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lunes, 8 de junio de 2015

CONFIRMADO: Manuela Gandarillas no murió en la coronilla

TRES POLÉMICOS ENSAYOS

El año pasado se publicó el polémico ensayo “Mitos y realidades acerca de las Heroínas de la Coronilla” escrito por el Magíster sucrense en Historia, Fernando Suárez Saavedra, en el libro de destacados historiadores nacionales y extranjeros “Mitos Expuestos. Leyendas Falsas de Bolivia”, editado por Nicholas Robins y Rosario Barahona. Sin embargo, este ensayo de Suárez presenta graves equivocaciones que requieren ser rectificadas, pero además, y sorpréndase el lector, es una especie de reproducción, corregida y aumentada de otro polémico ensayo: “Lo mítico, histórico y literario de la batalla del 27 de mayo de 1812”, escrito antes por los estudiantes de sociología Pamela Escobar y César Coahuila, y que fue premiado con su publicación en un concurso de historia organizado por la Alcaldía de Cochabamba en 2012.

Pero fue premiado sin mayores méritos, porque no era un ensayo inédito como debía serlo, pues fue publicado antes en el libro: “Coronilla: Heroínas, Memoria y Coraje”, y tampoco era el mejor de los cuatro trabajos presentados al certamen; pero sobre todo, porque en sus desatinadas conclusiones se negó la existencia “histórica” de las heroínas en cuyo homenaje se realizó el concurso.

Y para llegar a tales conclusiones, los estudiantes premiados consideraron que lo escrito por Nataniel Aguirre sobre las Heroínas de la Coronilla en su novela “Juan de la Rosa”, que originó el llamado mito de la Coronilla, estaría basado en “la memoria oral” de “una buena parte” de los testigos presenciales de dicho combate que Aguirre habría llegado a conocer; y no en lo escrito en ocho de nueve libros de historia publicados antes que su novela, porque en éstos no se menciona la presencia e intervención de mujeres o heroínas en el combate. Y para probar esta ausencia femenina ya conocida, los estudiantes transcribieron innecesariamente todas las versiones sobre el combate de esos nueve libros; y en sus conclusiones afirmaron alegremente que la novela de Aguirre es una obra “romántica” importante, pero que “no tiene sustento histórico”, y que: “Las Heroínas de la Coronilla no son una realidad histórica, pues no constan (o no existen) en la historiografía (o textos de historia), tan solo son parte de una memoria oral y, hoy, (son) producto del mito y del recuerdo literario”.

Empero estas conclusiones constituyen una desatinada distorsión histórica, porque Aguirre publicó su novela en 1885, más de 70 años después de dicho combate, cuando casi todos los testigos presenciales ya habrían fallecido y no llegaría a conocerlos ni a recoger sus memorias. Pero sobre todo, porque Aguirre también era un historiador con dos libros de historia ya publicados, y como tal escribió su novela de manera histórica, siendo así el primer autor nacional en mencionar y resaltar la intervención femenina en ese combate, en base a dos libros que la incluían y que los citó y transcribió, (2010: 369-371), como el respaldo documental histórico que los estudiantes negaron que tuviese, a pesar de haber transcrito uno de éllos: “La Historia de Belgrano” del prestigioso historiador argentino Bartolomé Mitre. Siendo el otro: “La educación de las madres de familia” del literato francés Louis Aimé Martin.

Pero además, los estudiantes en su trascripción y análisis de tres libros de historiadores nacionales incurrieron en graves omisiones, pues no copiaron a Manuel M. Urcullu, (repetido por Muñoz Cabrera), cuando negó la existencia del combate, al decir que el vencedor realista Goyeneche en su informe al Virrey Abascal: “No dijó la verdad…cuando aseguró que la ciudad (de Cochabamba) le hizó resistencia”, y que mintió así para “cohonestar” o justificar el “horroroso” saqueo que después del combate efectuaron sus tropas en esta ciudad. (1855: 55-58). Asimismo, los estudiantes tampoco transcribieron dos párrafos de los Apuntes de Eufronio Viscarra, en los que se minimizó el combate. (1967: 126)

Por su parte, Nataniel Aguirre consultó acertadamente casi toda la misma historiografía que los estudiantes y llegó a diferentes conclusiones, que manifestó refutando a los historiadores nacionales que negaron o minimizaron el combate sin participación femenina, y corroborando y transcribiendo lo escrito por el argentino Mitre y el francés Martin que incluyeron a las heroicas mujeres en la lucha. (2010: 285, 369-371)

En cuanto a Mitre, él relató que unos “mil hombres” (patriotas) aleccionados “a grandes gritos” por “las mujeres de la plebe” combatieron juntos contra el realista Goyeneche. Pero no identificó a ninguna de estas personas, por lo que Aguirre tuvo que recurrir a su imaginación para identificar a algunas, aunque vinculándolas con las anteriores revoluciones de los próceres mestizos cochabambinos, Alejo Calatayud (1730) y Nicolás Flores (1731). Y así imaginó y presentó a la anciana mestiza, ciega y centenaria “doña Chepa” (Josefa Flores) como si fuese hija de Nicolás Flores; y a su personaje principal, el niño “Juan de la Rosa” y a su familia materna, como descendientes de Calatayud.

Por su parte, Mitre se basó y resumió el informe del testigo presencial del combate y soldado patriota Francisco Turpín. Quien indicó que cuando “ya no había más de mil hombres (o soldados) escasos” la acción fue promovida por las mujeres (anónimas) que los acompañaban, (probablemente rabonas), y que dijeron: “Si no hay hombres nosotras defenderemos”. Pero este informe recién fue publicado y conocido en Bolivia en 1989. Asimismo, Martin se basaría y copiaría una laudatoria arenga al heroísmo femenino en ese combate, publicada por el Deán argentino y patriota, Gregorio Funes, en su Ensayo de la Historia. (1817) Tal como revelé en varios artículos publicados en este medio en 2010 a 2013.

Por otro lado, el Magíster Fernando Suárez en su ensayo y siguiendo a los estudiantes transcribió los mismos nueve libros y añadió otros dos más, pero con las mismas omisiones mencionadas. Asimismo, refutó y corrigió a los estudiantes, al decir que Aguirre se “inspiró” en el libro de Mitre, y no en supuestas memorias orales. (2014: 205) Además, Suárez supuso que Mitre fue el primer autor argentino en mencionar la intervención femenina en el combate, (sic, fue Funes), y originar el mito de la Coronilla sin respaldo documental, pues consideró como “única” fuente primaria de información sobre combate al informe de Goyeneche al Virrey Abascal, que no incluye a las mujeres. (:175, 178, 194-9) Grave error, porque existen los relatos de los patriotas Funes y Turpin, que son las fuentes primarias de Martin y Mitre, y que incluyen a las féminas. Además de existir otras cuatro fuentes primarias del bando realista que no las incluyen. (El Diario de Sebastián Méndez; los relatos de Francisco J. Mendizábal y Agapito Achá; y el informe del Virrey Abascal; citados por Gustavo Rodríguez, 2012: notas 324-336).



Asimismo, Suárez expuso un supuesto desarrollo del mito sobre las Heroínas de la Coronilla, indicando que después de la publicación de la novela de Aguirre en 1885, los historiadores posteriores consideraron y repitieron como verídico su relato ficticio (sobre la anciana ciega y otros personajes), y la novela, “¡increíblemente!, se convirtió en historia oficial”. (2014: 208) Pero Suárez se equivocó, porque que la mayoría de los más destacados historiadores nacionales que se refirieron a las heroínas, no incluyeron a la anciana ciega, pues no se basaron en dicha novela, sino en el libro de Mitre y después en el informe de Turpín que no la incluyen. (Eufronio Viscarra, 1910; Alcides Arguedas, 1920; Augusto Guzmán, 1979; Carlos Mesa y sus padres, 1999; Gustavo Rodríguez, 2012; y otros)

Pero paralelamente, el historiador José Macedonio Urquidi creyó (o fingió creer) que el relato ficticio de la novela de Aguirre era verídico y lo repitió en su libro “Bolivianas Ilustres” (1918: 194-7), incluyendo a la anciana ciega que murió en el combate, (doña Chepa, Josefa Flores), pero presentándola como una mujer “anónima” y sin nombre; aunque páginas después (202-3), dió a entender confusamente y sin presentar pruebas que élla sería “Manuela Eras y Gandarillas”, y añadió incoherentemente que también élla “presenció” la ejecución de su hermano “José Domingo”, (ocurrida años después del combate). Luego este cambio de nombre y apellido de la heroína ciega produjo cierta confusión, pero finalmente se impuso entre algunos historiadores seguidores de Urquidi, que no se dieron cuenta que Aguirre la imaginó y presentó como hija del prócer Nicolás Flores y no como hermana del guerrillero José Domingo Gandarillas.

Luego en 2011, el historiador Edmundo Arze reveló documentadamente que “Manuela Eras y Gandarillas” fue una persona real de la “aristocracia” local que no murió en el Combate de la Coronilla en 1812, y que en 1833 declaró tener “más de 25 años”, siendo solo una niña (de unos 10 a 12 años) en 1812, por lo que no pudo ser la heroína anciana y plebeya mencionada por Aguirre, (y cambiada de nombre por Urquidi). Lo que fue corroborado de diversas maneras por Gustavo Rodríguez (2012), mi persona (OH! 17/06/2012), y el novelista Ramón Rocha Monroy, quien indicó que élla tendría 15 años en 1812.



Después Suárez en su ensayo, solo se refirió confusamente a estos datos de la Gandarillas publicados por Arze y Rocha, pero indicó acertadamente que éstos u otros datos que demuestren la existencia de una “Manuela Gandarillas” no probarían que élla estuvo en el combate; pues esta (aristocrática) heroína es un “invento” de Aguirre, porque “se quiso minimizar el hecho de que las heroínas fueron mujeres del pueblo”. (: 211) Grave error, pues Aguirre no la inventó con ese aristocrático nombre, y más bien la imaginó como una mestiza o chola plebeya, y así figura en el monumento a las heroínas y en el imaginario colectivo nacional. Siendo más bien Urquidi quien pretendió convertirla en la aristocrática “Manuela Eras y Gandarillas”, pero sin éxito, pues solo consiguió cambiarle el nombre y no sus otros datos personales.

Por otro lado, una descendiente colateral de Manuela Eras y Gandarillas, Lila Cortez Montalvo, publicó el año pasado el libro de genealogía y polémico ensayo: “Manuela Gandarillas y familia”, en el que entre otras cosas se confirma que la aristocrática “Manuela Josepha Eras y Gandarillas” (de 20 años en 1812) no murió en el Combate de la Coronilla, sino décadas después; y se supone que fue su tía de diferente nombre “María Josepha” de 51 años, quien falleció allí. Aunque no era ciega, ni centenaria, ni mestiza, ni plebeya como la heroína de la novela. Por lo que esta suposición es equivocada, forzada e irreal, porque además no se presentó ninguna prueba documental primaria, concreta y concluyente de su presencia y de su muerte en el combate, como el informe de Turpín, que es el único testimonio presencial de la intervención femenina en el combate y que no la menciona.

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