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martes, 2 de julio de 2013

GUERRA DEL ACRE | Brasil atacó en rechazo a un consorcio norteamericano


La endémica debilidad boliviana planteó la “internacionalización” de la Amazonia al comenzar el siglo XX

Fueron dos, en los hechos, las guerras del Acre que enfrentamos bolivianos y brasileños. De la primera salimos airosos. En la segunda, alertado por los anuncios de entregar en concesión administrativa el territorio boliviano del Acre a una compañía norteamericana con sede en Nueva York, Brasil desplegó todo su potencial armado y luego de tomar Puerto Alonso, en lo que hoy es el Estado brasileño del Acre, avanzó hasta Bahía, hoy Cobija, donde la resistencia boliviana fue heroica, debido a la acción decisiva de un grupo de indígenas flecheros de la etnia Tacana…
por Wilson García Mérida
Los principales acontecimientos del Acre tuvieron lugar entre los años 1890 y 1903. Los conflictos del Acre no eran los únicos que enfrentábamos en los primeros años del siglo XX. En 1900 se produjo la llamada Guerra Federal que determinó el traslado de la sede de gobierno a La Paz y el inicio del Gobierno liberal. La economía del estaño terminaba sobreponiéndose a la de la plata en un país volcado totalmente sobre sus territorios andinos. La crisis interna dentro del naciente Gobierno liberal era evidente. Internacionalmente, Chile presionaba a Bolivia para consolidar sus conquistas en el Pacífico, y el Perú participaba de las pugnas de las posesiones de territorios amazónicos en las nacientes del Púrus. Los conflictos por el territorio del Acre aparecían así urgentes, pero remotos y desconocidos.
Hasta el año 1899 se había producido un importante avance de colonizadores brasileños que ocuparon el área de los ríos Purús y Acre, al sur de la línea de fronteras.
Desde Bolivia, los pioneros habían conseguido establecerse en el Abuná y comenzaban a ocupar el Acre. El Estado boliviano no tenia presencia alguna en la región y no podía por tanto ejercer ningún control en la región.
La primera Guerra del Acre
Con el propósito de remediar aquella situación, en enero de 1899 se creó la Aduana de Puerto Alonso. Era un acto legitimo de soberanía, con propósitos eminentemente administrativos. Se trataba de recaudar los derechos de aduanas que al país le correspondía por la explotación de goma que explotaban bolivianos y extranjeros dentro de su territorio. El poco tiempo que pudo funcionar como tal, produjo ingresos interesantes para el fisco. Pero luego Puerto Alonso se convirtió en el centro político y militar de los conflictos. Los gomeros y barraqueros brasileños, alentados desde Manaos donde se ejercía control del flujo comercial de la goma en el Amazonas, sintiéndose afectados en su interés resistieron el impuesto para posteriormente declarar el “Estado Independiente del Acre, Purús y Yacú” mediante un movimiento autonomista liderado por el colonizador español Luis Gálvez. Se inició de esa manera la primera llamada “revolución del Acre”. Los acreanos brasileños se organizaron política y militarmente, ocuparon Puerto Alonso destituyendo violentamente a las autoridades bolivianas.
Para conjurar aquella revuelta, se nombró delegado nacional en el Acre y el Alto Perú a Andrés S. Muñoz, que salió de La Paz por la ruta del rió Beni. Poco después, tropas al mando de el vicepresidente de la República, Lucio Pérez Velasco, salieron desde Cochabamba por la ruta del Chapare y el ministro de Defensa Ismael Montes encabezó otro contingente por la difícil ruta de Larecaja. Eran rivales políticos que competían por prestigio, pero llegados al Acre lograron aunar fuerzas y restablecer provisoriamente el orden.
Desde La Paz hasta el Acre las tropas tardaban desde tres hasta cuatro meses de penoso viaje, la mayor parte a pie a través de los bosques. Sus pertrechos eran insuficientes dadas las limitaciones económicas del Estado. El clima era hostil a los soldados andinos, y se lamentaron bajas por enfermedades y agobio; era una lucha en un escenario extraño. Así y todo pudieron enfrentar varias luchas con éxito, recuperando Puerto Alonso y sofocando inicialmente esta primera revolución acreana antes de regresar a La Paz después de un año de campaña.
La segunda Guerra del Acre
Mientras en el Acre las tropas bolivianas intentaban recuperar el orden, el Gobierno boliviano iniciaba urgentes gestiones diplomáticas ante el Brasil. El embajador boliviano en Río de Janeiro solicitó en principio ayuda del gobierno brasileño para sofocar la revolución acreana. Pero la República Federativa había heredado los impulsos expansioncitas del imperio. Y esta revuelta alentaba ya al Brasil a incorporar el Acre a su territorio. Bolivia recibió como respuesta una severa nota de la Cancillería brasileña en la que, entre otras cosas, se le recordaba que “al soberano le toca defender su soberanía, es su derecho y su deber”.
La Cancillería brasileña con creciente agresividad diplomática adujo nuevas interpretaciones al tratado y se establecieron nuevas imposiciones para el naciente del Yaviri y el curso de esta línea.
El resultado de varias marchas y contra marchas devino en que el Brasil declaraba el territorio acreano, al sur del dicha línea, como territorio “en litigio” desconociendo la soberanía de Bolivia sobre el mismo.
Ante la presión brasileña y sintiéndose sin capacidad de ocupar y controlar aquel conflicto y lejano territorio nacional, el Gobierno boliviano comenzó a madurar la idea de arrendar el Acre a algún consorcio internacional que pudiese hacerse cargo en su nombre de su administración. Era una idea típicamente liberal, gestada y encomendada por empresarios mineros. Félix Avelino Aramayo, entonces embajador de Londres, asumió esta iniciativa por encargo del Gobierno y luego de prolongadas y controvertidas gestiones logró un acuerdo con el consorcio Anglo Americano que terminó de constituir “The Bolivian Sindicate” el cual debía administrar y recaudar las rentas publicas en el Acre por un periodo de 30 años a cambio de recibir el 40% de las rentas recaudadas.
El historiador boliviano Valentín Abecia califica este contrato de administración como “un negocio desgraciado en todos los aspectos”. Desde el inicio se advirtieron dudas en torno a la composición, capacidad y legitimidad del consorcio extranjero. El contrato, como tal también fue observado así como la ausencia de un representante del sindicato en el país.
Las dificultades principalmente vinieron, sin embargo, desde el propio Brasil. Las Cancillerías de ese país y del Perú reaccionaron airadamente pidiendo explicaciones formales sobre la presencia del “Bolivian Sindicate” en el Acre. El nuevo Canciller brasileño, Barón de Rio Branco, inicio una vigorosa campaña denunciando este acuerdo y señalando que el mismo permitía la presencia de intereses internacionales extraños en la amazona y exigía su inmediata derogación. Al mismo tiempo reiteraba sus intereses en el territorio “en litigio” del Acre, proponiendo al Gobierno boliviano diversas proposiciones de canje territorial o la adquisición del mismo.
La posición del Gobierno liberal presidido por José Manuel Pando fue debilitándose rápidamente. Propuso sin éxito un arbitraje internacional sobre las posesiones del Acre, al tiempo que intentaba explicar los alcances del acuerdo con el sindicato dudando ya de la pertinencia del mismo.
En el marco de esta delicada situación, las autoridades bolivianas de Puerto Acre en el antiguo Puerto Alonso incrementaron los impuestos de aduana. Esta circunstancia determinó un nuevo alzamiento de los colonizadores brasileños: fue el comienzo de la llamada segunda revolución del Acre. Plácido de Castro lideró este nuevo y contundente movimiento, atacando esta vez la posible presencia del consorcio extranjero en la región. Brasil tomó nuevamente Puerto Acre ocupando también otras posiciones bolivianas. La barraca Bahía del empresario boliviano Nicolás Suárez fue también ocupada; y Suárez resolvió asumir la defensa de sus propiedades organizando la famosa “Columna Porvenir” en la que tuvieron destacada actuación el después coronel y general del ejército Federico Román y el indígena tacana Bruno Racua.
El gobierno boliviano intentó dar marcha atrás de su relación con Bolivian Sindicate, solicitando la anulación del contrato, mas la gestión no tuvo éxito. El consorcio alegó que ya había iniciado inversiones. Poco después los administradores extranjeros iniciaban conversaciones con el Gobierno del Brasil que terminó comprando sus derechos.
En noviembre de 1903 se firmó el Tratado de Petrópolis. Bolivia cedía casi 200.000 kilómetros cuadrados de su Acre al Brasil, a cambio de compensaciones económicas y el tratado actual de fronteras. Los territorios cedidos forman las actuales ciudades de Brasiléia y Epitaciolandia, vecinas de Cobija, en el llamado Alto Acre brasileño. En enero de 1904 el Parlamento boliviano ratificó ese tratado en medio de una débil aunque reprimida censura popular y casi, se diría, con alivio.
Los conflictos en el remoto Acre habían llegado así a su fin...

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