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domingo, 8 de marzo de 2015

El mundo andino antes de Colón

La Conquista española del extenso territorio latinoamericano, iniciada entre 1919 y 1932, constituye uno de los episodios que fortaleció el mito de que la Civilización Inca fue principio y fin del desarrollo de las comunidades primitivas existentes hasta entonces, en la parte sur del continente americano.

La invasión de los ejércitos españoles al Imperio Inca y la derrota de clase dirigente integrada por orejones, sacerdotes y hombres de guerra –grupo privilegiado del sistema teocrático primitivo– ocultó, por así decirlo, la riquísima historia de los pueblos que antecedieron al incanato y que influyeron profundamente en la cultura y en la vida de aquella cultura.

Los mismos incas, en su política de sometimiento a las culturas vecinas, imponían el relato de que, antes de ellos, no había pueblos organizados; que todo el conocimiento había sido desarrollado por los sabios del incario. La leyenda de que los fundadores del Imperio enseñaron a cultivar, criar animales y tejer es parte de aquella trama que burló por centurias, la historia real de las naciones originarias de América del Sud.

Dick Edgar Ibarra Grasso, experimentado estudioso y arqueólogo de renombre, en su obra La Verdadera Historia de los Incas afirma: “Existe una historia Incaica arreglada, mandada hacer por los mismos Incas (o por uno de ellos), la cual constituye una trampa de la cual parece que ningún historiador ha conseguido librarse todavía”.

ARQUEOLOGÍA

Empero, la arqueología y ciencias relacionadas, lograron abrirse paso en tan grande y confuso laberinto, para recrear en parte, el mundo precolombino con sus diferencias y similitudes; desmoronando creencias y mitos imperantes desde el Siglo Dieciséis, hasta el Siglo Diecinueve, cuando el científico alemán Alejandro von Humboldt lanzó su atrevida tesis: las poblaciones americanas tienen origen asiático.

Hace más de 50 mil años (Pleistoceno), la Tierra se cubrió cuatro veces de hielo. Todo el planeta estaba congelado: dos metros de hielo cubrían la superficie terráquea. Los océanos habían descendido dejando libres sus costas y plataformas continentales.

“El estrecho de Bering –de 80 kilómetros– comenzó a quedar seco cuando el mar descendió 45 metros por debajo de las costas actuales, momento en el que se crea un puente por la Isla de San Lorenzo. Si el descenso del agua llega a los 70 metros por debajo de los niveles actuales, aparece un segundo puente y cuando alcanza la cota de 100 metros, queda al descubierto la totalidad de la plataforma Continental, con lo que se facilita el paso del hombre y animales (...) Después de atravesar Beringia, el hombre pudo alcanzar el Continente por tres vías diferentes: Por la Ruta del Artico, hasta el Atlántico y de ahí hacia el Sur. Por el Corredor Continental situado entre la Lauréntida y la Cordillerana. Por la Zona Costera del Pacífico, a través de una plataforma Continental mucho más amplia que la actual”. (Poblamiento y Prehistoria de América. Biblioteca Iberoamericana, Ediciones Anaya, 1988).

Las dos primeras rutas glaciares eran casi imposibles de transitar por el intenso frío y los grandes hielos. Quedando, prácticamente, la tercera ruta, aparentemente, como única vía de ingreso.

Gracias al hielo, América circunstancialmente quedó unida al Asia con el puente natural: Beringia o Estrecho de Bering; por ese espacio libre de aguas, 40 mil años antes de Cristo, atravesaron los animales en busca de alimento y tras ellos, seres humanos del tipo Homo Sapiens.

“Mientras subsistía el casquete glacial en la mayor parte del Canadá y en los Estados Unidos, Alaska se hallaba libre de hielo, excepto en las altas cumbres. En cambio el glaciar de montaña de las Rocallosas se extendía hacia la costa norte de Vancouver, así como desbordaba hacia las altiplanicies, en donde llegaba unirse con el hielo del casquete (…) ya en retroceso el casquete, queda un espacio libre de hielo: el corredor que permitía el paso por él de grupos humanos”, escribe Pere Bosch Gimpera, en su libro La América Pre-Hispánica (Editorial Ariel, España, 1975).

GRUPOS HUMANOS EN AMÉRICA

El poblamiento de América fue lento y constante: de Alaska siempre hacia el sur, por las Montañas Rocallosas y el Escudo Canadiense, caravanas de familias humanas, penetraban cada vez más en el continente.

Doce mil años más tarde se cree que por un cambio climático benigno aumentó la población inmigrante. El proceso de adaptación y de sobrevivencia, como ocurrió en otras regiones del mundo, llevó a los seres humanos a transitar las etapas aceptadas científicamente, de recolección de alimentos, caza de animales, agricultura y, finalmente, la creación de verdaderos estados.

CULTURAS ANDINAS

En esta investigación, citamos las civilizaciones que, de una y otra forma, fueron próximas al desarrollo del incanato. Indudablemente, las civilizaciones y culturas andinas, aferradas a la producción de la tierra y explotación de recursos naturales, se concentraron en poblados sujetos a los epicentros religiosos y políticos gobernantes que fueron surgiendo en aquella etapa.

El nacimiento de ciudades-Estado fue casi general en toda el área andina. En ellas, la casta dominante estaba dividida en grupos de poder: un dios-hombre, omnipotente; sacerdotes de gran poder e influencia, fueron también supremos gobernantes; militares, con miles de guerreros bajo su mando; científicos, etc.

El pueblo estaba compuesto por gente dedicada a la producción de alimentos, alfarería, caminos, viaductos, armas, etc. Podía ser enrolado en los ejércitos cuando era necesario. Pagaba tributos, con su trabajo.

El estudio arqueológico y antropológico de estatuaria, alfarería, tejidos, joyas y tumbas, permitió a los modernos científicos recrear aproximadamente, cómo vivían y pensaban las sociedades precolombinas de Los Andes.

Por ejemplo, la Cultura Chavín, del Perú, que novecientos años antes de Cristo, había logrado una cerámica de alta calidad y templos construidos sobre plataformas piramidales de gran altura, constituirá un punto de referencia para las sociedades del entorno andino.

La Cultura Moche, Perú, se expandió a partir del año 200 después de Cristo. Los valles de Chicana y Moche, en el Perú, fueron los principales centros. Las famosas vasijas-retrato y los grupos escultóricos, de sorprendente calidad en forma y color, sirvieron para que arqueólogos, antropólogos y científicos determinen las fases evolutivas de aquella importante cultura.

La Cultura Nazca, Perú, famosa por los textiles de Paracas, se desarrolló en la región costera, al sur del Perú, desde el año 100 antes de nuestra era, al año 200 después de Cristo. Según estudiosos, la Cultura Nazca empezó con una fase de producción agrícola, apoyada por la pesca para luego, transformarse en una sociedad de carácter militarista que determinó, incluso, en las imágenes de su cerámica y en otras expresiones artísticas, degenerándolas.

Los gigantescos diseños sobre las arenas del desierto, en Pampa del Ingenio, Pampa de San José y Pampa de Socos, habrían sido trazados a modo de un calendario agrícola. La Cultura Nazca fue perdiendo su importancia estratégica por la presencia de la civilización Tiwanaku, próxima al lago Titicaca.

Así fue, a grandes rasgos, el mundo andino antes de que Cristobal Colón y otras expediciones españolas, pisaran este gran “´nuevo continente”

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