Buscador

lunes, 1 de abril de 2013

Breves apuntes sobre el testimonio de Diego Huallpa. (1572)

Antecedentes: Desde que se tuvo conocimiento de los manuscritos de Luis Capoche, Bartolomé Arzans de Orsua y Vela y de Pedro Vicente Cañete en el siglo XIX, el proceso histórico de Potosí se ha ido construyendo y completando hasta el punto de llegar al origen de nuestra historia.
Por otro lado, el hallazgo del testimonio de Diego Huallpa por Marcos Jiménez de la Espada en 1885, da cuenta con objetividad los hechos ocurridos sobre el descubrimiento del cerro rico. Documento que fue estudiado por Modesto Omiste en 1896, teatralizado por Luis Subieta Sagárnaga en 1908 y reproducido en el Boletín de la Sociedad Geográfica y de Historia “Potosí” en 1913.
El manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid con el título: “Del descubrimiento de Potosí y quién fue el primer descubridor y otras cosas del Cerro”. Se refiere a la declaración jurada que el 31 de diciembre de 1572 hizo Diego Huallpa ante el sacerdote Rodrigo de La Fuente, por órdenes del Virrey Francisco de Toledo,
Es indudable que un descubrimiento de la trascendencia que tuvo el cerro rico, hubo de conmover de tal modo a todos los españoles del Perú y a los de la Metrópoli; que no es de extrañar, muy pronto el “asiento minero” llega a ser una “villa imperial”, la segunda población del virreinato por su importancia, por sus habitantes, por su lujo y por su riqueza. A partir de ello, se ha venido concentrando conocimientos, creencias, arte, valores, costumbres, etc. de diferentes culturas, que con el pasar del tiempo se fueron asentando y formando un grupo humano organizado socialmente con una propia identidad.


Manuscrito: El documento manifiesta que estando en Potosí el Virrey Francisco de Toledo en diciembre de 1572, se le presentó “un indio con una petición diciendo que era hijo del primer indio que había descubierto y dado noticia a los cristianos haber plata en el cerro de Potosí”. A decir de la petición, se afirma que se regocijó “su excelencia de oír esta petición, por ser como es tan amigo de hacer bien a los naturales desta tierra, y me mandó que hiciese información si lo que decía este indio era verdad, pues en la villa imperial de Potosí, donde estábamos había gentes que con verdad podrían decir si lo que este indio decía era así”. Entonces encargó del virrey al clérigo presbítero Rodrigo de La Fuente, para que se constituya en la vivienda del peticionario con objeto de averiguar lo relativo al caso, habiendo encontrado a un indígena de unos setenta años de edad, postrado en cama por enfermedad y rodeado por sus nueve hijos (cinco mujeres), y por sus nietos, “indio de buena disposición y aspecto y de mejor razón y entendimiento” al decir de La Fuente.
Llevó consigo a Jerónimo Hernández para que tradujese o interpretase “en la lengua general de los indios”. Preguntado bajo juramento y en presencia de testigos, dijo llamarse “en su lengua Gualpa, y después bautizó y casó y se llamó don Diego Gualpa. Era natural de Chumbibilca, del pueblo que se decía Yanqui, del repartimiento del licenciado Carbajal, en los términos del Cuzco”. Que residiendo en Porco, en cierta ocasión cuatro soldados (Marcos Xaramote, Alvaro de Olmedo, Gaspar Montesinos y Juan Camargo) le enviaron a la cumbre del cerro “a ver una loma de soroche que estaba junto al cerro de Potosí”, habiendo encontrado allí un adoratorio indígena o “guaca” con ofrendas de escaso valor, y que fue entonces cuando fácilmente descubrió la plata del cerro, por manifestarse su existencia mediante muestras en la superficie misma, que él pudo reconocer.
A su retorno comunicó a uno de sus mandantes, pero como éste no le creyó, él luego de comprobar la riqueza del mineral comenzó a trabajar sólo, y que después tuvo que comunicar a un amigo “yanacona que se decía Chalco, natural del pueblo de Accha”, quien terminó anoticiando a Diego de Villarroel, que fue el primero en registrar la mina en la veta denominada luego “Diego Centeno”.
A decir de la relación, La Fuente informa: “Subió al cerro este dicho indio Gualpa en compañía de otro indio que le señalaron para que con él fuese, por ser la subida, mucha y áspera, distancia de más de dos mil pasos. Yendo por su jornada con dificultad, llegaron ambos indios a lo más alto del cerro de Potosí, el cual cerro tiene una mesa en lo más alto dél de espacio de cien pies, poco más o menos, y en contorno igual todas partes. Allí hallaron ser adoratorio de los indios comarcanos y haber algunas cosas ofrecidas de pocas importancia a la guaca que allí estaba, lo cual todo cogió este dicho indio don Diego Gualpa…”
Continua diciendo: “Fuése este indio Gualpa a Porco y mostró a Alvaro de Olmedo, el metal que había traído y le contó lo que le había acaecido, el cual hizo burla de lo que el indio le decía, diciendo que era imposible que del Cerro Potosí hubiese él traído cosa tan rica. Respondió que cierto le decía verdad, y que si quería ver era así, se fuesen lo ver junto.- Y a persuación suya salieron de Porco y vinieron al Cerro de Potosí, que puede haber espacio de cinco leguas, y con dificultad iban subiendo al cerro, y llegando cerca de donde había sacado este indio el metal que mostró al dicho Alvaro de Olmedo, vino un viento tan grande, que desbarató y llevó la capa y sombrero y dio en tierra con el dicho Alvaro de Olmedo, de que recibió gran pesadumbre, que sobre el cansancio que traía del camino, tomó gran disgusto y le pesó de haber venido, por que temió destar en aquel lugar no usado despañoles, y de aqueste enojo dio al pobre indio (que le quería hacer rico) de bofetones y le tiró de los cabellos, y con este enojo y sobresalto no quiso llegar donde dicho indio había hallado el metal que le había mostrado, porque no le crió Dios para que este hombre fuese el primer que desta riqueza gozase, sino otro que después vino. Y así se bajaron sin conseguir lo que estaba manifiesto y llegaron a lo que hoy se dice Guayna Potosí y le dijo el español Olmedo: en este lugar hay minas de plata, que no donde me llevaste, que no hay sino zupayes o demonios”.
El documento no menciona lo anecdótico introducido por la leyenda popular, rectifica algunos detalles, pero en el fondo confirma la tradición.
En cuanto al año del descubrimiento particular, señala “que hace veinte y ocho años y nueve meses, pocos días más o menos” ocurrió este hecho histórico. Haciendo los cálculos, éste se habría realizado en 1544.
Para finalizar, a traves del documento se puede establecer que don Diego Huallpa falleció el 15 de enero de 1573, el clérigo La Fuente señala: “aunque estaba en la cama días había enfermo, de la cual enfermedad murió dentro de quince días” y murió aproximadamente a los 70 años de edad. El testimonio se firmó en presencia de dos testigos indígenas “que fueron don Diego Conde Gualpa Inga, natural de Urcos, junto al Cuzco, y de Francisco Hacha Angara, que se hallaron presentes este día, y otros indios viejos que estaban en casa deste don Diego Gualpa, que se conocían de días atrás antes que se descubriese este dicho cerro de Potosí, los cuales dijeron llamarse así este dicho cerro antes que se descubriese las riquezas que dél se ha sacado y se saca” y por supuesto incluido el intérprete o traductor Jerónimo Hernández.
Se conoce otros documentos de carácter oficial que ratifican a Diego Huallpa como descubridor del cerro publicados por Lewis Hanke y Gunnar Mendoza.
A decir de G. Mendoza, le da un valor histórico a este documento, refiriéndose que “no hay nada que confirme la leyenda tradicional del descubrimiento y dada su condición, este documento debe ser tenido por lo más fidedigno en el tema”.
Los documentos son el paso del recuerdo de los hechos a través de las generaciones. La conservación de los documentos en papel o archivos, nos permiten transmitir los testimonios de esa historia que se ha desarrollado con los años.



No hay comentarios:

Publicar un comentario