NACIMIENTO Y FORMACIÓN
El primer aviador boliviano, Juan Mendoza y Nernuldes, nació en la ciudad de Oruro el 16 de noviembre de 1893; fueron sus progenitores Don Angel Mendoza y Doña María Nernuldes, de reconocida prosapia en la sociedad orureña.
Guiado por su espíritu aventurero, sus innatas cualidades deportivas y su afición por la mecánica, a la temprana edad de diecisiete años realizó los inéditos “raids” interdepartamentales en bicicleta entre Oruro-La Paz, y Oruro-Cochabamba.
En julio de 1915, se presentó ante la inquieta mirada de Juan la figura de una extraña máquina voladora, era el monoplano tipo Bathiat Sánchez “Punta Arenas” del famoso aviador chileno Luis Omar Page, quien arribó a la ciudad de Oruro deseoso de conquistar los diáfanos aires de la altiplanicie boliviana. Si bien, fue sólo una serie de infructuosos intentos de vuelo lo que observó, no mermaron su obsesión por la actividad aérea; por el contrario, se propuso llegar a ser aviador y constituirse en el primero en surcar los im-polutos cielos de Bolivia.
En vista de no contar con recursos económicos para hacer realidad el sueño que le obsesionaba, recurrió al Comité Pro Aviación de Oruro; los miembros de esta novel organización, conocedores de sus excepcionales cualidades deportivas y convencidos de la irresistible afición por el vuelo que de-notaba, le ofrecieron su incondicional apoyo.
De esta manera, a través de los parlamentarios orureños se logró que la Cámara de Diputados consigne en el presupuesto de instrucción para la gestión 1916 una partida destinada exclusivamente a solventar los estudios de aviación del joven Juan Mendoza en la República Argentina (1).
Es así, a través del Tesoro Departamental de Oruro, Mendoza obtuvo Bs.1.800; mien-tras que el Comité Pro Aviación de su ciudad natal contribuyó con Bs. 1.500; si bien, ambos montos no constituían una gran suma, era suficiente para cubrir el anhelado curso.
Los Diputados y el pueblo orureño, todo esperanzados, le tributaron una serie de simpáticas manifestaciones de despedida, entre ellos estaba el “Five O’clock Tea” que le ofreció un grupo de jóvenes en la tradicional pastelería “Parisiense”.
Desbordando de entusiasmo, pero consciente de la responsabilidad que había asumido, el 12 de febrero de 1916 arribó a Buenos Aires. Un mes después, el 18 de marzo, ingresó a la Escuela de Aviación Civil de Villa Lugano, dirigida por el afamado aviador y constructor de aeroplanos Paul Castaibert.
Después de cumplir con todas las prácticas necesarias y haber realizado más de 900 vuelos, el 9 de julio de 1916, coincidiendo con la efemérides nacional Argentina, Juan Mendoza se graduaba como aviador; se le concedió el brevet No.103.
Asimismo, sus sólidos conocimientos y habilidad para la mecánica hicieron que su aprendizaje en aviación fuera completo, comprendiendo el pilotaje propiamente dicho y la mecánica de aeroplanos.
La “Nación” de Buenos Aires, en su edición del 19 de julio de 1916, publicó junto con el retrato de Juan Mendoza las siguientes líneas: “En el aeródromo civil de Villa Lugano, rindió examen de piloto aviador un discípulo del activo maestro Pablo Castaibert, de cuyas pruebas, realizadas en presencia del secretario del Aero Club Argentino, señor Ramos Vivot y del Teniente de Fragata Don Raúl Moreno, ha salido airoso el aspiran-te....A las 7.15 de la mañana el alumno Juan Mendoza daba la orden de ‘Largar’ y rápidamente decoló hasta alcanzar una altura de 250 metros, desde donde se dispuso a realizar las pruebas reglamentarias de cinco series de ochos. Terminada la primera parte, volvió a remontarse para iniciar desde 150 metros de altura el vuelo planeado con motor detenido, aterrizando oportunamente en el punto indicado...Asimismo, estudió con su profesores, construcción de aeroplanos, por cuyo motivo su brevet, que llevará el número 103, será de piloto constructor. A fines del mes próximo partirá para La Paz”.
EN EL SOLAR PATRIO
Rebosante de orgullo y felicidad, regresó a Oruro el 7 de agosto de 1916; en la estación de ferrocarriles se congregaron miembros del Comité Pro Aviación y numerosa juventud, quienes le dieron una efusiva y afectuosa bienvenida; no había defraudado a su pueblo, se había constituido en el primer avia-dor boliviano; ahora sólo le faltaba volar en los cielos de su Patria.
Poseído del más grande entusiasmo e ilusión para que en Bolivia se implante la Escuela de Aviación, presentó al Ministerio de Instrucción Pública una solicitud ofreciendo sus servicios. El proyecto era factible, puesto que en casi todas las ciudades y pueblos del país se recolectaron fondos con ese noble propósito.
La Cámara de Senadores, en la sesión del 25 de agosto de 1916 envió una minuta de comunicación al Poder Ejecutivo señalando que el “H. Senado Nacional vería con agrado que en los estudios preliminares para el establecimiento de la escuela de aviación en Bolivia, se utilicen los servicios del señor Juan Mendoza, que ha obtenido honrosamente su título de aviador con subvención del Comité Pro Aviación y el Tesoro Departamental de Oruro” (2).
Sus persistentes gestiones parecían dar fruto, ya que el 17 de agosto de 1916 en la Cámara de Diputados se trató “en grande” el proyecto de Ley que autorizaba al ejecutivo la implantación de una Escuela de Aviación en las inmediaciones de Oruro, manifestando “que era tiempo de establecer esa escuela, puesto que hace algo más de un mes un joven orureño había cursado brillantemente ese curso en Buenos Aires trayendo su brevet” (3).
Cuando desempeñaba el cargo de secretario del Comité Pro Aviación de Oruro, en 1917, “se hizo cargo de la organización del tránsito en Oruro, y en vista de su exitosa labor fue llamado a Cochabamba y La Paz para realizar similar organización” (4).
SURCADOR DE LOS CIELOS DE BOLIVIA
Después del exitoso vuelo del triplano Curtiss “Wasp”, que el 17 de abril de 1920 al mando del aviador norteamericano Cap. Donald Hudson rompió el mito de la altura al surcar por primera vez los cielos de Bolivia, mediante Decreto Supremo de 23 de junio de 1920 se creó en El Alto de la ciudad de La Paz la Escuela Militar de Aviación con aviadores militares bolivianos brevetados en la Argentina y Chile; pero, debido a la pre-matura destrucción del referi-do triplano, ese novel instituto entró en receso.
El único aviador civil boli-viano, Juan Mendoza, que no fue consignado en ese nuevo instituto ni como instructor ni alumno, decidió emprender por su propia cuenta la actividad aérea para demostrar que la aviación en nuestro medio era una realidad tangi-ble.
En sociedad con el Sr. Alfredo Etienne, administrador de la renta de alcoholes e inten-dente de Oruro, adquirió en Buenos Aires un biplano Fiat R-2 de 380 H.P. al que denominó “Cobija”, en homenaje al cautivo puerto boliviano del Pacífico. Esta aeronave de industria italiana tuvo un costo de 16.000 pesos argentinos. Asimismo, contrataron al mecánico de aviación Angel Mardesich.
Después de probarlo ampliamente en la capi-tal Argentina, el Fiat fue trasladado por ferrocarril hasta Villazón; pero, debido a los daños que sufrió en el trayecto, fue llevado por la misma vía a Uyuni para su correspondiente reparación, aprovechando los equipos y herramientas de la maestranza del lugar.
EL PRIMER VUELO
Después del exitoso primer vuelo de ensayo realizado en Uyuni el 10 de noviembre de 1921, en el que alcanzó los 500 metros de altura, el aviador Mendoza se propuso realizar el raid Uyuni-Oruro-La Paz. Apoyando ese noble propósito, la Escuela Militar de Aviación de El Alto comisionó al Tcnl. Meredia Villarreal para dirigir la construcción del campo de aviación de “Papelpampa”, enviando además el combustible y lubricante necesarios.
Debido a las fallas que denotaba el motor y la carencia de combustible en el lugar, a suge-rencia de su mecánico, el Fiat fue trasladado en ferrocarril hasta la población de Poopó, distante 50 km. de la ciudad Oruro.
A las 06:45 del 21 de noviembre de 1921, el Fiat “Cobija” tripulado por Juan Mendoza y Angel Mardesich, decoló de la improvisada pista de Poopó con rumbo a la ciudad de Oruro; después de 15 minutos de vuelo aterrizó en la planicie de “Papelpampa”; el pueblo orureño entusiasmado por la hazaña del intrépido aviador le prodigó cariñosa acogida; la multitud espontáneamente lo paseó en hombros por las calles. Ese día fue declarado en Oruro “Día de regocijo”.
“Si en la anterior década los automóviles ha-bían causado sensación, mayor impacto produ-jo la demostración aérea efectuada por el aviador nacional Juan Mendoza...Jamás la po-blación había tributado un homenaje tan grande y merecido a un héroe local. Los viejos recuerdan con entusiasmo ese acontecimiento, algunos todavía tararean la cuequita(5) dedica-da al piloto, cuya letra se atribuye al orureño José Encinas Nieto, que dice:
Juan Mendoza ha volado
en un cielo hermoso y puro
de las nubes ha bajado
de laureles coronado” (6)
El hecho anecdótico se dio al aterrizar en “Papelpampa” cuando un indígena se le arro-dilló y quiso besarle la mano creyendo que se trataba de algún ser supremo.
El vuelo hasta La Paz no pudo concretarse, sin embargo, realizó otro sensacional raid entre las ciudades de Oruro y Cochabamba. Pero, en su primer vuelo de exhibición en esa ciudad, por una falla en el motor el Fiat se precipitó a tierra aparatosamente. Al respecto, en una entrevista realizada en octubre de 1961 Juan Mendoza dijo: “Fue en esta circunstancia que, para evitar mi caída sobre la gente me fui a clavar sobre un barrial, quedando casi total-mente destruido del biplano. Felizmente yo quedé ileso”(7). Así culminó su efímera, pero histórica aventura en cielos bolivianos.
Con una economía exhausta por las deudas y los gastos que significó el mantenimiento y la operación de la aeronave, el primer aviador boliviano resignando su pasión por el vuelo, se dedicó íntegramente a su otra afición, la mecá-nica general, a través de la maestranza que poseía en Oruro.
GUERRA DEL CHACO
Cuando se iniciaron las acciones armadas con el Paraguay por la posesión del Chaco Bo-real, Juan Mendoza, que a la sazón ya frisaba los 40 años de edad, sin estar comprendido en los llamamientos, se presentó voluntariamente al Ejército para prestar servicios de mecánico en las columnas militares de transporte.
Gracias su habilidad y experiencia, mediante Orden General No. 309 de 8 de octubre de 1932 fue asimilado al grado de Capitán y desti-nado a la Maestranza de Villamontes; como jefe de esta importante repartición, tuvo a su cargo todas las operaciones técnicas y de transporte del Ejército en Campaña.
Dos años después, por Orden General No. 21-34 de 26 de mayo de 1934 ascendió al grado inmediato superior de Mayor Asimilado. Pero, como reconocimiento a su destacada y abnegada labor, el 1 de enero de 1935 a través de la Orden General No. 1-35 se le confirió la jerarquía de Mayor de Reserva. Pasado el conflicto bélico, se desmovilizó con el grado de Teniente Coronel de Reserva.
HOMENAJES
Como un homenaje imperecedero al primer aviador boliviano, por Resolución Municipal de 10 de octubre de 1945, el aeropuerto de la ciudad de Oruro fue nominado “Juan Mendo-za”; además, fue declarado hijo predilecto de la ciudad que tanto amaba.
Por su parte, la Fuerza Aérea Boliviana en un solemne acto realizado en la Base Aérea de El Alto, el 12 de octubre de 1961 le confirió el brevet de Comandante Piloto “Honoris Causa”.
En la conmemoración del 50 aniversario de su histórico vuelo, en 1971, la H. Alcaldía Muni-cipal de Cochabamba, ciudad donde radicaba por motivos de salud, le rindió un sincero y afectuoso homenaje.
El 4 de noviembre de 1982, la Mesa Redonda Panamericana de Oruro inauguró en su honor un singular monumento ubicado en una céntri-ca avenida de esa ciudad, consistente en una aeronave T-33 Mark III, cedida por la Fuerza Aérea Boliviana.
Juan Mendoza, que pertenecía a varias insti-tuciones culturales y deportivas de Oruro, con-taba con una gran cantidad de condecora-ciones y distinciones que le confirieron diver- sas entidades de su ciudad natal y el país.
VUELO A LA ETERNIDAD
El pionero e infatigable impulsor de la avia-ción nacional, Tcnl. Res. Juan Mendoza y Ner-nuldes, falleció en la ciudad de Cochabamba el 28 de agosto de 1976 a los 83 años de edad; sus restos mortales fueron trasladados a Oruro en una aeronave dispuesta expresamente para el efecto por la Fuerza Aérea Boliviana. Des-pués de ser velados en la Prefectura, fueron inhumados con todos los honores militares en el Mausoleo de los Notables.
NOTAS
(1) El Tiempo, 20 de noviembre de 1915.
(2) La Vanguardia, 26 de agosto de 1916.
(3) El Diario 18 de agosto de 1916.
(4) Cielos de Bolivia, No.6 diciembre de 1945 pág.11.
(5) Ritmo musical del folclore boliviano.
(6) Fajardo, Jorge. Oruro del 900.
(7) La Nación, 8 de octubre de 1961.
*El autor es Académico de Número de la Academia Boliviana de Historia Militar.
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miércoles, 6 de marzo de 2013
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