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martes, 23 de abril de 2013

Gral. Jorge Córdova

Un día como hoy pero en 1822, nació en la ciudad de La Paz, el Gral. Jorge Córdova, y según cuenta la historia, de escasos días, sus padres lo dejaron abandonado en la puerta de la familia Asín que se encargó a partir de entonces darle un hogar, sustento y educación. Se enroló en el ejército bastante joven, en la época de Santa Cruz, logrando ascen-sos por participar en diferentes contiendas bélicas: en la guerra de la Confederación, en Socabaya, Yanacocha, Yungay y en la batalla de Ingavi (1841) donde fue ascendido al grado de coronel. Posteriormente, Córdova afable y de nobles sentimientos se ganó la confianza y la predilección del entonces presidente, el general Manuel Isidoro Belzu, llegando a casarse con su hija Edelmira. En lo político llegó a senador de la República.

Al final de su mandato, Belzu nominó a su yerno, Córdova, candidato oficialista en las elecciones de 1855, el joven militar triunfó sobre la candidatura de José María Linares. Asumió el mando de la República en una transmisión legal apegada a la Constitución, en agosto de ese mismo año, como primer paso decretó amnistía política, ordenó además, la repatriación de los restos del general Ballivián, que había fallecido en Río de Janeiro. Mantuvo el monopolio estatal sobre la minería. En el campo de la educación, el 25 de mayo de 1857 se inauguró en La Paz una “Escuela Normal de Institutores de Primeras Letras”. Sin embargo, su gestión se vio ago-biada por una serie de conjuras y motines encabezados por militares y civiles como José María Linares, quien pretendía por todos los medios hacerse del poder y así satisfacer sus aspiraciones políticas.

A consecuencia de los levantamientos en contra de su gobierno se efectuaron numerosas detenciones entre “linaristas” y otros sediciosos, sometidos a juicios en tribunales militares sufrieron confinamientos a regiones inhóspitas, y otros por su gravedad fueron condenados a muerte, sin embargo, Córdova, magnánimo como pocos, en el último instante ordenaba la suspensión de las ejecuciones.

En las labores congresales del 6 de agosto de1857, Córdova anunciaba que entregaría el mando de la nación al ciudadano que “designe la voluntad pública”. El impaciente Linares, enemigo acérrimo del presidente gestó la revolución del 8 de septiembre, que se inició en Oruro y se propagó a Cochabam-ba, en tanto, Córdova dejaba Sucre para combatir a los insurrectos. La Paz había caí-do en poder de los “linaristas” y Sucre tam-bién apoyó la causa de Linares obligando a Córdova salir hacia el Perú, radicando en Puno para estar lo más cerca posible de los acontecimientos políticos de su país.

Posteriormente, ya en el gobierno del general José María Achá, Cordova, que había ingresado clandestinamente al país, fue de-tenido en la ciudad de La Paz por órdenes del coronel Plácido Yáñez junto a otros genera-les, jefes, oficiales y civiles, encerrados en la prisión del Loreto y en otras instalaciones. La fatídica noche del 23 de octubre de 1861, alarmados por una supuesta conspiración contra el gobierno, Yáñez represor del gobierno de Achá, ordenó la ejecución de todos los detenidos, entre ellos Córdova, aquella masacre la historia conoce como las “matan-zas de Yáñez”.

Al día siguiente, la ciudad de La Paz des-pertó ante un espectáculo horrendo, cuerpos sin vida, inertes, yacían en la Plaza de Armas como en las celdas del Loreto, Yáñez había descargado todo su odio contra los “belsis-tas” y otros supuestos conspiradores. En una sola noche habían muerto más de cincuenta connotadas personalidades políticas.

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