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martes, 19 de julio de 2022

Historia colonial - Nuestra propuesta

Comúnmente, se conoce hoy una nueva interpretación de la historia colonial y una nueva construcción de la historia colonial que proponen una visión simplificada de este período histórico como un período de dominación y opresión y cuyo interés se centra básicamente en el período de la conquista y en finales del siglo XVIII. Desde una posición ideológica, se retoman las perspectivas cuestionadas sobre la historia tradicional para la cual la colonia fue un período largo y oscuro. Es la situación que describió Lempérière (2005)al señalar que “la cuestión colonial” se convertía en el discurso político; en este caso, “la posición del historiador es necesariamente operar siempre una distinción entre historia y conmemoración, lo mismo que entre historia y militancia, historia y hagiografía, crítica y denuncia”.

Nosotros queremos reflexionar sobre los avances realizados por los historiadores bolivianistas en el campo de la historia política, económica, social, la etnohistoria y la historia de arte para repensar la idea de “lo colonial”. Además, queremos superar el pensamiento sobre la colonia vista como un bloque, concentrándonos en los siglos XVI-XVII, manteniendo los ejes cronológicos, temáticos y regionales.

Nuestro propósito es construir un nuevo relato de la conquista, haciendo un balance de una mirada anterior de la historiografía nacional que otorgaba un mayor espacio a la conquista frente a otros temas de la historia colonial, y ubicar nuestra mirada en el Collasuyu más que en el Cusco. No obstante, no pretendemos una historia etnocéntrica en torno a la conquista de la región andina; queremos presentar el proceso como lo que sucedió en el territorio de los pueblos que hoy conforman Bolivia: para ello, nos centraremos en el proceso más intenso que se dio en el siglo XVI en la región andina y de los valles.

Queremos, asimismo, rescatar la participación de los indígenas en la conquista y el peso de las alianzas entre españoles y naciones contrarias a los incas. De la misma forma, nos interesa examinar dos entradas a Charcas, desde el Pacífico y el Atlántico, y el movimiento de los guaraní-chiriguanos, presentando el estado en el que se encontraban las regiones de las tierras bajas, tanto en el norte como en el sur, y tomando en cuenta que la conquista de estos territorios no se desarrolló de la misma forma que en las tierras altas. Por otro lado, queremos extender los límites cronológicos de la conquista más allá de 1538, es decir la conclusión de la guerra entre almagristas y pizarristas, pues la visión tradicional pone esta fecha como límite de este proceso, proponemos tener en cuenta que existe otra opinión según la cual la conquista se prolongo hasta el episodio de Vilcabamba (1572).

Nos parece muy importante enfatizar el período de 1542 a 1570 como la época de la transición de la sociedad precolombina hacia el Estado colonial. A nivel global, se trata del proyecto de la nueva sociedad pensado desde la España imperial de Carlos V y Felipe II. Pero este proyecto no fue monolítico ni unilateral: también incluía los proyectos de la Iglesia católica y los de sus órdenes religiosas y fue influido por las corrientes del pensamiento humanista y luego barroco como la gran bandera de la Contrarreforma. A nivel local, estudiamos el funcionamiento institucional del poder colonial como los corregimientos, los cabildos y luego la erección de la Audiencia de Charcas, conjuntamente con el análisis del sistema de las encomiendas y la fundación de las ciudades, haciendo énfasis en las nuevas investigaciones sobre el “descubrimiento de Potosí” y el desarrollo de la minería. Se hará hincapié en el análisis de las tensiones sociales como consecuencia de los debates sobre el proyecto colonial (Las Casas sobre los servicios personales, la Leyes Nuevas), las guerras civiles, la resistencia incaica en Vilcabamba. Por otro lado, se intentará presentar las posibles estrategias de ajuste y readaptación del mundo indígena al sistema colonial.

Sostenemos que el afianzamiento de la organización del sistema colonial se produjo en el período de 1570 a 1600. En estos años, se consolidó el proyecto monárquico que profundizó el virrey Toledo, después del intento del virrey conde de Nieva y del presidente García de Castro que pusieron en ejecución un plan dirigido a establecer un sistema administrativo de larga duración. Nuestra intención es analizar cómo funcionó el proyecto toledano en el territorio de la Audiencia de Charcas: éste tuvo dos fases y estaba dirigido a diversas áreas como la minería y sectores de la administración colonial; abarcó el tema de las encomiendas, las tasaciones, las reducciones de las comunidades indígenas. Nuestro análisis se centra en la implantación del nuevo sistema de la mita y su impacto sobre las poblaciones indígenas; pretendemos entender las consecuencias de las reformas para la economía minera, para el desarrollo de los centros urbanos —sobre todo Potosí— del comercio y las nuevas rutas locales, regionales y transatlánticas.

La última parte que, al principio, llevaba el título de “el largo siglo XVII”, se refiere a este siglo (de 1600 a 1700) entendido como el período de consolidación y crisis del proyecto toledano, de reacomodo dentro del sistema colonial de distintos grupos de la sociedad y su reacción frente al sistema de dominación. Queremos mostrar el afianzamiento de la sociedad que funcionaba bajo los parámetros de los pactos entre la Corona y la sociedad local, las instituciones y los individuos. Analizamos los altibajos de la producción minera a lo largo del siglo y evocamos la magnitud de la “economía paralela” basada en el contrabando y fraude; asimismo, ponemos énfasis económica y simbólicamente en Potosí como parte central del imperio español y del mundo globalizado. Consideramos que es menester incluir el estudio de las estrategias individuales y colectivas del mundo indígena, la inserción de los indígenas al sistema mercantil y la “renovación” del pacto colonial para comprender las contradicciones y fisuras que se presentan dentro de los pactos coloniales que conducirán a reacomodos y rupturas en el período siguiente.

En cuanto a la metodología, pretendemos articular lo local con lo global, rescatar los procesos frente a los acontecimientos, revitalizar el relato como elemento articulador y explicativo de varias líneas de conocimientos que necesitan entrar en un mismo escenario para permitir que se comprenda una época. Rescatamos las figuras sociales, políticas, económicas, artísticas, etc. que se generaron durante la colonia de forma local, es decir apropiaciones del modelo global para contrastar y dar una mirada enriquecida de la colonia en la región de Charcas. El modelo clásico difundido en la “latinoamericanística” nos remite al modelo “coercitivo y centralizado de construcción y organización imperial” que, según nuestra posición, no permite entender la capacidad de la Corona española para conservar un dominio estable durante casi tres siglos.

Nuestra visión del período colonial se basa en la comprensión de las relaciones que se establecieron dentro de la sociedad colonial como pluridimensionales, compuestos de varios proyectos de índole política, económica, social y simbólica proyectados por la Corona (el rey y sus funcionarios), por los particulares (los conquistadores, encomenderos, mineros, hacendados), por los Incas (proyecto de Manco Inca y sus sucesores, de Paullu, de los descendientes de los Incas), los señores étnicos (particulares y comunitarios). Estos proyectos también tuvieron sus propias contradicciones.

En cuanto a la base teórica, partimos de los conceptos de invasión y conquista que marcan la situación jurídica de los territorios de las Indias incorporados a la Corona de Castilla. Aunque teóricamente, éstos podían gozar de los mismos derechos que otros territorios que formaban parte del imperio español, sin embargo, la conquista militar otorgaba derechos sobre los vencidos en la guerra que se expresaban en obligaciones impuestas en distintas formas de trabajo forzado y en la tributación, diferenciándolos de los súbditos de otros territorios del imperio que pasaron a formar parte del mismo como resultado de la legitimidad dinástica.

Para entender la especificidad del Estado colonial, se propone ver a Charcas como parte del sistema imperial español, poniendo énfasis en la idea que éste era un Estado distinto del Estado decimonónico en cuanto al poder de los distintos cuerpos que formaban parte del mismo Estado, a los pactos con distintos grupos sociales, a una relación con el rey lejano y a la existencia de una hegemonía de los proyectos coloniales. Consideramos que la estructura estatal jerarquizada verticalmente funcionó a través de las interdependencias y redes del poder que se extendieron desde la corte de Madrid y los virreyes hasta las comunidades y pueblos más remotos. Las redes también funcionaron a nivel económico a través de la participación de los diversos actores en los mercados locales y virreinales, sosteniendo, además, el sistema de exacción masiva. Asimismo, consideramos que el orden colonial se basaba en una organización política (cabildos, corregimientos, audiencia), económica (encomienda, repartimientos, cacicazgos), social (legislación indiana, jerarquización de grupos sociales) y religiosa (Iglesia, extirpación de idolatrías).

En cuanto a la dominación, no sólo se trata de la dominación de la metrópoli sobre el conjunto regional, con varios niveles que funcionan al interior del conjunto diseñado por Assadourian. En lo referente a lo social, pensamos en el acceso a los puestos administrativos y otros privilegios basados en la pureza de sangre y la procedencia étnico-racial; en lo económico, en la apropiación de los bienes materiales como los frutos de trabajo / tributo y de la mano de obra / mita. La dominación espacial se presenta como el monopolio establecido por la metrópoli sobre el comercio y control de del capital comercial de Lima sobre la región de Potosí y su producción de plata, siendo Potosí el centro de atracción de los capitales, mercancías y mano de obra de las zonas agrícolas y ganaderas. La dominación simbólica (reconocimiento simbólico- religioso de la soberanía del Rey de España, lengua, usos y costumbres, modos de residencia, fiestas, propaganda regia, arte religioso) es importante al respecto.

El concepto del pacto colonial refleja la idea del proceso constante de negociación que tenía lugar entre y en los múltiples espacios del poder, entre la metrópoli y el ámbito local indiano. Consideramos, al igual que otros autores, que el pacto colonial o “pacto de reciprocidad” —término acuñado por Tristan Platt— se afianzó desde los primeros años de la conquista, tratándose de la transferencia simbólica y material de poderes al Rey de España por parte del Inca y los señores étnicos locales a cambio del reconocimiento de sus derechos. Este pacto fue afianzado medio siglo después entre el virrey Toledo y los caciques del altiplano surandino: a cambio de ese reordenamiento y la consolidación de sus derechos territoriales, los curacas accederían a la entrega periódica de los contingentes mitayos.

Por supuesto, cuando se utiliza el concepto de pacto, no hay que perder de vista un elemento importante como su carácter asimétrico. En caso contrario, se puede cometer el error de ver los pactos como relaciones armónicas, como lo advirtió Ana María Presta (2009) en el “debate Serulnikov”, al señalar que “en el mar de cambios que incurren los Andes desde la conquista, que trastoca la vida cotidiana, a todo nivel, de los ayllus y remanentes de grupos étnicos, la armonía no se hacía presente ni siquiera bajo las pautas de reciprocidad, redistribución y control vertical…”. Sin embargo, estos pactos se volvieron necesarios para ambas partes, dominantes y dominados: los primeros no podían gobernar sin pactar; los otros debían pactar para sobrevivir. No había armonía pero sí, beneficios mutuos, claro que más para los primeros que para los segundos.

Para nosotros, los autores de este tomo, evocar la experiencia colonial significa recuperar una visión sobre los pueblos indígenas como actores importantes de esta nueva sociedad, en los siglos XVI y XVII, sin restar la importancia a otros agentes coloniales. De esta manera, ampliamos el concepto del pacto a otros sectores de la sociedad, partiendo de la idea de que el sistema del pacto incluyó asimismo los compromisos entre el Estado y los mineros de Potosí (azogue, mano de obra / quintos reales), entre los mineros y caciques (mano de obra o dinero a cambio), entre los caciques y hacendados (manos de obra / dinero), los caciques, corregidores y curas (mano de obra / favores).Consideramos el pacto colonial como la piedra angular del orden colonial basado en la dominación, y se trata de pactos asimétricos y en muchos casos, implícitos, fuera del esquema oficial imperante. Estos pactos están en muchos casos contaminados por la corrupción; funcionaban como garantía para mantener la autoridad y los privilegios de las partes en juego.

Pretendemos analizar la sociedad colonial como una sociedad multiétnica, dinámica y mestiza, partiendo de su pasado prehispánico transformado por el proceso de la invasión y conquista. Se intenta ir más allá de la visión miope de una sociedad dividida en “dos repúblicas”, pero sí, pensando en miradas con cierta autonomía étnica, tomando en cuenta la diversidad étnico-social de ambas y de grupos intermedios que surgieron como consecuencia del mestizaje biológico y cultural. Un especial interés merece el tema de la Iglesia como institución y su papel en la construcción de la sociedad colonial y de la religión ya que permiten comprender cómo funcionó dicha institución y cómo se construyó la relación entre religión, Iglesia y sociedad que pervive hasta nuestros días.

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