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viernes, 12 de febrero de 2016

El 10 de Febrero no tuvo participación indígena


Seguramente es un tema que causará polémica entre los historiadores, sin embargo, para llegar a esa conclusión tuvimos que basarnos en varios autores reconocidos como Alfonso Gamarra Durana, Adolfo Mier, Ángel Torres Sejas, Marcos Beltrán Ávila, que advierten esa situación, rescatando información de los escritos del Archivo General de Indias Sevilla, mediante el diario del cura de Oruro, Patricio Gabriel Menéndez, quien hizo una relación trágica de los "funestos y ruinosos acontecimientos de Oruro".

O el relato de los "sucesos más principales acaecidos en la Villa de Oruro, entre europeos o criollos" registrado en la Revista de Archivos y Biblioteca de Lima, por solo citar un par de ejemplos, entre otras bibliografías encontradas en los rincones de bibliotecas, archivos y apuntes.

Aunque ese concepto será rebatido por autores que reivindican a los indígenas en la sublevación del 10 de Febrero de 1781, como el Inka Waskar Chukiwanka Kunturkanki en su obra "Insurrección de Indios y Toma de Oruro" o Antonio Revollo en su libro "Pututus y wiphalas en la rebelión india: 1780-1782".

Los escritos mencionados en el párrafo anterior datan de 1781, motivo por el cual nos ajustaremos a sus elementos para determinar que los indígenas nada tuvieron que ver con la Revolución del 10 de Febrero de 1781, como dice Gamarra:

"La tendencia libertaria surgió en Oruro espontáneamente, porque no se necesita estudiar tratados ni a enciclopedistas para percibir que la libertad no existe en un determinado territorio o que se vive aplastado por la opresión (…) La de 1781 fue una rebeldía propia, cuya causa y doctrina se puede pesquisar en la filosofía que aunó a los insurgentes de febrero a la sola voz de un clarividente (…). Fue la reacción en busca de nuevos mundos de la integridad de un pueblo. Popular y general de hondo contenido autóctono (…) Este alzamiento fue de criollos que inicialmente se preparaban a defenderse de los indios; que luego, ante la invasión, se los aceptó como aliados: y que, después, ante el vandalismo desatado, se los tuvo que combatir para reducirlos a sus poblaciones naturales".



EL PROCESO

Como todos saben cualquier revolución, levantamiento, alzamiento, rebelión, no se da de la noche a la mañana, en el caso de Oruro, la tan ansiada libertad del yugo español y hablar de la formación de una Patria independiente como lo hizo Sebastián Pagador en su proclama del 10 de Febrero, incluso ocho años de la primera declaración de los derechos humanos con la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Hay un detalle que no podemos dejar de lado y estará establecido por siempre en los anales de la historia, como es el Manifiesto de Agravios del 7 de julio de 1739, documento base para los movimientos alzados contra la Corona española.

Su autor, Juan Bélez de Córdoba, quien además de denunciar las atrocidades de la dominación peninsular establece las directrices para sembrar la semilla ideológica de la emancipación que tendría sus efectos años posteriores.



LOS INDÍGENAS

Si bien los indígenas, no tuvieron una participación directa en la gesta del 10 de Febrero, indirectamente actuaron antes y catastróficamente después. Es necesario identificar a algunos personajes que la historia no los olvida.

Uno de ellos es Tomás Katari, natural de Chayanta, era un jefe indígena de todas las comunidades de su lugar de nacimiento. Se autonombró cacique y trabajaba para la corona española como recaudador de tributos. Pero, no logró de lleno servir a los europeos porque le arrebataron el cargo y él en su lucha de justicia por recuperar lo que le correspondía fue muerto el 15 de enero de 1781 tras ser lanzado por el ejército realista de la cima del cerro Chataquila, en presencia de miles de indios.

Corrió el rumor que sus seguidores invadirían a la Villa de Oruro, en venganza por la muerte de su líder. Sin embargo, aquel hecho nunca sucedió. Por contrario, los españoles alertas a la amenaza se alistaron para recibir a los indígenas. En el lado de los criollos, para defender la Villa.

Otro personaje, fue Túpac Katari cuyo nombre fue Julián Apaza Nina, quien tampoco tuvo nada que ver con la Revolución de Oruro, pero sus seguidores se dieron a la tarea de saquear la villa y hacer escarnio por su condición numérica. Luego de ser expulsados por los criollos se unieron al cerco que Katari realizó a La Paz en marzo de 1781 y que luego pagaría con su vida el 15 de noviembre de 1781.

Un tercer personaje fue el cacique Santos Mamani, quien traicionó a su coterráneo de Challapata, Mariano Lope Chungara, logrando que lo mataran y quien en tres oportunidades intentó invadir la Villa. En ninguno de los intentos pudo concretar sus malas intenciones y más tarde sería abandonado por la gente que comandó, su accionar se canceló con su vida.

El marqués de Oropeza, José Gabriel Condorcanqui Noguera, conocido como Túpac Amaru II nació en el Cuzco, si bien su origen era mestizo, tuvo mucha influencia en el indigenismo, logrando adeptos que sobrepasaron las fronteras de los Virreinatos del Perú y de La Plata.

Se cree que este mestizo-indígena tuvo contacto con Jacinto Rodríguez, uno de los líderes de la Revolución del 10 de Febrero de 1781. Se creía que Amaru llegaría a la Villa de Oruro, después de la gesta para recibir el dinero de las Cajas Reales, situación que le permitiría fortalecer su camino hacia la libertad.

Nunca llegó a Oruro y por el contrario fue ejecutado por el ejército realista el 18 de mayo de 1781, sus extremidades fueron atadas a cuatro caballos, con la finalidad de descuartizarlo y enviarlas por partes a diferentes sectores del Alto y Bajo Perú como un mensaje de amedrentamiento hacia sus seguidores.



PRESENCIA

Tras el accionar criollo y mestizo del 10 de Febrero de 1781, arribaron un día después a la Villa de Oruro, grupos de indígenas de Sora Sora, Aullagas, Salinas, Challapata, Sica Sica, Pacajes, Jayaquisa, Bombo, Antequera, Sillota, Paria y Poopó supuestamente con la finalidad de celebrar la victoria de los locales frente a los europeos, sin embargo, su comportamiento fue más que agresivo.

Aprovecharon la situación para hacer escarnio del levantamiento. Saquearon las casas de los europeos que aún faltaban, ingresaron a las iglesias para robar cuanta pieza valiosa encontraban, además de matar a aquellos españoles que se escondieron en esos lugares, debido al alzamiento de los orureños.

El 13 de febrero ocurrió un crimen de proporciones mayúsculas, cuando en la calle hoy denominada La Plata, mataron a golpes de palos y puntas de cuchillo a uno de los caudillos de la Revolución, Sebastián Pagador.

Según los historiadores, Pagador fue nombrado por Rodríguez para la protección de las Cajas Reales hasta la llegada de Amaru, sin embargo, fue muerto por la ambición

indígena.

"El miércoles 14, después que robaron del Convento de San Agustín muchas alhajas, plata labrada y sellada y otros efectos pertenecientes de varios depósitos extrajeron de la iglesia a Don Francisco Cacho, Don Pedro Bustos, Don Ventura Ayarza, sin que se hubiesen podido libertar de la furia de los enemigos" (De los sucesos más principales acaecidos en la Villa de Oruro, entre europeos y criollos- Revista de Archivo y Biblioteca de Lima).

"Eran ya tanto los indios, y tanta la dominación sobre la villa, que mandaron que hombres y mujeres vistiesen sus trajes, y mascasen coca; y los vecinos estaban tan miedosos y obedientes que no rabiaron por eso y algunos días siguientes dejar sus vestiduras y usar la de los indios" (Parte del relato del cura Gabriel Menéndez en su diario relación trágica de los funestos y ruidosos acontecimientos de Oruro).

Finalmente, llegó de Cochabamba el comandante José de Ayarza, quien logró espantar a los indios y junto a los criollos los mandaron por partes nuevamente a sus comunidades. Sin embargo, detrás de todo ese plan de retoma de la Villa por parte de los españoles estaba el corregidor Urrutia, quien años después se encargaría de apresar a todos los héroes de Oruro, para juzgarlos y condenarlos a muerte.

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