Buscador

martes, 16 de julio de 2013

Chuquiabo, de Huayna Kápac a Pizarro

Tenemos noticias tempranas de Chuquiabo -hoy la ciudad de La Paz-, las que dio el cronista Pedro Sancho, enviado por Pizarro en 1533, que dio cuenta de un valle, varios grupos humanos que respondían a varios caciques.

Según los estudios de Rigoberto Paredes Iturri, pudieron éstos responder a dos comunidades que constituían una dualidad, los caciques Uturunco y Quirquincho que explotaban una cementera de oro, cuya fama había trascendido a oídos del conquistador.

La embajada promovida por el marqués Francisco Pizarro no pudo realizarse sino como verificación de información obtenida de muy buenas fuentes, probablemente de los primeros contactos que tuvo con el imperio inca.

Y muy probablemente del propio Atahuallpa quien, como sabemos, ofreció un enorme tesoro por su libertad -libertad que no podía anhelar sino para enmendar el error de haber subestimado a este puñado de 150 hombres que le habían frustrado el triunfo, precisamente cuando se disponía a posesionarse del gobierno real del imperio-, cuando todo lo tenía a su favor.

O de los nobles orejones cusqueños que resistían aún la imposición que se hacía inminente por parte de Quito, aunque habían sido derrotados militarmente y había sido tomado preso el auténtico heredero de Huayna Kápac, el joven inca Huáscar, investido con todas las formalidades, y que padecía prisión y trato de reo.

La maquinaria de guerra con que otrora se ampliaban las fronteras del imperio ahora conquistaba al propio imperio. Cuando la “chasca cuchi” de Atahuallpa se cernía demoledora e inminente sobre la cabeza imperial del Cusco, fue en el acto impedida por la sorprendente y “milagrosa” llegada de Pizarro que, en una acción legendaria, convierte al vencedor en reo.

Así, la nobleza inca no podría verlo sino como presencia divina y restauradora; desde el inicio mismo de sus acciones, los orejones de Cusco habían encontrado en él un aliado y por tanto podían haber enseñado u ofrecido las minas de oro y plata.

Sea por cualquiera de las dos partes, y lo más probable que por ambas, Pizarro logró no sólo un gran tesoro, sino información sobre las minas que producían la buscada riqueza aurífera.

Tal es la certeza que tiene Pizarro de su existencia, que envía a Sancho, su escribano -no su escudero-, con instrucciones precisas de verificar su existencia, gracias a lo cual los paceños hoy conocemos por registro historiográfico, o por lo menos cronístico en un tiempo por demás temprano, en el primer documento escrito realizado sobre el Perú, de la existencia de Chuquiabo y estos dos patriarcas que vivían pacíficamente en parcialidades cumpliendo un rol en favor del inca.

Existe luego un gran vacío histórico sobre Chuquiabo. Se sabe que Pizarro haría reparto de encomiendas con los indígenas de las provincias del Kollasuyu en provecho de sus más cercanos colaboradores, particularmente sus hermanos Hernando y Gonzalo.

Las minas y hombres que pertenecían a Huayna Kápac se las adjudicó a sí mismo, y eran precisamente las de Chuquiabo. Todo esto se da ya en un periodo posterior a la muerte de Almagro, en 1538, a manos de su hermano Hernando, acto que cierra la primera guerra civil española en Perú.

Esta apropiación de Chuquiabo tendrá su máximo epílogo en la visita que realiza personalmente que el vencedor en 1540, y que fue registrada por el cronista Pedro Cieza de León; y fue algo coincidente pero no casual con el propósito que lo trajo: la fundación de una ciudad que antes del descubrimiento de las minas de Porco y Potosí, habría de llevar el nombre de La Plata.

Esto no puede ser visto como simple azar, se trata claramente de la búsqueda de un tesoro ofrecido no solamente por una información verbal, sino a través de un mapa realizado con nudos y cuerdas de lana, un quipu real; sin duda un artefacto que permitía conocer las rutas del imperio y de sus caminos, el llamado Kapac Ñam o Caminos del Inca.

Son escasas o inexistentes las noticias del periodo entre 1533 y 1540, sin embargo sabemos que la orden de los hermanos franciscanos tuvo la primacía en la prédica del cristianismo en los pueblos del altiplano, precisamente a partir de 1533.

¿Qué fue lo que encargó Pizarro a Sancho como mensaje a los caciques Uturunco y Quirquincho? Se sabe que de ellos uno al menos era la cabeza de un grupo de mitimaes de Huayna Kápac, al parecer Quirquincho.

La referencia a Huayna Kápac resulta lógica, ya que Atahuallpa no llegó a gobernar el imperio ni logró heredar sino el ejército de su padre, que en realidad le habría pertenecido a Huáscar, como sucesor real, pero ni éste ni su hermano heredaron nada más que discordia y guerra.

Es seguro que Pizarro mandó a los caciques churubambeses mensajes de paz y de amistad y reconocimiento, o ratificación de las prerrogativas sociales de las que gozaron como gente de confianza del finado inca, quien, por otro lado, y también según otra crónica del mismo autor, Pedro Cieza de León, había visitado Chuquiabo y la provincia del Kollasuyu.

En la campaña por el control total de la provincia del Kollasuyu, denominada Campaña de Cochabamba, no se sabe de participación alguna de los naturales de Pacajes ni de Churubamba, por entonces ya nominada como Pueblo Nuevo.

Fueron los pueblos del sur, Qaraqara, Challanta, Chichas, Quillacas y Yamparaes los que ofrecieron resistencia a Gonzalo Pizarro en Cochabamba.

Así es que Pizarro inició la ocupación ibérica de Chuquiabo, asentó las iglesias de San Francisco y Santa Bárbara, mandó a fundar desde el Tambo Quirquincho la ciudad de La Plata en enero de 1540 y viajó a ella para su consagración.

Todo esto durante dos meses en que la ciudad del Illimani le sirve de asiento, convirtiéndose en semilla de lo que sería Bolivia a la postre. Esto pasó antes del génesis que, para muchos historiadores bolivianos, es la fundación de Alonso de Mendoza, varios años después.

Juan Francisco Bedregal Villanueva


“Son escasas o inexistentes las noticias del periodo entre 1533 y 1540”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario