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viernes, 27 de mayo de 2022

Los Llanos de Mojos - Cazadores y recolectores tempranos (aprox. 8000 - 3000 a. C.)

Los restos más antiguos de la presencia humana en la región provienen de un sitio ubicado en el estado de Rondonia (Brasil), cerca de la frontera con Bolivia. Los restos fósiles humanos encontrados por buscadores de oro estaban asociados a megafauna y material lítico. Según Miller (1987), estos restos probablemente datan de la transición entre el pleistoceno y holoceno, alrededor del 11000-9000 a.C.

En los Llanos de Mojos las evidencias más antiguas de la presencia del hombre tienen casi la misma edad. Sin embargo, comprobarlo resultó difícil ya que la ausencia de piedra en la región, anteriormente mencionada, nos priva de los hallazgos que normalmente se asocian con esta etapa en el desarrollo de la humanidad, es decir, las puntas de proyectil hechas de piedra.

Las huellas, que en vez de esto dejaron los primeros pobladores en los Llanos de Mojos, fueron montículos de conchas de caracol. Tres de estos montículos, en gran parte cubiertos por sedimentos de eventos aluviales posteriores, han sido estudiados por un equipo multidisciplinario guiado por Lombardo (et al., 2013). Dos de las islas están situadas al Este de Trinidad y una al Sur de la misma, en el lado Oeste del Mamoré.

Los estudios geoarqueológicos revelaron una secuencia estratificada de depósitos acumulados de gasterópodos de agua dulce, caracoles que pertenecen al género Pomacea, que fueron consumidos por grupos de cazadores-recolectores desde por lo menos 8000 a. C. según fechados radiocarbónicos. Además, se encontraron restos de fauna correspondientes al venado (Mazama sp.) y ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), así como huesos de otros mamíferos, peces, reptiles y aves, algunos de los cuales habían sido quemados. Los estratos contenían también mucho carbón vegetal y el análisis de los sedimentos reveló una entrada elevada de heces humanas en esta formación.

Según los investigadores, el predominio de caracoles manzana en uno de los sitios apunta a que los cazadores de ese período tenían una economía de subsistencia que dependía del bajo consumo de energía, con recursos fácilmente disponibles y altamente predecibles. Se supone que por esta misma razón ninguno de estos sitios fue permanentemente ocupado, aunque se observó que los sitios evidenciaban una dinámica de reocupación, que se traduce muchas veces en el crecimiento del tamaño del sitio, como el detectado en uno de ellos, alrededor del 3000-2000 a. C. (Lombardo et al., 2013).

Mayores excavaciones arqueológicas en estos sitios son necesarias para poder documentar contextos arqueológicos que nos den mayor información respecto al modo de vida de los habitantes de este período de tiempo.

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