Según la información etnohistórica, la presencia
imperial no es mayor a un siglo en esta parte de
los Andes. Sin embargo, son grandes los cambios
desarrollados por las poblaciones locales
en ese tiempo. Uno de los más relevantes fue
el nuevo orden territorial que experimentaron
las poblaciones en relación a los cambios políticos
desarrollados. Una muestra tangible de
esos cambios es la presencia de la red vial inca
y el establecimiento de tambos como áreas de
congregación poblacional para la formación de
provincias y nuevas estructuras territoriales de
las poblaciones anexadas al Imperio.
Otro de los aspectos llamativos fue el crecimiento
de la producción a todos los niveles,
muy significativo en términos de agricultura,
ganadería, minería y, seguramente, también en
relación a la producción de bienes y artefactos
que demandaron altos niveles de especialización.
Ese hecho hizo que los afanes expansivos y la
obtención de nuevos productos se convirtieran en
la motivación del nuevo orden imperial. Por ello,
el establecimiento de fortalezas y el traslado de
gente foránea fue uno de los hechos que marcó
la dinámica del último tiempo y el momento en
el que irrumpió la colonia española.
A nivel social, el impacto del Imperio
produjo un ambiente globalizador, a partir del
establecimiento de símbolos homogéneos y la
circulación de bienes y servicios que trataban de
anular las características mantenidas por los grupos
en tiempos anteriores. Uno de los rasgos más
llamativos tiene que ver con el aparato religioso
y la institucionalización de un nuevo orden ritual
que marcó a dichas poblaciones, incluso hasta
ahora. Las peregrinaciones a la Roca Sagrada en
el Titicaca fue uno de los elementos simbólicos
más relevantes en ese sentido.
Por otra parte, la homogeneización de los
materiales y el sincretismo que el Imperio logró
de las tradiciones andinas más relevantes, convierten
a los incas en la síntesis de la cultura y
la tecnología acuñada en más de un milenio en
los Andes. Por todo ello, y por el tiempo en que
esto fue logrado, se constituyen en el desarrollo
político más relevante de esta región de América.
Sin embargo, por su fuerza e impacto, el
sistema imperial no podía mantenerse mucho en
el tiempo. Debido al grado de organización y al
impacto ocasionado en las poblaciones locales,
es un sistema que estaba produciendo reacciones
adversas en muchas partes del territorio. Un
ejemplo claro es la rebelión de los huancas, quienes
lograron realizar alianzas con los españoles
en contra del sistema establecido. Esa situación
–sin duda– se dio en muchas partes de los Andes,
implicando aspectos desestabilizadores que no se
podían controlar.
Dicho panorama es el que encontraron los
españoles, sumado a conflictos políticos al interior
de la élite gobernante y a un afán expansivo
hacia las Tierras Bajas que estaba en su auge.
Probablemente, todos esos aspectos mostraban
una estructura debilitada y/o vulnerable para
la avanzada de un nuevo orden. A ello se debe
agregar el aspecto mítico, que planteaba la llegada
de un nuevo líder, el cual fue mimetizado
con los españoles.
Muchas son las teorías acerca de cómo 200
hombres en Cajamarca sometieron a un Imperio
de millones de habitantes. Lo cierto es que si
todo hubiera estado a favor del sistema en el que
las poblaciones vivían, los españoles no habrían
logrado el control del Imperio. Como se verá
en el siguiente volumen, la Colonia marcó un
nuevo contexto para las poblaciones andinas,
seguramente como parte de un destino que no
se podía evitar, y que era parte ineludible de la
secuencia diacrónica en los Andes.
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