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martes, 17 de mayo de 2022

La impronta inca en Bolivia (1470-1540 d. C.) - La conquista de otros territorios

Una vez establecido el Imperio y sus estrategias de control en los Andes y los valles mesotermos, se inició una campaña militar esforzada en establecer control político y económico en otras regiones. Esas regiones eran parte de las Tierras Bajas de la Amazonía y el Chaco, zonas muy ricas en recursos como madera, alucinógenos, plumas, productos exóticos y psicotrópicos. La conquista o expansión hacia la Amazonía y el Chaco fue uno de los últimos eventos desarrollados por los incas en esta parte de los Andes.

En este ámbito es que como parte de las políticas de avance se construyeron fortalezas para albergar a los ejércitos incaicos, compuestos por pobladores andinos. Ese hecho posibilitó la demarcación de una frontera entre el mundo andino y el de la Amazonía y el Chaco, consolidada a partir del establecimiento de ese tipo de sitios.

En ese mismo sentido, debe decirse que el concepto de frontera fue mal entendido, tanto por la etnohistoria como por la arqueología. Desde una lógica positivista, se entiende como un espacio de conflicto constante y donde las variables de interrelación son anuladas por acciones bélicas o de sometimiento. Sin embargo, la denominada frontera de los incas, a más de contar con esas características, también mostraba una dinámica cultural y poblacional que permitía la circulación de bienes y la interacción de las poblaciones en conflicto.

Es así que se estableció una organización distinta en estas zonas, con niveles de control diferenciados. Éstos tenían que ver con las alianzas que en muchos casos los incas lograron con algunos grupos para permitir el paso de sus ejércitos, lo cual no necesariamente se plasmó en el sometimiento de dicho grupo. Un caso visible de ese hecho es la relación de los incas con los tacanas para acceder a las llanuras de Mojos; se estableció una interacción socio-política que, a la postre, se manifestó en una influencia cultural quechua sobre este pueblo amazónico (ver Tyuleneva, 2010).

Por otra parte, también se advierte que en algunas áreas, el control fue reforzado con la presencia de mitmas, como en Oronkota, para posibilitar el mantenimiento de la dinámica fronteriza (Alconini, 2002). Pero, como en todos los casos de la presencia inca en los Andes, el establecimiento de esta red de puestos fronterizos también respondió a particularidades de cada uno de los casos. Dado que el tema fue escasamente estudiado, el análisis de la organización de zonas de frontera en Bolivia aún está incompleto.

Sin embargo, a partir de los datos etnohistóricos, se conoce que los conflictos y la avanzada hacia las Tierras Bajas por territorio de Charcas (cara caras, yamparas, chichas) motivaron la conformación de los ejércitos expansivos. Este hecho derivó en el establecimiento de una frontera étnica entre los Andes y las Tierras Bajas, denotando un relacionamiento de conflicto que tuvo sus repercusiones hasta el período colonial (Saignes, 1985).

Los principales sitios registrados en esa frontera son Oronkota, Cusco Tuyo e Incahuasi,en Chuquisaca; Samaipata (Fig. 111) y Saipina, hacia Santa Cruz; La Yunga, en Cochabamba, y también varios sitios de Ixiamas, en el Norte de La Paz. Sin embargo, sitios como Las Piedras, en Riberalta (Beni), muestran que los incas ya habían logrado una gran avanzada por el Norte, probablemente a partir de su incursión en Mojos por territorio kallawaya (Fig. 112).

De la misma forma, este hecho sacó a la luz la existencia de un conglomerado poblacional hasta ese entonces mimetizado en su propia dinámica, el cual había desarrollado características y patrones culturales particulares, pero también complejos. Estas poblaciones, consideradas “salvajes” por los documentos coloniales, desarrollaron una dinámica muy interesante en ese último período.

Son muy conocidas, por ejemplo, las invasiones desarrolladas por los chiriguanos en los Andes, quienes nunca fueron sometidos y pelearon hasta tiempos coloniales. Otro caso registrado por los documentos son las alianzas logradas entre los capitanes incas y el cacique Grigotá, quienes sellaron el pacto con la entrega de mujeres a los jerarcas andinos.

Para lograr este impacto sobre los grupos locales, los incas tuvieron que movilizar una gran cantidad de poblaciones, las que generalmente estaban constituidas por mitmas destinados a la guerra y que conformaban sus ejércitos. Todo ello nos muestra que la presencia del Imperio tuvo diferentes matices en las diferentes regiones, haciendo uso de las potencialidades materiales y humanas disponibles, ya que cambiaron y reestructuraron la dinámica existente para lograr un fenómeno político y social no igualado hasta ahora.
La conquista de otros territorios

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