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martes, 14 de mayo de 2013

La Guerra del Chaco a través de Repete

El escritor cochabambino Jesús Lara (1898-1980), en los años de la Guerra del Chaco (1932-1935), fue convocado a acudir al conflicto bélico. A raíz de esto el novelista tomó varias notas y publicó Repete. Diario de un hombre que fue a la Guerra del Chaco (1937).


Oficiales y soldados bol. con el Gral. Kuntt.

Repete es escrito desde el 23 de diciembre de 1933 hasta el 12 de marzo de 1934. El autor rotuló a su diario repete por una anécdota que escuchó. Vio como esta terrible categoría de diferenciación étnica, lingüística y cultural se acentuaba entre los “hermanos” combatientes. Lara afirma que repete es sinónimo de indio, de hombre de trinchera. Para comprender bien el sentido de esta extraña palabra –dice Lara– hay que conocer la anécdota: Algún ministro o algún jefe militar visitaba el campo de batalla. Ocurriósele preguntar a un combatiente acerca del rancho (ración de alimento). Al cual respondió el soldado: –No is-boino, mi tiñinte… –contestó el indio (para el indio todos, ya sea coronel, general, etc., son tenientes. El indio raras veces conoce otro vocativo). A lo cual vuelve a preguntar –¿Por qué? ¿Qué le falta? / –Nara… / –¿Tiene carne el rancho? / –Sí mi tiñinte / ¿Y sal? / –Sí… / ¿Y chuño? / –Sí… / –Entonces, ¿por qué dices que no es bueno el rancho? / –¡Nurepete, mi tiñinte!... El sol-dado quedaba insatisfecho con la ración que le tocaba. Quería repetir, comer más de lo que se le daba.

La historiografía chaquística se remite a esos “grandes” episodios de lucha en trin-cheras. Se tiene estudios desde el por qué perdimos la guerra (táctica militar), la diplomacia en la guerra, el combate en Bo-querón (1932), el “corralito” de Villamontes (1934). El libro que mejor engloba asuntos históricos, militares, políticos y diplomáticos es Masamaclay (1965) de la pluma de Roberto Querejazu Calvo (1913-2006). Pero hasta el día de hoy tenemos escasos estudios acerca de la vida diaria de los combatientes en el Chaco. Se puede mencionar al Chueco Augusto Céspedes (1904-1997) con Sangre de mestizos. Relatos de la Guerra del Chaco (1936). Cabe señalar el estudio del historiador René D. Arze que publicó Guerra y conflictos sociales. El caso rural boliviano durante la campaña del chaco (1987). Este trabajo en su segunda parte contiene la versión oral de la guerra. El autor recolectó minuciosamente varios testimonios de excombatientes y nos enfoca una versión diferente del conflicto bélico.

A pesar de ser la guerra más larga que tuvo Bolivia en el siglo XX, cabría señalar que no todo era disputa bélica propiamente dicha. Falta una aproximación acerca de la vida cotidiana en el Chaco. Por eso la im-portancia de Jesús Lara que nos retrata esos trozos verídicos de los soldados bolivianos. Por ejemplo Lara vio desde primer día de su reclutamiento en alguna oficina de Cochabamba, donde los médicos –con alardes de severidad– eran flexibles con unos e inflexibles con otros. También en tiempos en que la patria necesitaba a sus hijos acaecía el favoritismo, el llunkerio (adulón) y el compadrerío. A esos soldados “favorecidos” se los declaraba inhábiles para la guerra o aptos solamente para ser-vicios auxiliares (fuera del campo de batalla).

En el transcurso de sus memorias, Lara nos pinta el panorama de los campamentos militares. Observaba soldados llorando, añorando a sus padres, esposa o hijos. Algunos sentían temor de morir y se aferra-ban a la vida y se autoherían o fingían estar “terriblemente” enfermos para permanecer en instalaciones de sanidad. Otros simplemente se la pasaban bebiendo alco-hol, vino y singani ¿sería pa-ra quitarse el miedo o serían bohemios? En otros casos unos se ligaban a las apetecibles y escasas enfermeras o cualquier parecido al bello sexo. En otro punto Lara recuerda una fecha “especial”. El 10 de noviembre, aniver-sario de Potosí. Muchos reclutas potosinos organizaron una fiesta para festejar la efemérides departamental. Hubo orgía, risas, alegría y mucha bebida. No faltó la banda de música del fortín, la cual alternaba con la mandolina y la guitarra de todas las noches. También Lara rememora que en plena guerra había grupos clandestinos que repartían volantes en los campamentos induciendo a que los soldados desertasen del conflicto. Lara resalta el hecho que como cualquier ser humano “normal” los soldados confor-maban grupos cerrados donde se favorecían y ayudaban entre ellos. El “hermano” boliviano que estaba fuera de esa “rosca” tenía que franqueárselas como podía. A pesar que en las trincheras se constituyeron lazos de fraternidad entre compatriotas bolivianos, las viejas discriminaciones étnicas daban pasó a la diferenciación lingüística y cultural. En una palabra: repete.

La Guerra del Chaco produjo implica-ciones políticas, geográficas, sociales y culturales que de algún modo fueron estu-diadas y documentadas por nuestros inves-tigadores. Pero todavía hay mucho que desbrozar acerca de la vida íntima de los soldados bolivianos. El conflicto bélico en el Chaco no sólo fue un heroísmo des-proporcional de parte de los “pilas” o “bo-lis”, sino estos fragmentos descritos por Lara nos conducen a una realidad no tan heroica y nos reflejan algunos aspectos incómodos de nuestros valientes soldados que en el fondo son muy “normales” ya sea en tiempos de guerra o en tiempos de paz. Son como diría Friedrich Nietzsche: Humano demasiado humano.

El autor es Abogado.

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