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miércoles, 16 de septiembre de 2015

¿Qué pasó el 14 de Septiembre?

CRÓNICA HISTÓRICA | EL FUGAZ GOBIERNO INTERVENTOR DE ESTEBAN ARZE EN ORURO, PREVIO A AROMA, FUE UN MODELO DE AUTOCONTROL ADMINISTRATIVO INÉDITO Y SINGULAR EN LA HISTORIA POLÍTICA DE BOLIVIA.

En el año de 1810, Josep Gonzales de Prada fue nombrado gobernador de Cochabamba tras fallecer Francisco de Viedma. Prada asumió el cargo persiguiendo a los sospechosos cochabambinos que habían tomado parte en los sucesos revolucionarios del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, entre ellos a Francisco Vidal y Manuel Urquidi. También decidió mandar a Oruro a sus entonces correligionarios realistas Francisco del Rivero, Esteban Arze y Melchor Guzmán, “el Quitón”, con la misión de reprimir el levantamiento del indígena Titicocha en Toledo, que se había sublevado a orillas del lago Poopó. Sin embargo, los cochabambinos, ya en Oruro, evitaron el combate con los indígenas sublevados.

Estando acuartelados en Oruro esos tres comandantes realistas, sospechosos de simpatizar con la Junta de Buenos Aires, las autoridades virreinales habían decidido desterrarlos a Tupiza (Potosí), para lo cual se esperaba al coronel español Basagoitia, quien, procedente del Cuzco, debía llegar pronto capitaneando las fuerzas enviadas por el virrey Abascal que marchaban al sur para auxiliar al gobernador virreinal de Potosí Vicente Nieto, acosado por las tropas del argentino Castelli. Si los cochabambinos hubieran sido trasladados a Tupiza como planeó Gonzales de Prada, imposibilitados de volver a Cochabamba, jamás se habrían producido los hechos revolucionarios de septiembre, octubre y noviembre de 1810.



TESTIMONIO DEL "TAMBOR" VARGAS

En su memorable “Diario histórico de los sucesos ocurridos en Sicasica y Ayopaya”, el “Tambor” José Santos Vargas testimonió que los 200 soldados realistas de caballería enviados desde Cochabamba por el gobernador Josep Gonzales de Prada “al mando de un don Francisco del Rivero”, llegaron a Oruro “a principios del mes de agosto o por fines del mes de julio. Estarían como un mes y más… De repente desaparecieron de los cuarteles una noche, tal que no quedó uno. De retorno don Francisco Rivero a Cochabamba, se habían sublevado el día 14 de septiembre de dicho año 1810”.

En efecto —según se confirma en una crónica de Eufronio Viscarra— la mañana del 14 de septiembre de 1810, el coronel Francisco del Rivero junto al alférez Melchor Guzmán, a los tenientes Esteban Arze y Bartolomé Guzmán, “aparecieron en Cochabamba a la cabeza de una fuerza de mil hombres y auxiliados por todos los patriotas de la ciudad que, dirigidos por Oquendo, Montecinos, Oropeza y Arauco volaron a su encuentro. Se presentaron a caballo en la puerta del cuartel, apoderándose fácilmente de la tropa y de las armas, merced a la feliz circunstancia de que el regimiento estaba decidido de antemano por la nueva causa y no se derramó ni una gota de sangre”.

Al tomar el cuartel haciendo huir al gobernador Gonzales de Prada, Francisco del Rivero se dirigió a la tropa y con enérgica dulzura dijo a los sorprendidos soldados que se juntaron en el patio: “Hijos míos, os quieren mandar a combatir contra la Patria. No saldréis de aquí sino conmigo y para defenderla con lustras armas. ¡Viva la Patria!” Y el local invadido de soldados y pueblo todos contestaron “¡Viva la Patria!”.

El 19 de septiembre de 1810, Francisco del Rivero fue nombrado Gobernador mediante cabildo abierto y aclamación pública. Pero el verdadero combate armado de su revolución se produciría militarmente exactamente dos meses después, en los campos de Aroma.



RETORNO A ORURO, OCTUBRE DE 1810

Después del golpe del 14 de septiembre del 1810, las tropas libertadoras de Cochabamba, que desconfiaban de los argentinos, tuvieron que retornar pronto a Oruro para salvaguardar unos tesoros virreinales que Goyeneche, desde el Cuzco, había mandado a confiscar desplazando a sus tropas por la ruta del Desaguadero.

El guerrillero José Santos Vargas, quien entonces contaba con 14 años de edad, fue testigo de aquella “invasión de cochabambinos a Oruro”, en octubre de 1810, lo cual además obedecía a un clamor de los orureños para bloquear el avance que emprendía Goyeneche en pos de aniquilar a las tropas argentinas de Castelli que se expandían sobre el territorio de la Audiencia de Charcas con el objetivo de llegar a Lima misma. De hecho, Castelli y sus tropas de Buenos Aires —que eran parte del Ejército del Norte creado por Manuel Belgrano con el referido financiamiento inglés—, habían ingresado a Oruro en abril de 1810 y permanecían allí cometiendo abusos que indignaron los cochabambinos, por lo cual la consigna de Esteban Arze era “no depender de España, ni de Lima, ni de Buenos Aires”.

“Ya se oía decir que el señor presidente de la real audiencia del distrito del Cusco, un don José Manuel de Goyeneche, mandaba a algunas compañías a Oruro a castigarlos porque atajaron las arcas reales” —relata el “Tambor” Vargas—. “Informados en Oruro pidieron auxilio de Cochabamba a don Francisco Rivero. El número de tropas que Goyeneche mandaba a Oruro era de 700 hombres bajo las órdenes del comandante general, un tal Piérola”.

Siguiendo el relato de Vargas, “Don Francisco Rivero de Cochabamba mandó 2.000 hombres entre los que fueron 200 de infantería armada, dos piezas de artillería, 500 de caballería y los restantes de cívicos (que decían urbanos) al mando del señor coronel y comandante general don Melchor Guzmán, alias el Quitón”.

Eufronio Viscarra informa, sin embargo, que el ejército expedicionario que también era comandado por Esteban Arze constaba de mil hombres divididos en 10 compañías; y que “se creó también una tropa auxiliativa de 174 indios, encargada de conducir víveres y pertrechos de guerra y hostilizar al enemigo en caso necesario”.

“El partido que más contribuyó a la formación del ejército fue Tapacarí” —dice Viscarra—. “En la tropa creada en Punata con el nombre de ‘Patricios de Caballería’, llama la atención la circunstancia de que jefes y soldados se alistaron en sus caballos propios, y sin exigir el precio de estos últimos”.

Respecto al armamento, según el biógrafo de Arze, “apenas una tercera parte del ejército contaba con malos fusiles, morteros y arcabuces. Las dos terceras partes restantes estaban armadas solamente de chuzos, garrotes, macanas, cachiporras, barras de hierro y lazos”.



LA ÉTICA DE ESTEBAN ARZE

Intentando llevar la revolución a Santa Cruz, Esteban Arze fue traicionado por el general argentino Juan Antonio Álvarez de Arenales y desterrado por Ignacio Warnes a Santa Ana de Yacuma, donde falleció despojado de sus patrimonios el 24 de febrero de 1815. Fue el costo que pagó por proclamar su ideal autonomista de “una patria sin España, sin Buenos Aires y sin Lima, una patria nueva”. Sus restos fueron trasladados a su ciudad natal en 1947. Hoy, sus cenizas descansan en la Catedral de Cochabamba y en la Iglesia San Pedro de Tarata, capital de la provincia cochabambina que lleva su nombre.

Mientras permaneció en Oruro desde el 20 de octubre para custodiar los caudales reales y Goyeneche avanzaba por el Desaguadero, Esteban Arze impuso en esa ciudad una autoridad rigurosamente celosa de la conducta ética en sus propias filas. Al general Arze le interesaba muy poco la corrupción de sus enemigos, ya vencidos. Le preocupaba la de los suyos mismos, sabiendo que nadie es perfectamente inmaculado en estas viñas del señor, más aun detentando un poder nacido de las armas.

Esteban Arze dio una orden expresa para que ningún soldado de su ejército, ningún funcionario bajo su administración libertaria, osase robar un solo alfiler de los realistas derrotados; aun tratándose de los más odiosos sojuzgadores. Tampoco era permitido cometer abusos ni violar a las mujeres e hijas del enemigo. Arze creó un sistema de vigilancia que podría considerarse el primer órgano de inteligencia ética en la historia de la Independencia, y los infractores identificados eran fusilados en el acto, ante la algarabía del pueblo revolucionario.

El fugaz gobierno interventor de Esteban Arze en Oruro, previo a Aroma, fue un modelo de autocontrol administrativo inédito y singular en la historia política de ésta que terminó siendo la República de Bolivia 15 años después.

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