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martes, 19 de noviembre de 2013

Batalla de Ingavi


Durante la presidencia interina del Gral. José Miguel de Velasco, Bolivia se encontraba sumergido en un caos político y rivalidades entre militares y civiles ansiosos de encaramarse en el poder, Ballivián conspiraba desde Zepita, Perú, haciendo su ingreso en territorio boliviano y lanzando a la vez un Decreto el 27 de septiembre de 1841, mediante el cual aceptaba la asignación de amplios poderes para restablecer el orden y la anarquía, sin embargo, el entonces presidente del Perú, el Gral. Agustín Gamarra que no fue ajeno a la idea de Santa Cruz de crear una gran nación andina, pero esta vez bajo la hegemonía peruana y aprovechando el vacío de poder que reinaba en el país altiplánico producido por la pugna de los generales Velasco y Ballivián, invadió Bolivia.

El 2 de octubre de 1841 Gamarra cruza la frontera y ocupa la ciudad de La Paz el 15 de ese mismo mes, los militares extranjeros cometen una serie de abusos y exi-gencias contra la población. El general Velasco desde el sur, venía dispuesto a batirse con Ballivián, pero, viendo la patria en peligro desde Ancoraimes, donde ya se encontraba, envía una división de caballería de mil ochocientos hombres, ar-mados con rifles alemanes “hannoverianos”, que disparaban dos proyectiles a la vez, estas armas serían determinantes para la victoria del ejército boliviano.

Unidas las fuerzas de Ballivián y Velasco se dirigen en pos del enemigo, en tanto, Gamarra había abandonado la ciudad de La Paz, ante la férrea resistencia de sus habitantes, que no hicieron nada grata la estadía de los invasores, ocupa los parajes de la localidad de Viacha para la hora suprema. Un cronista chileno de la época opinaba: “¿Cómo creen ustedes poder vencer a un ejército numeroso y mandado por Gamarra, con un ejército diminuto, sin recursos y en medio de la anarquía? Es indudable que ustedes serán vencidos. . .”

Ballivián también había trasladado sus fuerzas a Viacha, a sus espaldas estaban los cerros de Chonchocoro y delante los humedales de Humachúa. Llega el día decisivo, el 18 de noviembre de 1841, ambas fuerzas ocupan lugares estratégicos. Más de 3.500 soldados bolivianos ocupan sus puestos de combate y se emplazan 16 cañones, por el lado peruano, 5.000 hom-bres preparan sus armas y 10 cañones están dispuestos a escupir fuego.

Ante el resonar de los clarines y tambores de guerra se dio inicio a la batalla, Gamarra luego de haber hecho desayunar a sus tropas una mezcla de aguardiente y pólvora, inicia una maniobra envolvente, pero fracasa en este intento, Ballivián ordena retiradas esporádicas para extender la línea enemiga y así sacarlos de sus parapetos. Entonces ordena fuego granea-do contra el enemigo, causando enormes bajas que obliga a Gamarra decir: “He estado en muchas refriegas desde la guerra de la independencia, pero nunca he presenciado un fuego tan nutrido”.

Ante el desconcierto y la actitud vacilante de sus tropas, Gamarra se pone al frente para dirigir personalmente el ataque, una descarga de fusileros impacta en el cuerpo del jefe peruano quien cae de su caballo, quedando muertos él, la bestia y un campesino que estaba a su servicio. Cuando la noticia de su muerte se esparció cundió la confusión y el desconcierto entre las tropas peruanas, provocando la dispersión y la derrota definitiva de los invasores.

En apenas 50 minutos queda resuelta la batalla, en el campo se encuentran esparcidos 1.000 cuerpos sin vida, han caído prisioneros el Gral. Ramón Castilla, más de 20 coroneles, 150 oficiales y algo más de 3.000 soldados, también se habían capturado los emblemas patrios y todo el pertrecho militar del enemigo.

Con esta victoria Ballivián se había con-solidado como presidente, así como la in-dependencia de Bolivia y su existencia co-mo Estado soberano.

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