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domingo, 9 de octubre de 2016

Chuquisaca Uso indistinto de banderas refleja pobreza de criterios

ONFUSIÓN

Las tres banderas que se utilizan de forma indistinta sólo comparten la caracteristica de llevar una cruz roja sobre un fondo blanco, aunque tiene sentidos totalmente diferentes.

LLa Cruz Patada de los caballeros Templarios, la Cruz de Jerusalén o la Cruz aspada de San Andrés son representadas de forma indistinta en la bandera de Sucre y Chuquisaca, especialmente por las instituciones públicas, sin embargo, existen fuentes históricas que aclaran cuál es el símbolo adecuado. En las últimas fiestas cívicas se pudo ver que el tema no es abordado en toda su magnitud, en tanto un estandarte representa la identidad histórica de los habitantes de una región, un derecho garantizado por la Constitución.

El 29 de septiembre pasado, se pudo ver que la Alcaldía izó la bandera con la Cruz Patada de los caballeros Templarios de las Guerras Santas medievales, un símbolo que tuvo gran difusión durante el conflicto suscitado alrededor de la Asamblea Constituyente de 2006 y la demanda chuquisaqueña del retorno de los poderes del estado a la Capital. No obstante, está no fue la primera vez que se empleó este símbolo, a pesar de que la Cruz Patada de los templarios nunca tuvo nada que ver con la historia de la región.

Según el historiador y sacerdote jesuita, Bernardo Gantier, probablemente el empleo de la Cruz de los Templarios se debe a una confusión con la Cruz de Jerusalén que se encuentra en el escudo otorgado a la ciudad de La Plata por el Virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza y Cabrera (II Marqués de Cañete), luego que las fuerzas leales al Rey Carlos I de España, sofocaran la rebelión encabezada por los hermanos Pizarro.

El historiador decimonónico sucrense Valentín Abecia en su “Historia de Chuquisaca”, se refiere al estandarte de Jerusalén como el adoptado por los habitantes de La Plata, una vez que la ciudad recibe el escudo del Virrey Hurtado con las indicaciones de que en los cuarteles superiores se retratan los cerros mineros de Potosí y Porco, y en los inferiores las Torres flanqueadas por leones, mientras que al centro se encuentra la bandera de Jerusalén flameando a la diestra, empuñada por el guante de una cota de malla, símbolo de la resistencia bélica de la región por su lealtad a la corona.

“El virrey… por disposición fechada el 3 de marzo de 1559, en la ciudad de los Reyes, como merced y privilegio "para aora e para siempre jamás en nombre del rey y por virtud de los reales poderes" concedió a La Plata los títulos de "ciudad insigne, muy noble y muy leal", con derecho a usar un escudo de armas… El escudo debe ir pintado: "Con título y renombre de Ynsigne e muy leal Ciudad de La Plata", esta inscripción debe encabezar el escudo”, escribe el investigador Antonio Dubravcic-Luksic.

Pero justamente, este hecho, la lealtad de la ciudad al rey en la guerra civil de los conquistadores liderada por los hermanos Pizarro define la verdadera bandera de la región, la que lleva la Cruz aspada de San Andrés, insignia de la resistencia fiel a la corona del Rey Carlos I de España, que fue empleada por los guerreros que finalmente derrotaron a los hermanos Pizarro y los encomenderos sublevados, aclara Gantier, añadiendo que existen diversas representaciones pictóricas que muestran escenas de estas luchas en la que los bandos carlistas enarbolan la bandera con la Cruz de San Andrés, como de la Batalla de Huarina.

“Pero además es importante ver que la región se apropia de esta bandera, existen diversas representaciones pictóricas del siglo XVII, en las que se muestra la bandera de la Cruz aspada de San Andrés flanqueando la figura de la Virgen de Guadalupe de La Plata, tenemos un cuadro de este tipo en el museo de la Catedral, por ejemplo, y también existen otro, con características similares, en el Museo Nacional de Arte”, remarca Gantier.

Para comprender la reacción de la región a la sublevación de los conquistadores encabezados por los hermanos Pizarro, se debe a que la revuelta tuvo su origen en la implementación de “Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por su Majestad para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los Indios”, promulgadas a mediados del siglo XVI por el Rey Carlos I, que no era aceptada por los Pizarro. Entonces la lealtad al Rey, también se explica por la defensa de una normativa que identificaba a los pueblos indígenas, que en el caso de la región de la actual Chuquisaca, dominada por los señoríos aymaras Qaraqara-Charka, no hubo resistencia a la conquista, sino acuerdos diplomáticos que garantizaban una convivencia pacífica con el nuevo régimen, según demostraron los etnohistoriadores Tristan Platt, Thérése Bouysse-Casagne y Olivia Harris, en su investigación “Qaraqara-Charka. Mallku, Inka y Rey en la provincia de Charcas (siglos XV-XVII). Historia antropológica de una confederación aymara”.

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