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miércoles, 4 de mayo de 2022

Aprovechamiento de la producción agrícola

Ya se ha mencionado que los incas tuvieron mucha incidencia en el fomento de la actividad agrícola. Eso se debió a que ese tipo de producción, como se observó en Tiwanaku, pudo mantener al Imperio y a sus ejércitos.

En ese sentido, se puede decir que, en ese tiempo, eran tres las formas más comunes para el desarrollo de la agricultura: la construcción de andenes o takanas, la reutilización de camellones o suka kollus y el uso de qochas o lagunas artificiales. Sobre todo en los dos primeros casos, se demandaba de la movilización de grandes cantidades de mano de obra, aspecto que fue asegurado por la política imperial.

Los andenes son también conocidos como terrazas agrícolas o takanas; permitían aprovechar mejor el agua, tanto en lluvia como en regadío, haciéndola circular a través de los canales que comunicaban sus diversos niveles. Este sistema era adecuado, sobre todo, a los lugares escarpados, por lo que sus restos son registrados en las laderas de cerros.

En cambio, la tecnología de los sukakollus es propia de las riberas del lago Titicaca, habiendo sido utilizados durante el periodo Tiwanaku. Son montículos de tierra que permitían almacenar y aprovechar mejor el agua en áreas de frecuentes inundaciones a causa de las lluvias. Se componen de un gran número de surcos simétricos que recolectan el agua y la conducen entre sus canales, permitiendo la fertilización de la deposición adyacente. Esta forma de cultivo fue complementada con la construcción de qochas o lagunas artificiales, utilizadas para cultivar y dar de beber al ganado.

Todos los complejos agrícolas fueron complementados por elaborados sistemas hidráulicos y áreas de almacenaje. Los primeros estaban constituidos por canales y bocatomas, que permitieron la irrigación y el cultivo; en cambio, las áreas de almacenaje estaban relacionadas a una cantidad ingente de silos o qollcas asociadas a las áreas agrícolas. Evidencias de estos sistemas fueron registradas en diferentes regiones de los Andes.

Aunque en muchos sitios se observó el crecimiento de producción agrícola en el último período prehispánico, el amplio valle de Cochabamba fue –en Bolivia– el área más importante. Su importancia radicaba en que era la zona de mayor producción de maíz, considerado éste un recurso de primera necesidad para la elaboración de chicha, además de ser un producto de tipo suntuario que otorgaba prestigio, por lo que también era cultivado con fines burocráticos, militares y ceremoniales. El maíz estaba relacionado a los ritos y fiestas que desarrollaban los incas en honor al dios Sol, a quien le hacían libaciones en vasos rituales de cerámica con esta sagrada bebida.

Con ese fin, una gran cantidad de población fue movilizada al valle (Wachtel, 1982) en calidad de mitmas agricultores, poblaciones foráneas que constituyeron una adecuada fuerza de trabajo. Esas poblaciones provenían de diferentes partes del altiplano y, con el tiempo, se sincretizaron a la población local.

Los centros agrícolas estaban distribuidos en gran parte del valle de Cochabamba, consistiendo en inmensos campos de terrazas, asociados a áreas de almacenaje que mantenían a la élite y a los ejércitos del Inca. Entre los más famosos se encuentran los sitios de Cotapachi y Colcapirhua, áreas donde se almacenaba toda la producción para luego redistribuirla. La evidencia arqueológica permitió el registro de más de 2000 silos en un solo sitio, lo cual da una idea de la magnitud de la producción agrícola en la región.

En función de la documentación etnohistórica, se sabe que esa producción era llevada a los silos para luego ser transportada, por los llameros del Inca, desde Sipe Sipe hasta Cusco (Wachtel, 1982), es decir que el maíz del valle era consumido por la élite imperial. Esto a pesar de que la producción de áreas adyacentes servía para el sustento de los ejércitos imperiales, apostados en las inmediaciones con el objetivo de avanzar por los valles hacia el Chaco y la Amazonía.

Tal vez debido a ello, la construcción de Incallajta muestra la importancia que tenía el valle de Cochabamba para los incas. Ya se ha mencionado que con la incursión de Huayna Capac el valle cobró mayor relevancia, por lo cual en esa región fue construido uno de los centros administrativos más importantes del Imperio. Las fuentes coloniales mencionan la presencia del palacio de este Inca en Incallajta, aspecto que fue corroborado por las excavaciones arqueológicas..

En la parte central del sitio fue registrada una estructura de doble planta que contaba con un espeso revoque blanco, identificándose como el palacio de Huayna Capac. Asociados a este rasgo, se registraron una plaza central, varias kallankas y un ushnu, que denotan la presencia imperial (Muñoz, 2012).

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