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viernes, 10 de octubre de 2014

Superstición en América precolombina


Han transcurrido más de quinientos años desde la incursión colonial española al entonces Nuevo Mundo y aún siguen en pie misterios que deambulan por América. Uno de ellos, tal vez el más importante: ¿Cómo fue posible que miles de indígenas hayan sido derrotados por un puñado de europeos?, aislando el impacto de las armas de fuego surge un factor sicológico que, tal vez, podría develar aquel misterio: el papel desempeñado por la superstición y creencias indígenas en toda América Latina.

Desde México al Perú, las comunidades autóctonas esperaban el retorno de dioses resplandecientes, blancos y barbudos. La leyenda, con sutiles diferencias, había sido transmitida de generación en generación; de comunidad en comunidad de manera que, en 1519, aquella visión ideal adquirió imagen y masa corpórea con la presencia física de Hernán Cortés y sus hombres, que desembarcaron en el puerto de Veracruz y sin mayores inconvenientes tomaron México.

Otro tanto ocurrió en el Perú ---1532--- con la derrota de los incas por las fuerzas de Francisco Pizarro y los hermanos Almagro; descalabro de gran magnitud que alcanzó a las comunidades originarias del Tahuantinsuyo, incluido el Kollasuyo, hoy región occidental de Bolivia.

Junto a los ejércitos españoles ingresó un grupo especializado en difundir y defender la fe. Los batallones de la sotana y de la cruz. Sin embargo, entre los extirpadores de idolatrías hubo sacerdotes que al redactar minuciosos informes a la Corona española difundieron la historia de los pueblos sometidos al proceso colonial, salvando en última instancia, tan valiosa información que en nuestros días es motivo de consulta.

Así, Fray Diego de Landa describió las costumbres de los mayas, en su libro Relación de las Cosas de Yucatán, y mencionó la leyenda indígena de los “hombres resplandecientes, barbados y de tez blanca” que algún día retornarían en pos de su trono.

DIOS VIRACOCHA

En homenaje a los trescientos cincuenta años de Los Comentarios Reales, obra escrita por el Inca Garcilazo de la Vega, la Universidad Nacional de San Marcos, Lima, Perú, editó los “comentarios” en dos tomos (1959). Garcilazo de la Vega, relata que uno de los hijos del Inca Yáhuar Huácac, soñó con un fantasma que anunciaba la rebelión de los Chancas.

El joven príncipe se presentó ante su padre Yáhuar Huácac y le comunicó su sueño: “Sabrás que estando yo recostado hoy a mediodía, debajo de una gran peña, se me puso delante un hombre extraño en hábito y en figura diferente de la nuestra, porque tenía barbas en la cara de más de un palmo y el vestido largo y suelto que le cubría hasta los pies. El cual me dijo: sobrino, yo soy hijo del Sol; por lo cual soy hermano de tu padre y de todos vosotros. Llámome Viracocha Inca; vengo a darte aviso se lo des al Inca, que la mayor parte de las provincias de Chinchasuyu están rebeladas y juntan mucha gente para derribarle y destruir nuestra imperial ciudad del Cusco (…) y en particular te digo a ti que en cualquier adversidad que te suceda no temas que yo te falte…”. Garcilazo agrega que tiempo después, cómo el joven príncipe descendiente de Yáhuar Huácac, al combatir y destruir a los ejércitos rebeldes, tomó el nombre de Viracocha Inca.

A la llegada de los españoles al suelo peruano fueron identificados con el dios Viracocha y dioses menores, porque les vieron barbas y todo el cuerpo vestido. Luego que entraron los españoles prendieron a Atahuallpa y lo mataron. “Y porque creyeron que eran hijos de su dios, los respetaron tanto que los adoraron y les hicieron tan poca defensa como se verá en la conquista del reino, pues seis españoles solos (Hernando de Soto y Pedro del Barco entre ellos), se atrevieron a ir desde Cajamarca al Cusco y otras partes, doscientas y trescientas leguas de camino, a ver las riquezas de aquella ciudad y de otras, y los llevaron (los indios), en andas, porque fuesen más regalados…” agrega Garcilazo.

FACTOR SICOLÓGICO

En base a testimonios de los discípulos indígenas de Fray Bernardino Sahagún, que confirman el carácter sobrenatural dado a los soldados españoles que invadieron México (1519), y tomando la versión del Inca Garcilazo de la Vega, en la conquista del Perú (1532), es notorio el papel negativo que jugaron la superstición y las creencias de estas dos naciones precolombinas, unidas por el dolor de la Conquista que cercenó no sólo la vida de los vencidos, sino que también generó un freno absoluto al desarrollo de las dos culturas.

El factor sicológico que atrapó el espíritu y el entendimiento de Moctezuma, en México y neutralizó el ánimo guerrero de Atahuallpa y su gente, en el Perú, hizo posible que los españoles tengan ganada la guerra militar aún antes de empezarla.

Pero, además, vale destacar que la superstición y también ciertas creencias fueron llegadas junto a los soldados de la vieja España. Tal es el caso del famoso aliado de las batallas: Santiago que, en el año de 1780, combatió victoriosamente desde los cielos, a las montoneras indígenas leales a Túpac Amaru. A su vez, este santo de procedencia colonial española, ha sido relacionado por los pueblos de habla aymara y quechua, como “Illapa” dios del rayo y del estruendo, tal cual lo refrenda el desaparecido autor de “Mama Pacha”, Mario Montaño Aragón.

Las creencias y la superstición pueden jugar un papel decisivo en la toma de decisiones como hemos visto en esta nota de fondo histórico.

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