A lo largo del siglo XIX, distintos franceses que ejercían la función de diplomáticos y militares traba-jaron también como científicos explorado-res, registrando en informes, memorias de viaje y dibujos. Su visión sobre la cultura, política, recursos naturales y la cotidiani-dad que se desarrollaba en nuestro país.
Uno de esos pioneros fue Léonce Marie Angrand, Cónsul y Encargado de Nego-cios entre 1847 a 1849, que representó a través de dibujos y esbozos: las principales ciudades, sitios arqueológicos y vestimen-tas folclóricas. Consecutivamente otro co-lega suyo, León Favre Clavaroiz, Cónsul y Encargado de Negocios, escribió sobre la costa boliviana y los ríos en su gran obra: La Bolivie, extrait de la Revue contempo-raine, liv. des 15 – 31 aout (París, 1853). Traducido al español por Pablo Luis Ros-quellas, intitulado: Apuntes sobre la nave-gación de los ríos de Bolivia, (Cochabam-ba, 1858), un libro olvidado por la histo- riografía actual que estudia el tema y por último el coronel Felipe Bertrés, en su obra: Descripción topográfica e histórica de la costa del mar correspondiente a Bolivia, de sus lagos y ríos navegables, con una estadística particularizada en lo posible (Sucre, 1844), relató también con mucha claridad la heredad patria del litoral boliviano.
Sin embargo, en esta ocasión presenta-mos y describimos el trascendente aporte de Léonce Marie Angrand. Para entender de mejor manera, sobre este personaje im-par, es necesario mencionar que “nació en París, el 8 de agosto de 1808, en el seno de una familia de cierta posición social eco-nómica… se educó en esta ciudad. Se ini-ció en los viajes en Inglaterra, hacia 1820. En 1830 se desempeñaba, a los 22 años, como secretario particular del Embajador de Francia en los Países Bajos” 3. Desde esta época datan sus primeras muestras de dibujo.
Posteriormente en 1831 fue nombrado Vicecónsul en Cádiz, donde aprendió el idioma español. Dos años después, en 1833, fue asignado con el mismo cargo a Lima, sobre este hecho el 8 de octubre de 1834 el Cónsul y Encargado de Negocios de Francia residente en Lima, Bernard Barrère solicitó al Canciller peruano el res-pectivo reconocimiento de su compatriota. Para 1838, nuestro personaje reemplazó interinamente a Barrère y escribió un inte-resante informe para el Ministerio del Inte-rior de su país, de lo que fue la Guerra de la Confederación.
Sobre esta primera experiencia cono-ciendo el hemisferio suramericano An-grand, dibujó el puerto de Cobija o La Mar, perteneciente al litoral boliviano, sobre ello describe el destacado arquitecto José de Mesa: “(Angrand) nos muestra una playa con varios botes y lanchas an-clados en la bahía; en segundo plano el panorama del puerto con casas sencillas, con techos a dos aguas, en el fondo se yer-guen las colinas primero y luego abrupta-mente las serranías y la cordillera. Esta es quizá la primera vista que se hace del puerto boliviano. Al costado izquierdo co-mo un recuerdo muestra una embarcación curiosa, usual en la costa y hecha de pieles de lobos marinos. Su forma doble que posiblemente es producto de alguien que en la costa conocía las embarcaciones de la parte norte de la costa del Perú. Pa-ralelo a este dibujo, tenemos otro del puer-to de Cobija, con más detalle. En él se acentúa la pesada presencia de los contra-fuertes de la cordillera, que inicia su esca-lada hacia las cumbres andinas dejando apenas un pequeño espacio de playa y terreno plano, antes de trepar a los 3000 y más metros de altura. Con más detalle que en el diseño anterior, el dibujante francés señala la extensión con palmeras en la playa, antes de la escarpada subida de las montañas precursoras de Los Andes” 4.
Por otro lado, su biógrafo, menciona entre los dibujos que dedicó a Lima, “figuran allí fachadas, perfiles y deta-lles de edificios, principal-mente religiosos, y en su ma-yoría coloniales. También vistas de calles, plazas y perspectivas urbanas” 5, es-tas expresiones fueron publi-cadas en el álbum titulado: “Costumes péruviens. Sce-nes de la vie populaire et re-ligieuse á Lima”.
Consecutivamente, en el mismo año fue nombrado Cónsul en Santiago de Cuba, destino al que se dirigió en febrero de 1839. En 1841, fue ascendido a Cónsul de Primera y un año después es nombrado Cónsul en Cádiz. En 1843, tuvo una destacada participación en un conflicto entre Francia y Marruecos, por lo cual recibió la Cruz de Oficial de la Legión de Ho-nor y en 1846, fue designado Cónsul y Encargado de Negocios de Fran-cia en Bolivia.
Sin embargo, se embarcó a dicho destino en febrero de 1847, por la vía de Le Havre, Panamá, Buenaventura y Lima, hasta que llegó a La Paz a fines del citado año. Sobre la documentación gestionada durante esta misión diplomática, el investigador Frédé-ric Richard, señala: “los informes diplo-máticos de Léonce Angrand conservados en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia constituyen un fondo documental de gran interés. Revelan en primer lugar un aspecto poco conocido de Léonce An-grand, que le muestra como un excelente observador de las realidades, estructuras y prácticas políticas de la Bolivia de mediados del siglo XIX. Los informes de Angrand permiten apreciar aspectos esen-ciales de la vida política de un Estado latinoamericano del siglo pasado: el papel de los militares, la presencia constante de una violencia, limitada sin embargo por arreglos, la debilidad del Estado-Nación frente a fuertes identidades regionales y locales” 6.
Tras esperar unos días en la ciudad de Sucre, en el mes de febrero de 1848, pre-sentó sus Cartas Credenciales al presidente provisorio Gral. José Miguel de Velásco (1795-1859), e inicio oficialmente sus fun-ciones diplomáticas.
Sin embargo, Angrand, llegó en un mo-mento difícil para la comunidad francesa residente en Bolivia, ya que “no ocultaban su simpatía por Ballivián y le apoyaban, a menudo, abiertamente” 7. Esto generó un motivo de desconfianza por parte de los gobiernos de Velásco y Belzu, así mismo, algunos franceses estuvieron involucrados en asuntos políticos que agudizaron más las tensiones. Por otro lado, Angrand, fue observador de la pugna de intereses diver-gentes, “sobre todo comerciales, entre las elites del norte y del sur de Bolivia, (que) agudizaron las oposiciones regionales en-tre dos espacios importantes que domina-ron y estructuraron la geopolítica del sur andino a mediados del siglo XIX” 8.
Durante el tiempo que permaneció en Bolivia, dicho diplomático francés, gestio-nó la libertad de muchos de sus compa-triotas y en lo político, “Ballivián y otros políticos bolivianos condujeron a An-grand, a contraer compromisos muy peli-grosos a pesar suyo… por desgracia Angrand tuvo que enfrentar una situación política y personal muy delicada y com-pleja que dificultó constantemente su tarea diplomática, a pesar de su prudencia y de su habilidad” 9, que ocasionaron su salida del país hacia Tacna, a inicios de 1849.
Durante su viaje hacia Tacna, realizó trabajos arqueológicos en Tiwanaku, que fueron plasmados en su obras, la primera incompleta: “Les Ruines de Tiahuanaco” y la segunda titulada: “Lettre sur les anti-quités de Tiahuanaco et l’origine présu-mable de la plus ancienne civilisation du Huat- Péreu”, escrita cuando se encontra-ba en retiro, fue publicado en 1865.
Sobre sus grabados de Tiwanaku, el arqueólogo Ricardo Céspedes, describe que Angrand: “reprodujo con vocación científica cada uno de los objetos hallados en Tiawanaku, piezas líticas que servían para resolver en parte este enorme rompe cabezas de la arqueología boliviana. Va-rios dibujos plasman sus primeras impre-siones sobre el paisaje de Tiawanaku, sobresale en cada uno enormes bloques pétreos alineados del Kalasasaya. Así mismo reprodujo planos de esta localidad aunque en uno de sus planos, Angrand coloca Puma Punko mucho más cerca de la realidad, sin embargo los conjuntos descritos en otras planchas, los realizó con bastante precisión” 10.
Posteriormente, Angrand en 1851, es enviado a Guatemala, como Cónsul Gene-ral, cargo que desempeñó hasta 1857. Con el transcurso del tiempo se retiró en enero de 1870, sus últimos años los pasó cerca de París, en la localidad de Saint-Nom. Tras una larga y fructífera vida, falleció el 11 de enero de 1886.
A modo de conclusión, a través de esta nota describimos la historia de un gran diplomático francés, que recorrió y dibujó Bolivia, en diferentes períodos históricos de una manera muy clara y detallada. Además, con mucha luminosidad también esbozó la heredad del Litoral Boliviano.
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martes, 17 de marzo de 2015
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