El clásico escritor Jaime Mendoza, menciona en su monumental obra, que produjo el culto por la tierra, “El macizo boliviano”, que Bolivia: “es un país mixto. La forma no tan sólo ese bloque montañoso culminante en América, al que los primitivos llamaron Kollasuyo y Alto Perú los españoles, sino también la gran masa de territorios bajos y calientes que prolonga sus faldas por el norte, oriente y sureste. Allí esta Bolivia de llanos que completa a la Bolivia de las montañas”.
Sin embargo, durante la década de 1880, se trató de unir esos territorios complementarios por medio de las exploraciones, que tuvieron como objetivo la búsqueda de nuevas rutas comerciales y de navegación que permitieran a los bolivianos salir al océano Atlántico. Por otro lado, la recopilación de información sobre esos territorios poco conocidos durante esa época.
Es en ese sentido, que diversos científicos, militares, médicos y religiosos incursionaron en la exploración de esas zonas geográficas desérticas y boscosas, expuestos a enfermedades y a la hostilidad de algunas tribus salvajes que habitaban dichos territorios.
Es de esa manera, que aquí narraremos la vida, obra y muerte de uno de los personajes que lideró una de esas exploraciones. Jules Crevaux, nació en Lorena (Francia) en 1847, Julio Díaz Arguedas nos recuerda sobre este personaje, “fue educado en el liceo de la ciudad de Nancy hasta guardarse en ciencias médicas. Como legionario de Gambetta, hizo la campaña contra el ejército prusiano que había invadido su patria en 1870.
Durante su vida se debió no solamente al ejercicio de su profesión médica, sino también al estudio experimental de la naturaleza realizando excursiones, primero a expensas propias y luego por cuenta de su gobierno. Visitó las costas de África, la Guayana inglesa y el Brasil durante el año de 1872, luego paso al Río de la Plata en 1874. De Regreso a su patria, perfeccionó sus conocimientos en el Observatorio de Tolón, cuando fue comisionado a estudiar al curso del río Maroni, que separaba la Guayana Francesa de la Holandesa, ganándose el prestigió de las Sociedades Geográficas, la prensa y revistas intelectuales. Más tarde, en 1881, vino a la América del Sud”.
A su llegada a Buenos Aires, inspirado en la obra de Santiago Vaca Guzmán sobre el río Pilcomayo, escribió notas de solicitud a M. Omiste, representante diplomático boliviano residente en la capital argentina; Antonio Quijarro, Ministro de Hacienda y a Samuel Campero, Prefecto de Tarija, para poder explorar los ríos Pilaya y Pilcomayo. Como objetivo central tendría el reconocer la ruta por la que sea posible establecer vías de comunicación entre el Departamento de Tarija y la región del Para-guay, así en la parte fluvial como en la terres-tre, por la orilla derecha de dichos ríos. Para ejecutar su plan partió el 24 de diciembre de 1881 de Buenos Aires con dirección á Tarija para descender por el Pilcomayo desde su curso superior. La intención era llegar a Asun-ción en un viaje de 17 días.
En ese sentido, mediante una nota del 9 de marzo de 1882, el Gobierno de Bolivia, representado por Antonio Quijarro, aceptó la propuesta efectuada por el explorador francés y propuso la colaboración de la Prefectura de Tarija y la suma de 7115 pesos bolivianos de la época. Entusiasmado Jules Crevaux, por la respuesta boliviana escribió el 13 de marzo de 1882, al Ministro de Instrucción Pública de Francia, sobre esta exploración: “después de un viaje de tres meses a través de la República Argentina y de Bolivia, estamos próximos a emprender la exploración del río Pilcomayo…la exploración del Pilcomayo es una empresa mucho más difícil y mas onerosa de lo que pensábamos; pero el gobierno de Bolivia que está particularmente interesado en el éxito de mi misión, tomará á su cargo nuestros gastos extraordinarios”. De dicha institución francesa también recibiría recursos.
Tras una minuciosa organización la explora-ción compuesta por 16 personas partió de Tarija el 19 de abril de 1882, llegando á Irúa, en este lugar ocurrió el primer encuentro con las poblaciones nativas, pero a través de regalos lograron persuadirlos. El día 20, continuaron la marcha y lograron llegar a Bella Esperanza, por la noche, como describe la exploración “parece que los indios querían acometerlos, más ha-biéndolos oído, los ahuyentaron con una des-carga al aire”.
Los días 21 y 22 caminaron hacia Teyu, en este lugar acamparon y convivieron con los nativos, pero fue tal la confianza del Dr. Crevaux con los originarios, que les quito los tubos a los rifles de los expedicionarios para que no los atemorizaran con los tiros a los pobladores. El día 23 y 24 de abril, recorrieron hasta Cabayo-repoti. El día 25, llegaron hasta un salto de río. Pero el día 27, fue una fecha trágica para dicha exploración, según la documen-tación de la época, menciona: “…has-ta las 12 horas del día, nada les ocu-rrió, a esa hora saltaron a tierra todos menos Estanislao Zeballos (…) mien-tras estaban andando descuidados, confiados y separados los unos de los otros, los alevosos Tobas los acometieron y ejecutaron su bárbaro y sangriento plan. El niño Francisco Zeballos (sobrevi-viente de la exploración, descri-bió): que vio matar de un golpe de macana a Bernardo Valverde; vio a Ernesto y á Rodríguez huir, y nada sabe de todos los demás, incluso su padre. al volver a la Misión de San Francisco, pasando Teyu, dice: que vio á Blanco quien apenas pudo de-cirle que suplicase al Padre y á los cristianos(…)dice aun que en los dos meses que ha estado de cautivo, ha visto á los Tobas vestidos con la ropa de todos los exploradores…”. De esta manera, toda la exploración fue devastada y Jules Crevaux, fue asesinado, sus restos nunca fueron encontrados. Pero su fallecimien-to marco un hito en la historia de la exploración en Bolivia, porque impulso y fue la base de las exploraciones de Daniel Campos, en 1883; Ar-thur Thouar, en 1886; Henry Bolland, en 1901; Percy H. Fawcett en 1908 y Víctor Ustariz, en 1923-32.
Como una muestra de agradecimiento a su entrega a Bolivia, el 29 de agosto de 1883, el explorador Dr. Daniel Campos ordenó la funda-ción de la ‘Colonia Militar de Crevaux’ en Teyu, el sitio en donde falleció. De esta manera, a modo de conclusión, en este trabajo describi-mos una exploración franco-boliviana, encabe-zada por el Jules Crevaux, que trato de inte-grar a dos países a través del establecimiento de una ruta comercial, que con el transcurrir el tiempo fue olvidada.
* Académico Supernumerario de la Academia Boliviana de Historia Militar.
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miércoles, 6 de marzo de 2013
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