Buscador

domingo, 7 de julio de 2013

TOKWA’J HÉROE CULTURAL MATACO

Pocas personalidades míticas deben ser tan complejas como Tokwa’j. No sólo es el intermediario entre los dioses y el hombre, es también el innovador de variadísimas técnicas, como es el causante de que los Mataco hayan perdido parte de las bondades de un estado Edénico. Se presenta algunas veces con una inteligencia picaresca inigualada y otras como un tonto empedernido.

Este personaje, presente en la mayoría de las narraciones míticas, fue objeto de concienzudos estudios desde Metraux en 1939 hasta Mashnshnek en 1973, pasando por Palavecino en 1940, Fock en 1967 y Califano en 1970.
Según la tradición oral el Creador del Universo les prometió a los hombres wickyi, antes de su partida definitiva, que no los abandonaría jamás, y cumpliendo esa promesa ordenó al señor de Todos los Demonios (Ajatáj) que creara Tokwa’j como un nexo de unión entre los hombres y los dioses.
¿Es Tokwa’j una deidad, un demonio, un transformador, un trickster o un héroe cultural?
Tokwa’j no ha sido considerado jamás una deidad, Ahatáj, dios de los demonios, siendo su creador, lo modeló de barro (1). “Ajatáj se cambió para donde está el naciente del sol. Ajatáj llegó hasta allá, hizo a Tokwa’j como si fuera un muñeco de barro, entonces lo sopló y tomó la forma de hombre”.(2). Su calidad humana prima sobre cualquier otra. A Tokwa"j no se le rinde pleitesía, no tiene culto y por el contrario, sus características humanas, satirizadas, lo convierten en la mayoría de las narraciones, en el hazme-reír de los Mataco.
Si Tokwa’j fue creado por el dios de los demonios, la lógica aconsejaría clasificarlo dentro de la categoría demoníaca. Aunque es en sí un demonio y como tal un Aját, no es un espíritu maléfico como todos los otros demonios de la cultura Mataco y “no presenta el aspecto terrible y extraño de los otros Aját. Tokwa’j es un Aját familiar, casi humano, pícaro, loco y siempre al lado de la toldería… está siempre al lado de los wickyi… El tiempo originario y el tiempo presente se conectan a través de él” (3). Las diferencias de Tokwa’j con los otros Aját son fundamentales, no es maligno por naturaleza y nunca está al acecho de los hombres, está con ellos y existe para ellos.
Tokwa’j como Artero (Trickster) se burla de los animales, de los dioses lares y permanentemente también de los hombres. Adquiere muchas veces la figura de un personaje que por su estolidez, es motivo de mofa, adquiriendo así aspectos tragicómicos.
Se burla de los animales como nos lo relató con la alegría propia de un niño y la picardía de un anciano uno de nuestros informantes, don Mariano Segovia que en Mataco se llama Nowajé. “Tokwa’j resuelve engañar al tigre y para ello se presenta ante él comiendo un sabroso pedazo de carne. Cuando el tigre le pregunta de dónde lo había obtenido, le responde que era su propio corazón que lo extrajo metiendo la mano por el ano. El tigre engañado por Tokwa’j le ruega que haga lo mismo. Tokwa’j, ni corto ni perezoso, efectúa la operación y mata al tigre”.
En otra oportunidad necesitando alimentarse engaña a los pájaros “indicándoles que si quieren parecerse a él deben sambullirze en una laguna. Cuando lo hacen Tokwa’j los espera dentro, los despluma y se los come”.
Es sin duda un trikster, pero no sólo eso, sino también un transformador que introduce métodos, enseña técnicas, interviene en cambios substanciales de la vida de los Mataco. A él se deben muchas dificultades, pero también es el autor de los mejores modos de enfrentarse a una nueva realidad de vida, distinta del modo originario.
Para Aurora Gallego “Todo pueblo primitivo posee un actor protagonista dentro de su mitología, conocido entre los etnólogos como el transformador (debido a que este personaje suele transformar al mundo, dándole su actual conformación), Héroe cultural o también Artero…, el transformador (es) quién establece el orden actual de las cosas, es accidental, esporádicamente benéfico e interviene activamente en los problemas del hombre y del mundo. Entre los Mataco, este transformador está representado, por un personaje picaresco y atrevido llamado Tokwa’j” (4).
Es cierto que es a la vez un Aját y un trickster, pero es por sobre todo, sin duda, un héroe cultural cuya concepción encierra todas las anteriores y también la de legislador, civilizador y tesmóforo que “introduce métodos, técnicas y otorga cosas” (5).
Dos características esenciales posee Tokwa’j: la de poder sufrir cambios en su ser (metamorfosis) y de tener naturaleza ambivalente.
La primera que es inherente a su esencia, le permite enfrentarse con éxito a las más inverosímiles circunstancias, tiene dos formas principales a las que recurre y que específicamente le fueron atribuidas: la de humano, con figura de hombre y la de animal con figura de perro. Originalmente Tokwa’j fue creado con figura de hombre, partiendo del barro, sin embargo, Ajatáj, modeló inmediatamente una figura de perro, y señaló a Tokwa’j “que ésta será la otra figura que podrá adoptar durante sus andanzas. Sin embargo, por su naturaleza de Aját en circunstancias de peligro podrá cambiarse en cualquier otra forma. Pero las figuras propias serán siempre las de hinnó (hombre) y sino’j (perro).(6)
En todos los relatos la actitud característica de Tokwa’j es la de: “intentar asemejarse a otros seres o imitar sus acciones, lo que le conduce siempre a situaciones nefastas para su figura. Así por ejemplo, al encontrarse con Flej’oj, un pajarito que poseía un hermoso plumaje blanco, le solicitó el método para obtener su color, tan apreciado, pero el héroe fue hábilmente engañado por Flej’oj quién le hizo creer que era necesario para ello exponerse al fuego, hecho que le produjo una gran quemadura”(7).
En los relatos míticos de los Mataco hay innumerables narraciones sobre la metamorfosis de Tokwa’j, como aquella en la que se transforma en pájaro para engañar al tigre, tiene también la posibilidad de poder sustituir partes de su cuerpo o de unirlas cuando se desprenden y de regenerarlas si es necesario.
En el primer caso, por ejemplo, cuando sufre la amputación de sus órganos sexuales en un intento de copulación con las mujeres originarias, que tenían dientes en sus vulvas.
Don Mariano Segovia, nos relató también en detalle esta aventura de Tokwa’j. Según él, el loro (elé) encargado de cuidar el asado de los hombres originarios, mientras ellos se iban a cazar o recolectar miel, (mielear) fue el primero en darse cuenta que la carne asada, era sustraída por las mujeres que descendían del cielo a través de una cuerda hecha de chaguar. Estas bellas mujeres devoraban la carne por las entrepiernas, hecho que permitió al loro suponer que ellas tenían dientes en sus vaginas. Cuando fueron atrapadas por los hombres éstos se pusieron de acuerdo, jugándole una mala pasada a Tokwa’j, para que él sea el primero que tenga relaciones sexuales con una de ellas. Tokwa’j se deja encañar y como fruto de este engaño sufre la amputación de sus genitales. Sin embargo, Tokwa’j los sustituye de inmediato confeccionándolos de piedra y así, alegre y en parte vengándose de los hombres, copula con todas las mujeres, hecho que permanentemente repite, con cada una de ellas, no ya para desgranar los dientes de la vagina de las mujeres sino para enseñar a los hombres las técnicas de relación sexual.
En el segundo caso cuando se hace amputar una pierna, —según nuestro informante— más abajo de la rodilla, para imitar al gavilán que se asienta sobre una de ellas y ante su fracaso la vuelve a unir a su cuerpo, en forma no del todo permanente, este hecho se desprende de las narraciones de Nowajé que en diversas oportunidades se refirió a la incomodidad que significaba para Tokwa’j el volver a unir su pierna.
Una otra característica importante, es la relativa a su naturaleza ambivalente. Apegada al orden y contrario al mismo, bondadoso y cruel, poderoso como un dios y desvalido como un niño, “amoral y religioso, tonto y sabio, hombre y mujer, gordo y flaco” (8), son algunas de sus formas de actuar y de ser.
Todas las acciones de Tokwa’j pueden ser catalogadas en dos categorías: buenas y malas. Como personaje central de los mitos Mataco participa en innumerables acciones que tienen una de esas características.
Sería imposible comprender el valor y la presencia de Tokwa’j en la cultura Mataco, sino explicamos el texto de algunos de estos mitos, relatados por los propios aborígenes y recogido por diversos investigadores.
Los mitos empiezan desde el momento mismo que Tokwa’j intercede ante Dios, hablándole directamente para que haga la tierra ya que había oído que todo fue hecho por El, porque al principio el universo era un mar de agua.
Antes de perder su estado edénico, los wickyi comían los alimentos crudos, fue Tokwa’j el que les enseñó la técnica de cocerlos, pero para ello, tuvo que ingeniárselas para obtener el fuego. La obtención del fuego que en la mayoría de los relatos míticos es obra de este héroe cultural Mataco, aunque no en la forma, ya que, según algunos, lo obtuvo robándoselo del dios dueño del fuego, habiendo logrado introducirlo en la rama del duraznillo y finalmente lo distribuyó entre los hombres; según otros, para su obtención utilizó la técnica de rotación. En ningún relato aparece el pedernal como fuente del fuego.
Tokwa’j es también el autor de la formación de los ríos gracias a la liberación de las aguas. Según los relatos las aguas y todo lo que contienen estaban almacenadas en un gran árbol de Yuchán (palo borracho). El dueño de esas aguas y de los peces, Chila’j, prohibió expresamente flechar al pez Dorado- La transgresión cometida por Tokwa’j, hizo que se rajara el Yuchán, habiendo originado este hecho la formación de los ríos Bermejo (Tewkitáj) y Pilcomayo (Te- wok) .
Aparentemente habría una contradicción en los relatos referidos a la formación de la tierra, como una isla dentro de un inmenso volumen de agua y los relatos referidos a la formación de los ríos, en un hábitat árido y seco, sin embargo, tal contradicción no existe ya que ellos creen que la tierra está constituida por un gran volumen sólido.
Los Mataco creen firmemente que Tokwa’j, en una acción benéfica enseñó las prácticas terapéuticas a los chamanes. Tokwa’j, "el tío grande” para los Mataco, empezó por elegir a un joven a quien le enseñó todo lo concerniente a las funciones de chamán, posteriormente, lo transformó en un Aját Welán, encargado de preparar e iniciar a nuevos chamanes.
Con el objeto de que los hombres puedan copular, y en el futuro tener descendientes, les otorgó el o’lé extraído del lomo del sapo. De esta forma Tokwa’j enseñó a los hombres a perpetuar su especie.
Tokwa’j es omnipresente en la vida cotidiana de los Mataco, a él se debe que los hombres hayan aprendido variadísimas técnicas, gracias a él los wickyi aprendieron cómo cazar los diferentes animales, a distinguir entre cuáles cazar y cuáles no, cómo pelarlos, desplumarlos e incluso prepararlos; sin sus enseñanzas los hombres no supieran cómo con¬feccionar las redes para pescar, sean éstas de tijeras o de bolsa, cómo fabricar el arco y la flecha, y cómo utilizar el perro y la soga en labores de caza, y, no sólo eso, sino también, enseñó a los perros a olfatear a las presas. La apetecida miel hubiera sido imposible encontrarla si Tokwa’j no les hubiera enseñado cómo hacerlo. La recolección de los frutos, las reglas de su distribución y el compartirlos entre todos, es también obra de Tokwa’j, como son las de enseñar a las mujeres cómo recolectar el chaguar (bromilácea) a meterlo al agua sobre el fuego, a rasparlo hasta obtener fibras del grosor del hilo, a darle color utilizando tinturas, a tejer con esas fibras bolsas llamadas llicas para transportar los efectos personales.
En el resumido recuento de estas obras benéficas, que enseñó, podemos anotar aquella referida a la forma de combatir las tempestades sacudiendo los porongos.
Es el autor de algunas interdicciones, como la de prohibir a las mujeres salir fuera de sus chozas cuando el Arco Iris es visible, o acercarse al río cuando tienen su regla, para evitar que los peces desaparezcan. El enseñó a enterrar a los muertos bajo tierra.
Pero también es el autor de una serie de otras acciones dañinas. A tiempo de enseñar cómo hacer la aloja (chicha) fermentando frutos, como el algarrobo, les enseñó a emborracharse y también a pelear, ya que “la borrachera sin pelea no sirve”. Introdujo asimismo el adulterio, “Ustedes quieren tener muchos hijos no? Pero, si ustedes quieren así hay que buscarse otra mujer. Teniendo dos, cuando preñan una, también preñan la otra y así va a haber mucha gente”.(9). De esta forma es también el autor de la rivalidad masculina.
Practica y enseña el robo, el asesinato, la poligamia, la guerra y es el artífice de las uniones inestables.
Pero por sobre todo, es el eterno burlador burlado de los relatos de los Mataco. Es según Fock, la primera figura humorística de la tradición oral de los Mataco, en la que el chiste generalmente ocupa un lugar importante gracias a las exageraciones grotescas cometidas por este personaje.
Otras características se pueden incorporar a las ya señaladas como atributos de Tokwa’j, la potestad de crear algunos pájaros y animales pequeños, (sin embargo la mayoría de los relatos hacen hincapié en la existencia anterior o coexistencia de muchos de ellos con Tokwa’j, tal el caso del loro (elé) que juntamente con el gavilán cuidaron de la carne de los wickyi para que no se la coman las mujeres, en los tiempos originarios); la de la transformación de sus órganos, después de muerto, en algunos animales pequeños (las abejas que producen miel) y la de cambiar los colores originales de todas las aves (ello ocurre cuando el pájaro carpintero orada el estómago de Tokwa’j, después de muerto).
Tokwa’j en varias narraciones muere, sin embargo, la mentalidad mataca se las ingeniará para que siga viviendo después de cada muerte.
Los Mataco tienen plena conciencia de que Tokwa’j es un experimentador perenne, que como bien lo anota Niels Fock, crea los problemas pero a la vez encuentra las soluciones. Todos los recursos son alcanzables para él, nada le está vedado, todo lo hace para ayudar a los hombres y, su existencia es un constante urdir de tretas para encontrar solución a los problemas que él se crea, pero también para divertirse en forma alegre y picaresca.
“La compleja personalidad de Tokwa’j palpita hoy con resonancia increíble en el alma de los aborígenes Mataco, con la posibilidad de despertar en ellos, los más encontrados sentimientos. Para las madres es el terror ya que se alimenta de niños. Solaza y divierte a los mayores con desórdenes sexuales de pícaro incorregible. Para las jovencitas es el sátiro insaciable, para las mujeres el burlador de maridos, para los hombres fecundo en ardides, para todos, el ser benéfico que provee al pueblo Mataco de los elementos primordiales para la vida de la raza”(10).
Tokwa’j como ningún otro personaje cumple a cabalidad la función de héroe cultural de su raza y es en síntesis la expresión de la cultura Mataco.
Tokwa’j no es el único héroe cultural o como lo llamaría Shaden héroe mítico de los Mataco, Tapiatsol y Ka’o’ó completan la trilogía. Aunque en rigor de verdad los dos últimos no son propiamente héroes culturales ya que tienen una sola característica de éstos: Tapiatsol es solamente un tesmóforo y Ka’o’ó sólo un héroe. Por otra parte ninguno de los dos y con mucho, alcanzan la dimensión mítica de Tokwa’j.
El primero, enseña algunas técnicas a los hombres originarios como la de construir viviendas, recolectar frutos, sembrar con flechas y contraer matrimonios monogámicos. Esas enseñanzas necesarias y correspondientes a un estado Edénico, fueron alteradas y modificadas por Tokwa’j.
El segundo, siempre luchará con las figuras malignas que atontan contra los wickyi, como con la tortuga que asesina a los hombres o la lampalagua (Constrictor Occidentalis) que se introduce en el vientre de la mujer o, que aprovecha el sueño causado en el hombre por la ingestión de una miel especial, para matarlo mientras duerme.
Tapiatsol, como Tokwa’j y Ka’o’ó en el escenario mítico asumen características humanas, sin embargo, aparecen representados con diferentes formas, generalmente animales; a Tapiatsol se lo describe “como un pájaro pequeño, de pico corto, con plumaje manchado y pecho blanco”.(11) Ka’o’ó es descrito como la pava del monte y Tokwa’j se transforma en varias figuras animales, ya que originalmente tiene figura humana, sin embargo en muchos relatos nativos coincidentemente aparece como perro grande y famélico.

1.- Las características de su creación parecen haber sido incorporadas recientemente en la mitología mataco y son sin duda producto del sincretismo con la religión cristiana.
2.- Miguel de los Ríos. Vida y Muerte en el Cosmos Mataco, en los Grupos Aborígenes. Pág. 52.
3.- Mario Califano. El Ciclo Tokwa’j. Scripta Etimológica. Pág. 108-181. Nótese la reiterada expresión de “estar a lado” que significa “estar con” o ser parte de ellos.
4.- Aurora Gallego en la introducción a Vida y Mitos del Mundo Mataco de Uben G. Arancibia. Pág. 5
5.- Celia O. Manshnhek - Seres Potentes y Héroes Míticos - Scripta Ethnológica I - Pág. 130.
6.- Mario Califano. El Ciclo Tokwa’j. En Scripta Ethnológica. Pág. 173.
7.- Narración Mítica recogida por Palavecino y consignada por Ce’ia Manshnhek - Op. cit. 110.
8.- Niels Fock. Historia e Investigación de la Cultura Popular Mataco. Pág. 30.
9.- Alejandra Siffredi. Mito y Cosmovisión de los Mataco del Chaco Argentino. Scripta Ethnológica. Pág. 183.
10.- Uben Gerardo Arancibia. Vida y Mitos del Mundo Mataco. Pág. 82.
11.- Celia O. Mashnhnek, sostiene que esa descripción corresponde a la golondrina de Brasil. Op. cit. Pág. 109.

No hay comentarios:

Publicar un comentario