Buscador

sábado, 9 de julio de 2022

El Chaco - El recóndito interior chaqueño

Penetrando hacia el Sur y el este de la cordillera Chiriguana, entre el río Bermejo y el río Paraguay hasta llegar a Asunción, cruza el interior del Chaco Boreal, una vasta planicie desértica habitada por numerosas naciones, la mayoría de ellas desconocidas para los europeos en el siglo XVI. Este desconocimiento bien puede explicarse no sólo por la inaccesibilidad del territorio chaqueño, a la que ya nos hemos referido, sino también por las permanentes contiendas que los diferentes grupos de las orillas Oeste y este mantuvieron con los españoles, negándoles el acceso a los parajes más alejados.

La agresividad del medio ambiente en el Chaco interior se ve en cierto modo compensada por la relativa abundancia de peces y animales de caza a orillas de los ríos y por la presencia de bosques abundantes en frutos secos comestibles (Nordenskiöld, 2002 [1912]). Esto es lo que ha permitido la supervivencia de los diferentes conjuntos indígenas: todos nómadas, por lo general poco numerosos, moradores de aldeas relativamente pequeñas y practicantes de una agricultura que se limitaba a su subsistencia. Los indígenas del Chaco adentro debían realizar continuas migraciones estacionales moviéndose de una fuente de agua a otra para abastecerse de frutos y agua potable (Langer, 1996), por lo que a menudo han sido incluidos en la categoría de grupos “cazadores y recolectores” por los diferentes autores.

Hasta la Guerra del Chaco el incógnito interior preservó un complejo mosaico de grupos que hablaban diversos idiomas de los troncos lingüísticos mataco, guaycurú y zamuco, aunque las fuentes señalan que entre los moradores también estaban grupos vinculados a los incas, como orejones y churumatas. Sobre este punto, se sabe que los incas enviaron orejones chichas e indios churumatas a poblar varias partes de la zona del Gran Chaco; sin embargo, no se puede afirmar que la cartografía guarde correspondencia con los etnónimos del siglo XVI, ya que el impacto de las reducciones misionales dieron lugar a una serie de ajustes, recomposiciones, procesos y evoluciones que no deben ser pasados por alto.

Los cronistas señalan que las naciones del Chaco eran comedoras de carne humana y en general se distinguían poco en sus irracionales costumbres. A diferencia de los chiriguanos y chanés de la periferia occidental, cuyos antepasados penetraron desde zonas tropicales del este y el Norte, hay elementos que permiten conjeturar que los grupos “típicamente chaqueños” (toba, wichí, mataco, guaycurú, etc.) pudieron haber sido empujados desde el Sur del continente e ingresado al Chaco a través de las pampas argentinas (Nordenskiöld, 2002 [1912]; Boman, 1908). Otros grupos internos, como los de habla zamuca asentados al Noreste (a menudo considerados como grupos chaqueños “atípicos” por su organización social en clanes), cuyo origen se desconoce completamente , es posible que en algún momento hayan recibido alguna influencia de grupos de la Chiquitania, e incluso de grupos bororós y otuquis de la región hoy conocida como el Pantanal, inclusive hasta llegar a mestizarse con ellos (Combès, 2009b).

La convivencia en un entorno hostil como el chaqueño a menudo desataba conflictos entre los diferentes grupos por el dominio del río y la pesca, lo que habría dado lugar a que grupos más fuertes se apoderasen de las fuentes de alimentos y empujaran a los más débiles a las regiones más apartadas. Todavía en el siglo XIX, Nordenskiöld observaba que ningún grupo se atrevía a penetrar en territorios de recolección de otro, lo que muestra con seguridad que en algún momento se produjeron verdaderas guerras de conquista, en las cuales uno de los grupos terminaba sometiendo al otro o lo desplazaba a zonas más alejadas, para modificar así las zonas de dominio de los grupos y a la vez establecer una lógica de graduaciones jerárquicas entre las diferentes entidades sociales y étnicas.

Se puede decir, desde esta perspectiva, que el destierro de los grupos nómadas más “primitivos” al recóndito interior y el afianzamiento de sociedades agrícolas como chanés o chiriguanos en las zonas más fértiles de la periferia bien pueden explicarse por el antagonismo entre sociedades agrícolas y sociedades de cazadores-recolectores, que por lo general ha conducido a la extinción o, en este caso, al empuje de estas últimas hacia las zonas más remotas del Chaco Boreal y engendrar en su seno relaciones de todo tipo entre las diferentes jerarquías étnicas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario