“Nunca tuvimos la capacidad de movilizar ese armamento. Los fusiles y municiones quedaron amontonados. Teníamos pocos soldados”, reveló el coronel de Ejército retirado Fernando Sánchez, miembro de la Academia Boliviana de Historia Militar, filial Cochabamba.
Según los libros de historia, el primero de febrero de 1927, el Gobierno boliviano suscribió un contrato con la fábrica inglesa de armamento Vickers Armstrong, que aceptó un crédito boliviano con un anticipo de diez mil libras esterlinas a cambio de dotar de armamento (fusiles) a las tropas bolivianas.
Cinco años antes de que comenzara el conflicto bélico con el Paraguay por la disputa y el control del Chaco Boreal, el país ya tomaba sus previsiones, comentó.
El expositor aseguró que firmar este contrato no sólo significó la adquisión de las armas, sino que también comenzó todo un trabajo previo a cargo de una comisión boliviana para viajar a las fábricas y realizar pruebas.
Bolivia contaba con armamento de última generación, que permitiría equipar a las Fuerzas Armadas para combatir al enemigo. Ese fue el resultado de las medidas que asumió el entonces presidente Hernando Siles Reyes al asumir el gobierno de Bolivia en 1926.
“Por primera vez en su historia quisieron armar adecuadamente al Ejército” sostuvo Sánchez.
La compra significó una deuda muy grande para Bolivia.
“El Gobierno se endeudó. En aquella época se pagaron más de 5 millones de dólares, que para ese tiempo era mucho, inclusive tuvimos que prestarnos dinero”, señaló.
CRISIS El comprar armamento para el virtual conflicto bélico y el prestarse dinero de una empresa norteamericana para proyectos de caminos derivó en una crisis económica.
Explicó que el Ejército se preparaba para la guerra, pero no tenía las condiciones económicas para afrontarla.
Mientras el armamento inglés aún no llegaba a Bolivia, Paraguay ya contaba con municiones, afirmó.
El armamento comenzó a llegar al país paulatinamente los años 1929 y 1930.
“Las armas llegaron y eran suficientes para la guerra, lo que pasa es que no tuvimos la capacidad de movilizarlas a la zona de guerra”, recalcó.
Insistió en que los fusiles “eran muchos y los soldados pocos”.
Dijo que pese a contar con el armamento habían soldados que no sabían disparar un arma.
Algunos testimonios de los beneméritos de la Guerra del Chaco, como el excombatiente Héctor Pardo coinciden en que las tropas bolivianas tenían el armamento suficiente pero “carecían”, de otras atenciones como la provisión de alimentos.
Don Crecensio Torrico, otro excombatiente, recordó que una vez en manos de los soldados enemigos fue despojado no sólo de su fusil y de sus pertrechos, sino de toda su vestimenta militar.
Agregó que había con que disparar, pero que el Gobierno no les dotó de los insumos necesarios para enfrentar a los ocasionales enemigos (Ejército de Paraguay).
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viernes, 12 de julio de 2013
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