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domingo, 28 de junio de 2015
El ala conventual de la orden franciscana de Tarija siguió una intrincada historia
El ala conventual de la orden franciscana de Tarija siguió una intrincada historia desde que los trabajos de su edificación empezaron en 1606 hasta adquirir la forma y espacio que actualmente ocupa y en el que alberga las huellas de una vida rica en expresiones religiosas, artísticas y culturales.
La edificación, que se fue remodelando con el curso de los años, actualmente cuenta con oficinas parroquiales (calle La Madrid), Centro Eclesial de Documentación (calle Colón), Imprenta, Librería y Basílica Menor (calle Daniel Campos).
Internamente tiene la bodega, cocina (para los hermanos y los pobres), el comedor, las biblioteca antigua, moderna y del Centro Eclesial de Documentación, el Archivo, las pinacotecas colonial y moderna (Museo Fray Francisco Miguel Marí), que ocupan los espacios de la antigua enfermería y procuraduría misional.
Historia
Según la documentación eclesial elaborada por el padre Lorenzo Calzavarini y sintetizada en la guía historiográfica, un 4 de mayo de 1606 el pueblo de Tarija reunido en cabildo pidió a la Audiencia de Charcas un convento franciscano y el 18 del mismo mes iniciaron los trabajos, que poco después fueron suspendidos por falta de consentimiento del Patronato regio.
En principio nació como “recoleta”, un convento con relativa actividad, sobre todo litúrgica y espiritual. La reducida construcción conventual, dedicada a Santa María de los Ángeles, se ubicaba entre la calles La Madrid y Daniel Campos, lo restante de las dos manzanas de terreno, desde la Colón y Bolívar, era huerta.
En 1618 se le retiró la característica de “recoleta”, por lo cual resultó ser convento de periferia con escasa capacidad de personal religioso en el conjunto colonial de Charcas. La actividad religiosa se ejercía en una capilla precaria en la esquina de la Madrid y Daniel Campos. Pero, desde 1627 a 1645 se construyó el primer templo. Su arquitectura era en cruz latina, con crucero, presbiterio y nave hasta la actual puerta de Santa Bárbara.
El 3 de abril de 1754, el Comisario General Francisco Soto y Marne creaba el Colegio de Propaganda Fide de Tarija; y el 4 de octubre de 1755, a los misioneros llegados desde Ocopa (Perú), se les entregaba las pocas cosas de la ermita franciscana.
La nueva denominación implicaba que los frailes de Tarija tuvieran prioritariamente una acción misionera y un número crecido de hermanos. Resultó ser el “cuartel general” de los franciscanos en el sudeste de Bolivia.
Ampliación
Entonces se inició con la construcción conventual, se amplió el templo, se perfilaron dos claustros centrales, un claustro para los servicios y un claustro abierto hacia la huerta; en 1773 se construyeron las oficinas, que extendían el espacio conventual hasta la mitad de la cuadra Colón y Suipacha; en 1783 se edificaron la enfermería y biblioteca; y en 1793 se ubicó la escuelita franciscana en la cuadra Colón-Suipacha e Ingavi-Bolívar. El embellecimiento del templo estuvo a cargo del hermano Fray Francisco Miguel Marí.
Después del caos creado por la guerra de la Independencia y la organización política-administrativa del territorio, los franciscanos de Tarija concentraron sus atenciones en el territorio en el que se habían establecido, de este lugar conseguían su sustento diario y ejercían influencia a través de predicaciones y andanzas.
Todos los años los frailes iban por la campiña, esparcían un sentido comunitario en las varias agrupaciones territoriales. Resultaban preocupaciones de construcciones o reestructuración de templos, acción social y sacramental.
Sobre sus acciones pastorales urbanas, estas se iniciaron con un sacerdote poseedor de los rasgos de los grandes santos del siglo XIX, el padre Buenaventura Lolli. Llegó a Tarija en 1878, en 1896, inició la publicación del “Boletín Antoniano”, ligado a la difusión de la Rerum Novarum del Papa León XIII, y terminó sus días como decano de la prensa nacional en febrero de 1953.
En 1903, siguió la apertura de la “Librería Antoniana”, que mantenía conexiones con Buenos Aires y otras ciudades de editoriales fuertes. A partir de los años de 1907, de desarrollaron varias actividades de ayuda para los pobres en el Hospital San Juan de Dios.
En 1913 nacieron le “Federación de obreros antonianos”, y el Centro femenino antoniano” dirigidos por el P. José María Cocchetti. Desde 1912 tomó empuje el Colegio Antoniano y, en 1922, la Escuela nocturna para artesanos (ligada al mismo Colegio). En la post guerra chaqueña, en 1938, se inició la Hoja Dominical, pionera en su referente litúrgico.
Más fatigas
Desde 1905 se procedió a la secularización de las reducciones chaqueñas. Para mantener la unidad territorial, la Santa Sede creó el Vicariato de Cuevo el 22 de mayo de 1919. Con esa decisión, el convento de San Francisco perdió su denominación de Colegio de Propaganda Fide y fue confiado a la Provincia Franciscana de San Buenaventura de Toscana. En 1911, la Honorable Alcaldía de Tarija impuso el desmembramiento del área conventual, con proyecto de abrir las calles Ingavi y Colón.
El conflicto se solucionó en 1932, cuando el Alcalde Isaac Attié compró la huerta, donde construyó el Palacio de Justicia. Con tal venta, los franciscanos construyeron el ala conventual de la calle Ingavi, que cerraba el claustro antes abierto. Quedaron las heridas internas al recinto conventual, lo que explica un siglo de adaptaciones arquitectónicas.
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