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sábado, 21 de mayo de 2022

La impronta inca en Bolivia (1470-1540 d. C.) - Balance

Según la información etnohistórica, la presencia imperial no es mayor a un siglo en esta parte de los Andes. Sin embargo, son grandes los cambios desarrollados por las poblaciones locales en ese tiempo. Uno de los más relevantes fue el nuevo orden territorial que experimentaron las poblaciones en relación a los cambios políticos desarrollados. Una muestra tangible de esos cambios es la presencia de la red vial inca y el establecimiento de tambos como áreas de congregación poblacional para la formación de provincias y nuevas estructuras territoriales de las poblaciones anexadas al Imperio.

Otro de los aspectos llamativos fue el crecimiento de la producción a todos los niveles, muy significativo en términos de agricultura, ganadería, minería y, seguramente, también en relación a la producción de bienes y artefactos que demandaron altos niveles de especialización.

Ese hecho hizo que los afanes expansivos y la obtención de nuevos productos se convirtieran en la motivación del nuevo orden imperial. Por ello, el establecimiento de fortalezas y el traslado de gente foránea fue uno de los hechos que marcó la dinámica del último tiempo y el momento en el que irrumpió la colonia española.

A nivel social, el impacto del Imperio produjo un ambiente globalizador, a partir del establecimiento de símbolos homogéneos y la circulación de bienes y servicios que trataban de anular las características mantenidas por los grupos en tiempos anteriores. Uno de los rasgos más llamativos tiene que ver con el aparato religioso y la institucionalización de un nuevo orden ritual que marcó a dichas poblaciones, incluso hasta ahora. Las peregrinaciones a la Roca Sagrada en el Titicaca fue uno de los elementos simbólicos más relevantes en ese sentido.

Por otra parte, la homogeneización de los materiales y el sincretismo que el Imperio logró de las tradiciones andinas más relevantes, convierten a los incas en la síntesis de la cultura y la tecnología acuñada en más de un milenio en los Andes. Por todo ello, y por el tiempo en que esto fue logrado, se constituyen en el desarrollo político más relevante de esta región de América. Sin embargo, por su fuerza e impacto, el sistema imperial no podía mantenerse mucho en el tiempo. Debido al grado de organización y al impacto ocasionado en las poblaciones locales, es un sistema que estaba produciendo reacciones adversas en muchas partes del territorio. Un ejemplo claro es la rebelión de los huancas, quienes lograron realizar alianzas con los españoles en contra del sistema establecido. Esa situación –sin duda– se dio en muchas partes de los Andes, implicando aspectos desestabilizadores que no se podían controlar.

Dicho panorama es el que encontraron los españoles, sumado a conflictos políticos al interior de la élite gobernante y a un afán expansivo hacia las Tierras Bajas que estaba en su auge. Probablemente, todos esos aspectos mostraban una estructura debilitada y/o vulnerable para la avanzada de un nuevo orden. A ello se debe agregar el aspecto mítico, que planteaba la llegada de un nuevo líder, el cual fue mimetizado con los españoles.

Muchas son las teorías acerca de cómo 200 hombres en Cajamarca sometieron a un Imperio de millones de habitantes. Lo cierto es que si todo hubiera estado a favor del sistema en el que las poblaciones vivían, los españoles no habrían logrado el control del Imperio. Como se verá en el siguiente volumen, la Colonia marcó un nuevo contexto para las poblaciones andinas, seguramente como parte de un destino que no se podía evitar, y que era parte ineludible de la secuencia diacrónica en los Andes.

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