“ Hubo que aguardar a la tercera expedición para que por fin comenzara la conquista de México. En Europa,
los grandes acontecimientos del año de 1519 son la muerte de Maximiliano, la elección de Carlos al trono
imperial y la condena de Lutero.
El gobernador de Cuba, Diego Velázquez encarga a Cortés explorar y comerciar pero no poblar las
tierras nuevas…. En cuanto lo nombran, Cortés se metamorfosea, cuida su apariencia, usa un penacho de
plumas, se acicala con oro y terciopelo. Endeudado y sin blanco, obtiene préstamos de unos comerciantes
amigos suyos. … Todos estos individuos intrigan y tratan de adelantarse unos a otros: Cortés multiplica
los gestos apaciguadores y de deferencia para no indisponerse con Velázquez, pero trata de poner lo antes
posible el mar entre él y el gobernador, antes de que éste reciba de España los poderes solicitados. Durante
ese tiempo, los parientes de Diego Velázquez se esfuerzan por lograr la destitución de Cortés y por detener
la expedición. Todo es en vano. El 10 de febrero de 1519 los 11 navíos zarpan pese a la orden de suspensión
que envía el gobernador de Cuba. En adelante, Cortés jugará la carta del hecho consumado.
La tercera expedición habría podido no ser más que una repetición de las anteriores. Por lo contrario,
fue el comienzo de una gigantesca empresa de conquista, de un prodigioso avance que deja muy atrás los
pequeños logros alcanzados en las islas y en la Tierra Firme para precipitar el ingreso en la órbita europea
de todo un continente. Se trata de la primera etapa de la occidentalización de América y la prefiguración
de un fenómeno que hoy puede observarse en escala planetaria: la uniformidad del mundo en su doble
movimiento de destrucción de la tradición y de difusión de los valores, las instituciones y los modos de
vida que ha producido y esparcido la Europa occidental. El descubrimiento de América, en el sentido de su
integración al Occidente, ocurre en 1519.
Cortés sigue la ruta de Grijalva. Su flota toca Cozumel, boga hacia el oeste y navega lo largo de las
costas de Yucatán y luego de las de Tabasco. Ya no están ante lo desconocido. En Boca de Términos llama
la atención de la tripulación de Escobar –que ha partido a hacer un reconocimiento– los ladridos de un
animal que corre sobre la playa. Los marinos recuperan la lebrela perdida durante el viaje de Grijalva: “Estaba
gorda y lucia…cuando vio el navío que entraba en el puerto, que estaba halagando con la cola y haciendo
señas de halagos, y se vino luego a los soldados y se metió con ellos en la nao. Bernal Díaz reconoce costas,
paisajes y puertos que en adelante le serán familiares…Los navíos evolucionan unidos, a veces se extravían,
son dispersados por el viento y se guían de noche por la luz de los fanales. …
Recordemos las grandes etapas: la victoriosa batalla de Cintla, en Tabasco, el 25 de marzo; la llegada a
la Vera Cruz el Viernes Santo; la primera misa el 24 de abril; las negociaciones sobre la playa con los emisarios
de Moctezuma, el amo de México-Tenochtitlan, que se esfuerzan por disuadir a Cortés de avanzar más
allá. En julio se consuma la ruptura con Velázquez. Después de haber cortado el cordón umbilical que los
unía a Cuba, Cortés se inventa una legitimidad. Los españoles se familiarizan con el mundo de la costa, se
hacen aliados del cacique de Cempoala –con ese término, tomado del lenguaje de las islas, designan a los
jefes indígenas– y a mediados de agosto se ponen en marcha hacía el altiplano, rumbo a la mirífica capital
de los mexica: México-Tenochtitlan. Para empezar, chocan violentamente con los tlaxcaltecas que, desde
hace decenios, viven rodeados por los mexicas y sus satélites. Españoles y tlaxcaltecas, al descubrir que su
enemigo común son los mexicas, concluyen un pacto, y los invasores vuelven a ponerse en marcha hacia la
ciudad de Moctezuma… Pero la rápida revisión de los acontecimientos no nos explica en qué condiciones
unos 600 hombres se atrevieron a lanzarse al asalto de un territorio gigantesco poblado de millones de
indios y triunfaron.“
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