La Paz protagonizó un papel estelar en el proceso de la independencia americana. A doscientos cuatro años de esta gran gesta libertaria y revolucionaria, en el presente artículo recordaremos a una parte fundamental de esa lucha: aquellas mujeres que se enlistaron en filas patriotas al lado de sus familiares o por cuenta propia para contribuir en el logro de la tan añorada independencia de una potencia ajena a nuestra tierra.
Presentamos dieciséis semblanzas históricas de heroínas paceñas protagonistas de ese trascendental momento y proceso. Mujeres que han tenido directa relación y actuación con los protomártires ejecutados aquel nefasto pero a la vez histórico 29 de enero de 1810,
Manuela Josefa de la Concha Olmedo de Murillo (¿-?). Esposa legítima del protomártir de la independencia Pedro Domingo Murillo. Nacida en la ciudad de La Paz. Tuvieron tres hijos. Pertenecía a una familia acomodada y de significación social.
Heroína que con sacrificio admirable y abnegación supo alentar los trajines subversivos de este patriota para conseguir la independencia. No se conoce divergencias de este matrimonio, ni ningún testimonio de divorcio, presumiéndose la separación de forma consentida de ambos consortes.
Manuela Durán (¿-1856). Concubina del protomártir de la independencia Pedro Domingo Murillo y compañera en todo el proceso de la revolución paceña, con quien convivió desde 1790. Natural de la ciudad de La Paz. De esta convivencia nacieron nueve hijos.
Manuela Durán falleció en 1856 en Lima-Perú.
Tomasa Murillo Durán. Hija de Pedro Domingo Murillo. Nació en la ciudad de La Paz en diciembre de 1790 o enero de 1791. Contrajo matrimonio con don Andrés Salcedo en 1806, tuvo cuatro hijos. Fracasada la revolución, Tomasa estuvo en los momentos más difíciles al lado de su padre, quien huía de las fuerzas realistas, hacia las montañas de Zongo. También cuando ya había sido capturado el 11 de noviembre de 1809.
Es el 29 de enero de 1810, la hora de la ejecución y el momento de despedirse de su hija mayor Tomasa. Al llegar Murillo a la esquina de la plaza abrazó a su hija, le dejó su denario, un anillo y un pañuelo, diciéndola: “Hija mía, has sufrido tanto como yo, huye de La Paz sin mirar a tus espaldas”.
Durante tres días los hijos de Murillo corrían las calles y se detenían al pie del lugar de la ejecución como pajarillos huérfanos arrojados de su nido. Sus bienes habían sido confiscados. La familia se dispersó muriendo en la pobreza más extrema.
Conversando con un historiador de la época, Tomasa, ya anciana, decía: “El anillo que me dio mi padre, lo conservé como una reliquia hasta que el hambre me obligó un día a deshacerme de él. No he guardado sino este denario que te lo lego …”.
La anciana calló: el sacerdote nos reemplazó a la cabecera de la moribunda. Un día después paletadas de tierra cubrían para siempre los restos de la hija de Pedro Domingo Murillo. Tomasa falleció en 1860, habiendo ya perdido para ese tiempo el sentido de la visión.
Teresa Murillo Durán. Hija de Murillo y Manuela Durán. Nació en La Paz hacia 1794. Respecto a Teresa, se tiene la siguiente nota: “La hija de este gran hombre, el día antes de subir su padre al cadalso, fue a recibir el último adiós, y al estrecharle entre sus brazos, le entregó un anillo con estas significativas palabras: “Conserva esta única prenda en prueba de mi cariño; y recuerda siempre, la tea que dejo encendida, nadie la apagará, la patria agradecida cuidará de tu existencia”. Teresa Murillo falleció en 1856, en un hospital de caridad, en Arequipa-Perú. Para ese tiempo, se calcula que tendría entre 15 y 16 años.
Manuela Pagadora de Graneros (¿-?). Comprometida con la revolución paceña junto a su esposo el revolucionario Mariano Graneros. Tras la ejecución de Graneros, Castelli registraba: “Doña Manuela Pagadora, viuda del Villarero don Mariano Graneros, tiene cuatro hijos, y sus padecimientos han sido iguales a las que apoyaron la causa”.
María Carmen Rodríguez de Jaén (¿-?). Esposa del protomártir Apolinar Jaén. Poco se conoce sobre la vida de esta patriota. Con residencia en la población de Coroico, acompañó a su esposo en su labor subversiva.
María Mercedes Cabrera de Jiménez (¿-?). Otra patriota de quien se conoce muy poco. Hija del cuzqueño Faustino Cabrera. Esposa del protomártir de la independencia Melchor Jiménez, con quien tuvieron dos hijos. Estuvo en los momentos más dramáticos al lado de su esposo. María Manuela Campos y Seminario de Lanza. Nació en marzo de 1780. De ilustre cuna, recibió esmerada educación.
Esposa de Gregorio García Lanza, tuvieron cuatro hijos. Una de las más decididas y sacrificadas patriotas de la independencia. Por la libertad lo dio todo: familia y fortuna, sufriendo represalias de las autoridades españolas”.
El calvario de María Campos comienza al momento de la pérdida de su esposo, el 29 de enero de 1810.
Una mujer enlutada, seguida de dos tiernos niños, se presenta ante Goyeneche.
-Señor, le dice al tirano, salva la vida de mi esposo por piedad a estos niños.
-No, responde soberbio Goyeneche.
Doña María clava mirada de odio en la imperturbable faz del déspota y sentencia:
-Caiga la sangre de Gregorio García Lanza sobre tu frente. Y sale.
Cuando el día declinaba, la misma mujer y un fraile sacaban arrastrado, un cuerpo con sigilo y precaución del palacio de Goyeneche. Se dirigieron al templo de San Francisco, el fraile comenzó a abrir un hoyo al pie del altar de San Antonio, mientras la mujer, con las manos plegadas oraba.
La mujer descubriendo el rostro del cadáver le dio un beso en los yertos labios y cayó desmayada.
El cuerpo descendió al hoyo con un ruido sordo, el fraile repitió un responso y echó tierra enseguida.
¡Así fue el entierro de uno de los más ilustres protomártires de la independencia americana!
Doña María amenazada por sus enemigos, tuvo que buscar refugio en Coroico, tierra de su esposo, temiendo futuras emergencias por sus ideas patrióticas se dirigió después a las quebradas de Río Abajo, situándose en Caracato y después en Luribay de donde regresó a fines del año 1815.
Los bienes de su esposo habían sido confiscados y los de ella amenazados. El sanguinario Ricafort que había venido a La Paz para cometer crímenes y robos, le arrancó once mil pesos a las veinticuatro horas de notificada. Para librarse de tantos atropellos volvió a emprender viaje otra vez a la Provincia de los Yungas de la que regresó a principios de 1820, dejando a sus hijos a la tutela del presbítero San Martin, clérigo avaro y descuidado que no supo cumplir con sus deberes.
María Manuela falleció en 1820.
María Dolores Mantilla Chirveches de Lanza (¿-?).
Esposa del protomártir Manuel Victorio García Lanza, con quien procrearon seis hijos. Sufrió toda clase de vejámenes en represalia por alentar la causa libertaria. Al fallecer éste en lucha, la viuda, con valentía y carácter no quiso abandonarse al dolor. Enjugándose las lágrimas, tomó la mano de su tía y pidió ser llevada ante Goyeneche para pedir los despojos de su marido. Después de horas de espera en la antesala del tirano, le fue negada la audiencia.
En vísperas de dar a luz, con el espantoso dolor de haber perdido el ser que tanto había amado, no paró de puerta en puerta, de despacho en despacho, en solicitar el cuerpo inerte de su esposo.
Después de tanto suplicio, Goyeneche cede en el pedido, pero a la vez dicta una ordenanza que es leída en Bando en todas las principales esquinas de La Paz y poblaciones yungueñas: “Todas las pertenencias y bienes de la familia García Lanza y Mantilla, han sido expropiados, para aplicarlos al Real Erario para escarnio de los traidores a la Corona de España”. Ningún miembro de la familia se libra de la tenaz persecución.
María Dolores espera de un momento a otro, dar a luz. Sin dinero para dar de comer a sus niños, es llevada donde su cuñado Domingo Cortadellas que con todo afecto le ofrece un aposento para el alumbramiento del último vástago. El 10 de enero de 1810, mes y medio después de la muerte de su padre, nació Manuel Joaquín Baltazar. María Dolores, mediante trámites difíciles y las más de las veces humillantes logró al fin la devolución de su casa solariega de Carcantía (Caja del Agua). Recuperó el hogar levantado por Manuel Victorio. Así también para su cuñada, a quien cedió la mitad del predio. Poco después, juntas las dos, logran recuperar algunas tierras de la hacienda San Cristóbal en Coroico. Todos lo demás fueron definitivamente perdidos.
Pero no quedaba vestigio de sus épocas de paz y alegría. Una noche al verse mala, mandó llamar a su confesor. Terminada la corta confesión, con dificultad dictó su testamento al doctor Cordón, amigo de la familia.
Al amanecer del 24 de diciembre (no se especifica el año), después de una corta agonía, dejó de existir.
Marcela Catacora y Heredia (¿-?).
Hermana del protomártir de la independencia Juan Basilio Catacora y Heredia, acompañó a éste en todo momento de la lucha revolucionaria. Catacora permaneció soltero hasta su muerte, le prodigaba cariños de madre su hermana Marcela, que no le abandonó un solo instante. Al parecer, la situación económica de esta familia era estable: los descendientes de esta familia fueron dueños de las haciendas de “Lorobaya” y “Quencociros” en la Doctrina de Canbaya del Partido de Larecaja, las que fueron avasalladas con extorsiones en 1816 por las tiranías de la época.
Magdalena Rocha de Jiménez (¿-?). Patriota paceña, esposa del soldado y guerrillero José Jiménez Pintado. Muy poco se sabe de ella. Cuando Pintafo fue preso el 19 de enero, su esposa doña Magdalena reclamó por su libertad, sus defensores para eludir represalias de Goyeneche la dejaron sola, ella constituyéndose en su abogada, redactaba los escritos en términos que provocaban el enojo de las autoridades.
Petrona Francisca Blacader Cañizares de Bueno (¿-1823).
Esposa de Buenaventura Bueno, de cuya relación tuvieron cinco hijos. Patriota que padeció la ira vengativa de los realistas. Tras el deceso de Bueno, la esposa e hijos quedaron en la orfandad más espantosa por la confiscación de sus bienes decretada por Goyeneche.
Después de soportar toda clase de calamidades dejó de existir el 27 de febrero de 1823, siendo también sepultada en el templo de Santo Domingo.
María Manuela de la Rocha (¿-?).
Esposa del protomártir Pedro Nolasco Rodríguez, tuvieron dos hijos. Contribuyó con lo que pudo a la revolución paceña. Las represalias de Goyeneche no tardaron en caer sobre la familia: la hacienda “Cachuma” en Coroico y su casa en la ciudad de La Paz son confiscadas.
Isabel Calderón de Sagárnaga (¿-?).
Esposa de Juan Bautista Sagárnaga, con quien tuvo un hijo: Manuel (futuro general). Observando la activa lucha de su esposo Sagárnaga, ella no quedó indiferente a la gesta revolucionaria. Posteriormente, contrajo matrimonio por segunda vez con don Miguel Calderón.
María Manuela Sagárnaga. Hermana del protomártir Juan Bautista Sagárnaga. Nació en La Paz el 15 de diciembre de 1768. Contrajo matrimonio con el Doctor José Mariano Valdés.
“…Doña Manuela Sagárnaga jugó un rol muy importante en la jornada del 16 de julio de 1809. El doctor Mariano Valdés cayó preso y pudo salvar la vida merced a una fuerte suma de dinero que dio doña Manuela como rescate por su esposo. Sin embargo, fue condenado a dos años de destierro de la ciudad de La Paz”.
Sufrió el dolor de ver la ejecución de su hermano con los cabecillas de la revolución. Goyeneche le había prometido no hacerlo, a cambio de cierta suma de dinero que recibió.
Cargada de familia, enlutado su hogar, fue desterrada a las mortíferas regiones de Caupolicán, hoy Franz Tamayo, donde con admirable heroísmo soportó toda clase de privaciones; su fortuna se veía amenazada a cada paso, bajo pretexto de multas le arrancaron fuertes sumas de dinero en diversas ocasiones”. Esta situación se mantuvo por varios años, hasta el establecimiento de la República. Desde entonces vivió tranquila. Falleció en 1857.
Manuela Uriarte. Patriota paceña que luchó heroicamente por la revolución paceña. Sobrina de Juan Bautista Sagárnaga. Nació en La Paz el 4 de octubre de 1770. Mujer instruida se casó con don Pedro Arteaga. Participó activamente en la revolución paceña, viendo morir a su tío Juan Bautista Sagárnaga. Luego de este suceso su familia fue perseguida y exaccionada económicamente.
Fue deportada a las malsanas regiones de Apolo, donde otros patriotas también sufrieron igual castigo. El inhumano Ricafort le robó sumas considerables por sus opiniones contrarias al régimen.
Merecido y oportuno recordatorio de las heroínas de quienes al menos se conoce sus nombres y no así de otras que se perdieron en el anonimato. ¡Felicidades La Paz por tu heroica lucha revolucionaria!
* Oscar Bonifacio Siñani Nina.
Profesor Normalista de Ciencias Sociales Universitario de la Carrera de Historia UMSA.
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martes, 16 de julio de 2013
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