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lunes, 22 de abril de 2013

De Colquechaca sólo quedó la nostalgia

Pese a la importancia que ha tenido la minería de la plata en la historia de Bolivia, su estudio en el siglo XIX se ha circunscrito a Huanchaca, el establecimiento más grande, y se ha dejado de lado a otros importantes centros mineros como Colquechaca, Guadalupe y los de lo que ahora se conoce como el Consejo Central Sur.

En palabras de Aniceto Arce, “Huanchaca es la cantidad, pero Colquechaca es la calidad”, en referencia a las piñas de plata rosicler que se extraían de sus minas.

Colquechaca

Colquechaca (“puente de plata” en quechua) está ubicada en la provincia Chayanta, departamento de Potosí, colindante con el departamento de Chuquisaca. Según el decreto supremo del 11 de febrero de 1877, esa provincia fue dividida en dos y Colquechaca quedó en Nor Chayanta. El 30 de noviembre de 1882 fue erigida como la capital de toda la provincia.

En 1884 había 21 empresas organizadas en torno a los yacimientos de Colquechaca, lo que convirtió a esta población en un foco de recuperación de la minería de la plata a fines del siglo XIX; en un anuncio aparecido en la prensa sucrense en 1886 se ofrece a la venta el Hotel Europa “acreditado establecimiento situado en el centro de Colquechaca, en la calle principal, con todos los accesorios para el negocio de hotel, o sea la casa sola, la más cómoda de Colquechaca”.

El informe del subprefecto de Chayanta de 1889 expresa que Colquechaca tiene más de 10.000 habitantes y que se trata de una población que tiene “importante comercio con el exterior y con los principales mercados del interior”. En el mismo informe hace notar la existencia de colonias extranjeras “(') representadas la española por el señor Domingo Nava, la inglesa por don Santiago Secombe, la italiana por don Domingo Vivado, la francesa por don Pedro Artigue, la noruega por don Axel Thorgersen, la chilena por don Jorje Kinderman y la china por don José Miranda. Merecen toda consideración y respeto los extranjeros residentes en Colquechaca”. Se debe entender que se refiere a empresas de ese origen o al de los ejecutivos de compañías mineras.

Otra muestra de la importancia que tenían las empresas mineras es el rol que jugaban sus ejecutivos en el gobierno administrativo de la zona, ya que –según la misma fuente- “la Junta Consultiva de Colquechaca está organizada en la forma siguiente:

- Agustín Prudencio, administrador de la Compañía Colquechaca, vicepresidente.

- Santiago Secombe, Id. de la Cía. Inglesa San Miguel.

- Juan Proud, Id. de la Id. Aullagas.

- David N. Kirkoodd, jefe de la Casa J. D. Campbell y Cía. Suplente.

- Casimiro Córdova, administrador de la Cía. Consuelo, suplente.

- Luis Soux, Id. de la Id. Flamenca, suplente”.

Trayectoria

La Compañía Minera Colquechaca fue organizada en 1878, sobre la base de la extinta Empresa Minera Arteche, una sociedad de mineros de origen vasco.

Tenía como principal accionista a Juana Vidaurre, quien poseía el 35% de las acciones. Otros accionistas importantes eran Aniceto Arce, con el 11%, y Gregorio Pacheco -ambos futuros presidentes de la República-, Ovidio Suárez y Nicolás Lora (médico el primero y comerciante el segundo), cada uno con el 7% de las acciones. Operó con éxito hasta 1885 en que se convirtió en la segunda productora de plata después de Huanchaca.

En el transcurso de su vida empresarial, la mina se fusionó con compañías que trabajaban en la zona para formar, primero, la Compañía Consolidada y, luego, la Compañía Unificada de Colquechaca. Posteriormente se produjo la unificación de las compañías Unificada de Colquechaca y la Compañía Aullagas, para formar la Compañía Minera Unificada Colquechaca Aullagas de Bolivia, que fue embargada en 1904, por deudas, por la compañía chilena Díaz e hijos. Sus descendientes la vendieron a Simón I. Patiño, quien, luego de invertir dos millones de libras esterlinas en trabajos de rehabilitación, no obtuvo ningún resultado positivo y abandonó su explotación.

Los documentos de la compañía muestran los diferentes problemas que enfrentó ésta durante su vida. El primero, y principal, se refiere a las frecuentes inundaciones que sufrieron sus socavones –de hecho, la decisión de Patiño de no invertir más dinero en ella se debió a que toda la tecnología que utilizó no fue capaz de desaguar las galerías internas-; el segundo se refiere a los conflictos judiciales que tuvo que enfrentar: revisando los diferentes legajos judiciales se observa que la Compañía Minera Colquechaca tuvo que enfrentar juicios contra otras empresas mineras de la zona por temas referidos a la propiedad de concesiones mineras y –sobre todo– por el derecho de uso del socavón San Bartolomé, que era por donde debían pasar diferentes empresas para entrar a la mina; tal socavón pertenecía legalmente a la Compañía Colquechaca y sobre éste se hicieron muchos convenios para permitir a otros mineros utilizarlo; la disputa era sobre si debía pagarse ese derecho de paso o no; si el pago debía hacerse en especies -minerales– o en dinero o si era un lugar de uso común y quedaba a discreción del que lo utilizaba hacer algún pago al propietario.

En 1882, la compañía hizo una donación de 10.000 bolivianos, según recoge la prensa de Sucre, “para la obra de ensanche y embellecimiento del cementerio público”. Afortunadamente, como resultado de dicha donación, Sucre cuenta con el Primer Cementerio Patrimonial de Bolivia y uno de los pocos de América.

Estocadas finales

Otro problema acuciante fue la inexistencia de mano de obra para el trabajo y también de técnicos y ejecutivos.

En varias de las memorias de la compañía, se hace notar que no se dispone de ingenieros de minas que puedan dirigir los trabajos y en un documento de 1889, que recoge la Memoria de un viaje por las diferentes minas de Bolivia, al hablar de Colquechaca el autor reprocha acremente los métodos de trabajo, la forma de encarar la construcción de los socavones, la falta de ventilación en los niveles interiores, los sobreprecios pagados por trabajos que han sido mal ejecutados o que se deberían haber realizado de otra forma.

Llama poderosamente la atención la crítica que hace el autor de dicha Memoria de dos hechos fundamentales: el primero, la deforestación –si vale el término– que se ha efectuado en la zona, al usar indiscriminadamente la yareta como combustible hasta hacerla desaparecer, y la falta de conocimiento del negocio minero de los miembros de los directorios de las compañías que operaban en la zona.

La baja del precio de la plata en el mercado internacional, los altos costos de la producción, los interminables juicios y la impericia de sus administradores dieron las estocadas finales a la compañía: en 1904 fue embargada debido a sus abultadas deudas, por accionistas de la compañía quienes –a su vez– fueron acreedores de ésta.

De todo el esplendor y la riqueza en plata que dio el reservorio de Colquechaca sólo quedaron, como en el fondo de un baúl, el recuerdo y la nostalgia.

1 comentario:

  1. Este artículo me pertenece y fue publicado en Pagina Siete. Agradecería no plagiarlo y citare como el autor del mismo. Pastor R. Deuer D.

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