles y se incorporan al principal, honrado por los primeros pobladores españoles con el nombre de Guadalquivir. Este, después de haber entrado a la referida Angostura, lánzase por un salto a tierras fragosas, se enriquece con las aguas de los valles de Salinas e Itau, y sigue su curso con el nombre de Río de Tarija, hasta encontrarse cerca de Oran con el Bermejo que le quita el nombre, y recorriendo juntos el territorio del Gran Chaco (7) desemboca en el Paraguay".
“Este valle, dice el naturalista francés doctor Hugo A Weddell(8) tiene el aspecto de un inmenso canal, y tal sin duda fue en otro tiempo su destino. Las colinas esparcidas por su superficie y que se elevan en algunos puntos a una considerable altura, atestiguan evidentemente, que él fue recorrido por unas corrientes mucho más impetuosas de las que surcan hoy su suelo. En las inmediaciones de la ciudad se hace más evidente la naturaleza diluvial del terreno. Este está cortado en todas partes por hondos barrancos que se cruzan de mil maneras, formando verdaderos laberintos, y dejan de trecho en trecho aisladas unas eminencias de las formas más bizarras. La más simple observación de esas moles o de las paredes de esos barrancos, demuestra que el suelo del valle de Tarija está formado hasta una profundidad muy considerable, de un inmenso lecho de limo, cuyo origen es debido a un agua tranquila, ya a una corriente, como parecen probarlo las capas de guijarros que acá y allá se intercalan en el seno de la masa limosa”.
Aparte de la gran riqueza agrícola y pecuaria y la variedad de maderas y plantas de sus paradisíacos bosques, el valle de Tarija posee un tesoro en la inmensa cantidad de fósiles que guarda en su suelo.
“Los aluviones de la llanura de Tarija son ricos en vertebrados fósiles, y esta riqueza es conocida hace más de tres siglos. Desde el año de 1602, Diego de Asalo y Figueroa hablaba ya de las osamentas de los alrededores de Tarija” (9) de las que se han ocupado notables viajeros y hombres de ciencia, como el sueco Barón de Nordeskjold, el francés doctor Weddell, el argentino señor Carlés y muchos otros.
Son numerosas las comisiones científicas europeas que han venido a Tarija y han llevado grandes cantidades de fósiles a Europa. Son tarijeños los mejores ejemplares que se ven actualmente en los museos de Buenos Aires y de Berlín.
“Los restos de dentados y de paquidermos son relativamente numerosos, y dominan los géneros mastodonte, equos, megatherium, mylodón, clyptodón, etc.
“Es difícil, por ahora, dice Mr. Dereims, precisar la edad de los aluviones de las llanuras de Tarija, a que no podrá hacerse sino después del estudio completo de toda su fauna. Los mastodontes, en efecto, han vivido durante el período mioceno superior, el plioceno y el pleistoceno; pero los géneros megatherio, mylodón y clyptodón, dan a la fauna un aspecto pleitoceno, y es probablemente a esta época cuaternaria, que pertenecen los sedimentos de Tarija (10).
Es extraordinario el número de fósiles que se encuentran en el territorio tarijeño, y nos inclinamos a creer que la mayor parte de éstos, son de animales que vivieron en la época terciaria, contemporáneos de los mismos cuyos fósiles se encuentran en la República Argentina, particularmente en la provincia de Buenos Aires.
Se encuentran también muchas chullpas, o antiguos sepulcros indígenas, que por su estilo parecen ser de quechuas, que quizá llegaron hasta aquí en tiempos de las conquistas de los Incas.
Casi todo el valle está cubierto por una vegetación espléndida y abundan los árboles, plantas, frutas y aves de toda clase.


(1) El significado de la palabra chiriguano, es este: En una Relación que el Padre Diego Felipe de Alcayá, cura de Mataca, elevó ante el marqués de Montes Claros, virrey del Perú, sacada de la que el capitán Martín Sánchez de Alcayá, su padre, dejó hecha como conquistador de la Gobernación de Santa Cruz de la Sierra, leemos: "Llegaron los indios, (chiriguanos), prisioneros, a la presencia del Inca, y fueron puestos por su mandato, desnudos, en los extremos más altos de unos cerros nevados, (en el Perú) atados de pies y manos, y allí, con guardia que les puso, pasaron la noche y amanecieron muertos. Sabido por el Inca, levantándose de su asiento muy contento exclamó: allá chiripiguañuchini!, que quiere decir: así les he dado escarmiento en el frío; pues en quichua, chiri, es frío y guana, escarmiento, de donde les quedó hasta hoy el nombre de chiriguanos.
(2) El colegio franciscano de Tarija y sus misiones.
(3) La altura de la cordillera en la cumbre de Iscayachi por donde pasa el camino del Norte, es de 3,621 metros de elevación sobre el nivel del mar; y en la de Calderilla, por la cual cruza el camino del Sud, es de 3,742 mts. (Observación del Padre Gerónimo Lavagna).
(4) En Villa Abecia, existe un retrato de un descendiente del hidalgo Alonso de Ávila.
(5) Libros de Cabildo de Tarija.
(6) El Colegio Franciscano de Tarija y sus Misiones.
(7) Llámase Chaco, dice Alcedo, en su Diccionario Americano, y con más propiedad Chacú, que en quichua significa junta o compañía, porque allí se juntaron los indios de muchos países, huyendo de las conquistas de los Incas y después de los españoles. El erudito Padre Honorio Mossi, dice que Chacu en quichua significa casa de fieras, y en guaraní reunión de muchos entre los montes. Gramática de la lengua Gral. del Perú, o quechua.
(8) Voyage dans le sur de la Bolivie.
(9) Miscelánea Austrial. — Lima, 1602
(10) Informe del ingeniero geólogo Alfredo Dereims. - La Paz 1906.


Del Libro “TARIJA, Bosquejo Histórico”
de Tomás O’Connor d’Arlach
Editorial Don Bosco
La Paz – Bolivia. 1974

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