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martes, 26 de mayo de 2015

El paso del “Che” por Tarija y el misterio de la Casa de Piedra

Eran gente buena, muy buena”, comienza su relato don Hilarión Zenteno Gutiérrez, recordando a los jóvenes extranjeros que llegaron para habitar la Casa de Piedra, que trae a la memoria la Casa de Calamina de Ñancahuazú y que hoy es más conocida como la Casa del “Che”.

Según los que la conocieron antes de que se convierta en un puesto militar, se trataba de una pequeña casa debajo de la cual, luego del fracaso de la Guerrilla de Ñancahuazú, se construyeron túneles que actualmente son difíciles de localizar, pues fueron cubiertos.
Don Hilarión tiene 94 años y es el habitante más antiguo de la zona, un lugar ubicado entre la comunidad de Sidras y Emborozú. Él ayudó a construir y vivió en la Casa de Piedra. Se trata de un hombre que conserva su vitalidad y sigue trabajando como lo ha hecho toda su vida.
Su mente aún lúcida está a la par de su carácter amable. Son muchas las personas que vinieron a preguntarle por el “Che” y no le sorprende para nada nuestra visita. De esta manera, nos invita a sentarnos en un tronco que le sirve de asiento para descansar de la labor de cortar leña.
“Yo lo he conocido una vuelta, cuando yo tenía un dolor de cabeza y he oído que era doctor, he ido a ver si me podía administrar un remedio para el dolor de cabeza, una pastilla, entonces ha llamado a la enfermera que tenían ellos, Tania. Ella me ha tomado el pulso me ha visto con sus aparatos que tenían y me ha dado unas pastillas para que tome”, cuenta don Hilarión recordando la primera vez que vio al “Che” Guevara.
“Yo le he preguntado ¿cuánto cuesta esto señor? para pagarlo. Noooo, me ha dicho, nosotros no venimos a cobrar o hacer negocios con los campesinos, nosotros venimos a tratar de ayudarles en algo”, relata.
La casa de piedra se encuentra en un lugar que fue desmontado por don Hilarión para el antiguo dueño, don Luis Alberto Ortiz, con quien trabajó muchos años, en los que logró ahorrar el dinero necesario para comprar las tierras que ahora posee.
Se trata de una zona boscosa que forma parte de la serranía boliviano-tucumana, un lugar que en verano soporta un calor extremo y en invierno crudos fríos debido a la humedad.
Actualmente la casa se encuentra en manos del Ejército Boliviano, se trata de un puesto militar que permite vigilar la zona fronteriza y especialmente la Reserva de Tariquía, que es un área protegida y una zona susceptible al tráfico ilegal de madera.
No está permitido ingresar al interior de la casa pero don Hilarión recuerda que tiene tres cuartos y una pequeña galería. “Tenía todo, chimenea y en el cuarto pequeño del frente, ahí vivía yo”, dice recordando los años en los que trabajaba para el dueño de la propiedad.
“Un día vino un cochabambino y compró la propiedad, decía que iba a fabricar alimento para criar chanchos y gallinas, después vino otro porque ése, sólo era un comisionado del Che”, infiere don Hilarión.
Con el tiempo y durante tres años, según los recuerdos de don Hilarión, fueron llegando diferentes personas, una tras otra, de diferentes países, entre ellos Ernesto “Che” Guevara.
“Yo al señor no lo he conocido por `Che´ Guevara, lo he conocido por Carlos Bayer y cuando lo han matado han venido los militares y me han mostrado fotos, me han preguntado ¿usted lo conoce a éste? Los he conocido a todos, aquí ha venido mucha gente extranjera de Argentina, de Brasil, de Chile de Europa, era gente muy buena”, reitera.
Don Hilarión comenta que vive 67 años en el lugar. Las fechas y los años son ese tipo de datos que se le escapan. “Creo que era por los años 60 más o menos, no me acuerdo, si uno supiera que nos van a pedir la historia uno se anotara”, lamenta.
De acuerdo a la información encontrada sobre esta base logística de los guerrilleros, se ha podido determinar que se trataba de la base de entrenamiento a cargo de Jorge José Ricardo Masetti, ahí debía llegar posteriormente el “Che” Guevara, pero de su presencia no se tiene certeza. Sin embargo, don Hilarión asegura que entre ellos distinguía al “Che” Guevara e insiste.
“Yo no lo he conocido como `Che´ Guevara sino como Carlos Bayer, a mí me preguntaban del `Che´ Guevara, un barbón y yo les decía aquí no ha venido ningún barbón, yo le he conocido al natural”, explica e insiste que en ese tiempo no tenía barba y su cabello era corto.
Yola Ontiveros en ese entonces era una joven adolescente y aunque no puede precisar qué edad tenía, recuerda que visitó la casa varias veces. “A mi papá le gustaba mucho la palta, y sólo ellos tenían palta, entonces nosotros íbamos a traer palta a caballo. Él sabía estar ahí y nos decía, entren, escojan las que están mal y bótenlas y llévense las que están bien”, cuenta la misma Yola.
“Era un hombre alto, grande, a ratos yo tenía miedo, sobre todo cuando entraba a un lugar como un callejón, donde tenían amontonadas las paltas. Decía… por qué mi papá me ha mandado aquí, tenía miedo pero ellos eran buenos”, recuerda.
En la actualidad los campesinos que habitan la zona se dedican fundamentalmente a la producción de cítricos. Sus casas se yerguen ocultas entre la espesura del bosque y las plantaciones de árboles frutales, por lo que al caminar por la zona el lugar parece desierto. Hoy hay vías camineras que facilitan el acceso, lo cual no ocurría por esa época.
“Ellos tenían tres vehículos, incluso a mis hijos ellos los recogían en la mañana y los llevaban a la escuela. A las doce del mediodía iban y los recogían, andaban en movilidad mis hijos”, comenta don Hilarión riendo divertido al recordar esos años en los que las tierras que hoy habita eran mucho más inhóspitas y sus hijos tenían una especie de transporte escolar particular gracias a los guerrilleros.
Su nuera, Yola Ontiveros Armella, es esposa de su hijo mayor a quien los habitantes de la Casa de Piedra le ofrecieron llevarlo a estudiar a Rusia. “Pero don Hilarión, su papá, no quería”. “No- dice don Hilarión- yo no quería, era mi hijo y por ahí no lo volvía a ver nunca más”, confirma.
De acuerdo a la investigación de Gustavo Rodríguez Ostria, (Bolivia en el ciclo guerrillero, 1963-1970), la Casa de Piedra fue el lugar de entrenamiento del “Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP)”, con la Operación Sombra, cuyo objetivo no era tomar el poder en Bolivia ni usarlo como teatro de operaciones, sino utilizar su territorio como base logística y zona de tránsito hacia la Argentina (…) Al mando se hallaba Jorge Masetti, periodista, amigo y compatriota del Che. Participaba también Ciro Bustos, el `Pelado´. Luego, consolidada la fase de apertura, vendría el Che”.
Don Hilarión los recuerda como jóvenes aventureros que conocían muy bien la zona, andaban por todos lados, por los lugares más difíciles, se colgaban y descolgaban. Muchas veces dejaban rastros de su paso por la selva. “Tenían remedio para la picadura de víbora, yo me he encontrado dos. Ellos sabrían ponerse a descansar y se olvidaban ahí en el monte, tenían de todo, hartos medicamentos”, asegura. Recuerda especialmente a un paraguayo que conocía muy bien la zona. “Una vez han venido a buscarlo, la Policía o algo así y él se ha ido por el monte, hasta llegar al Paraguay a pie”, cuenta y ríe divertido recordando la hazaña.
Explica que permanentemente habían tres o cuatro habitantes en la casa “pero después venía gente de todo ello, extranjeros y bolivianos. “Él no siempre estaba ahí”, dice refiriéndose al “Che” “él iba y venía”, afirma.
Don Hilarión fue testigo de las prácticas militares de los guerrilleros que utilizaban la zona buscando completar el entrenamiento necesario para iniciar la guerrilla argentina. “La Tania era una mujer simpática, charladora y buena. Yo he descubierto lo que iban a tiro al blanco, ella era guapa para el tiro al blanco, parece que le ganaba a los demás”, recuerda entre risas don Hilarión.
Además, cuenta que una vez que se intensificaron los rumores de la existencia de un foco guerrillero en el Chaco boliviano se encontró una caja de municiones y armamento en Campo Raña, una zona de la frontera con Argentina que antes perteneció a Bolivia. “De ahí hemos dicho… estos son los guerrilleros que dicen”, afirma.
Sin embargo, para los campesinos de la época, el término guerrillero tenía una connotación negativa por lo que les costaba asociar a esos hombres amables con esa palabra. “Por aquellos años,- recuerda Yola, su nuera- en las comunidades corría el rumor de que los guerrilleros andaban por la zona pero nosotros no creíamos, no… como van a ser éstos los guerrilleros, decíamos”
El ejército boliviano al parecer no tenía, en aquella época, ninguna sospecha de la estancia de guerrilleros por la zona, ya que según recuerda don Hilarión, “los del ejército, cuando había gente ahí, (gente extranjera), el Jefe de Frontera, un sargento, capitán; venían en su volqueta y pasaban, nunca han sido capaces de venir a preguntar qué oficio tienen ustedes a ellos, venían y se iban”, cuenta.
Algo que llamaba la atención de los campesinos es que los extranjeros manejaban mucho dinero. “Yo cuidaba las ovejas y ellos venían y compraban, eran pagadores bárbaros”, explica Yola, quien veía a los guerrilleros en el pueblo. Iban de tiempo en tiempo para abastecerse de alimentos.
Según don Hilarión, ellos se aprovisionaban en Tarija o cruzaban la frontera porque en esa época en La Mamora y las comunidades cercanas no había nada para comprar.
“Hemos vivido tranquilos. Yo tenía vacas, venían a que les venda leche, mi mujer hacía queso, eso también compraban y ellos traían cualquier cosa para regalarnos a nosotros. Eran gente buena. Yo tenía una vaca que era metida a mala para los perros y una vuelta se ha metido a ese lado, y por seguir al perro la vaca ha ido donde el tipo ese que no me acuerdo su nombre y lo ha querido cornear y él le ha disparado. He ido, él me ha dicho, me ha querido cornear, por defenderme la he matado y me ha pagado la vaca”, relata.
Añade que en determinado momento, cuya fecha no logra precisar, los habitantes de la Casa de Piedra se fueron. Esto pudo ser cuando los guerrilleros iniciaron su incursión en territorio argentino.
Esto querría decir que los guerrilleros estuvieron en la Casa de Piedra sólo un año y según recuerda don Hilarión y su nuera Yola, permanecieron en la zona por lo menos unos tres años. ¿Pudo suceder que luego del fracaso de la guerrilla en Argentina se hubiera seguido utilizando la Casa de Piedra como base logística de la próxima incursión guerrillera en Ñancahuazú?
En la Casa de Piedra dejaron a un “casero”, quien vivía allí con dos mujeres. “Cuando se han ido, han dejado un sargento, de Bolivia era. Ese era malo. ¡Uhhh! era malo yo tenía un fusil paraguayo que me han regalado y él me lo ha hecho quitar, era lindo mi fusil”, dice Hilarión.
De acuerdo al relato de don Hilarión, en una ocasión quiso pegarle en un incidente surgido debido a que el “casero”, a quien recuerda como Santiago, encontró un cargamento de armas y no supo mantenerlo en secreto.
“Yo en su lugar no hubiera dicho nada pero él andaba contado a unos y otros y las autoridades se han recogido las armas, él ha pensado que fui yo él que les dijo y me ha preguntado, ¿no ha sido usted? Y yo le he dicho y ahora… qué le parece si yo lo denunciara y me ha querido pegar, malo era”, rememora.
Dice que el casero estuvo en la casa hasta que se tuvo noticias de la muerte del “Che” en Ñancahuazú. “Entonces él ha agarrado y se ha ido escapando en su jeep, llevando algunas armas, primero les ha mandado a las mujeres y luego él se ha ido”, recuerda.
Don Hilarión asegura que ha quedado armamento de los guerrilleros en la Casa de Piedra y también en el monte, por la zona. “Las armas estaban en bolsas de nylon muy gruesas”, agrega.
Una vez abatida la guerrilla del Ñancahuazú, los pobladores de la zona tuvieron la certeza de que su comunidad había sido escenario de los movimientos guerrilleros de la época.
“Cuando ha sido eso ha venido una comisión ha notificarme que tengo que presentarme al Comando, he ido yo, he dado mi declaración, cómo lo he conocido les he dicho y al coronel le he dicho cómo van a romper las puertas. Me extraña mucho, dice que son militares pero muy cobardes como van a ir así a patear puertas, por qué no iban cuando él estaba ahí”, dice don Hilarión.
Aparte del testimonio de don Hilarión Zenteno y los comunarios de la zona, no existen registros que certifiquen la estancia del “Che” en la Casa de Piedra de Emborozú, pero tampoco los hay que la descarten.
El Regimiento Padilla de Tarija que está a cargo de este puesto militar no guarda registros históricos de este momento de la historia boliviana. Sin embargo, en la memoria de los pobladores de la zona el “Che” Guevara fue junto con otros guerrilleros, habitante ocasional de la casa que sin duda sirvió de centro de operaciones y de lugar de entrenamiento para los guerrilleros que se preparaban para llevar adelante la revolución en Argentina.

Inmolación de los habitantes de la Casa de Piedra

De acuerdo al relato de la investigación de Gustavo Rodríguez Ostria, “Bolivia en el ciclo guerrillero, 1963-1970”, la aventura destinada a hacer la revolución en Argentina comenzó luego del fracaso de un intento en Perú. El lugar para establecer la base logística se eligió tomando en cuenta la cercanía con la frontera argentina y las características del ecosistema que eran propicias para las actividades clandestinas. “Pusieron en marcha el mismo equipo que colaboró con los peruanos. Rodolfo Saldaña y José Luis Tellería estaban al frente”. Bajo la pantalla de un ingeniero agrónomo comunista, de apellido Murrillo, adquirieron, con recursos proporcionados por los cubanos, una propiedad en Emborozú, cerca del río Bermejo que marca el límite con la frontera argentino-boliviana. Allí, en la Casa de Piedra, completaron su entrenamiento. El 21 de junio, el reducido grupo ingresó desde la Casa de Piedra por primera vez a territorio argentino. Este vaivén entre ambos países duró hasta inicios de 1964, cuando la pequeña columna se trasladó sin retorno a territorio argentino. Mal concebida y sin contactos con su entorno social sucumbió en pocos meses.
El líder de ese grupo, José Ricardo Massetti, dejó escritas estas palabras antes de desaparecer internándose en el monte el 21 de abril de 1964. “Ahora llevamos recorridos más de un centenar de kilómetros en el mapa, aunque en realidad son muchísimos más. Nuestro contacto con el pueblo es desde todo punto de vista positivo. De los collas aprendimos muchas cosas, y los ayudamos todo lo posible. Pero lo más importante es que quieren pelear...Es ésta una región en que la miseria y las enfermedades alcanzan el máximo posible, lo superan. Impera una economía feudal. Quien venga aquí y no se indigne, quien venga aquí y no se alce, quien pueda ayudar de cualquier manera y no lo haga, es un canalla”.

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