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sábado, 9 de julio de 2022

El Chaco - Consideraciones finales

Los estudios arqueológicos y etnohistóricos de las Tierras Bajas de Bolivia nos revelan paisajes de bosques, selvas y llanuras habitados por grandes poblaciones multiétnicas y plurilingües. Desde tiempos milenarios estos grupos se diferenciaron económicamente y desarrollaron una especialización adaptativa de acuerdo al medio ecológico y geográfico que ocuparon.

En algunas regiones se comenzó tempranamente a domesticar algunas especies de plantas, en otras se aprovecharon los recursos naturales que brindaban los ríos o las planicies aluviales. Con el pasar de los años, se implementaron economías complementarias basadas en la agricultura, el aprovechamiento de plantas silvestres, la caza y la pesca.

A inicios de nuestra era, se confirma en el registro arqueológico de las Tierras Bajas que sociedades sedentarias sufren cambios sociales y políticos importantes. Posiblemente un aumento demográfico origina que las aldeas de varias poblaciones adquieran en algunos casos una estructura casi urbana. Diferentes grupos culturales construyeron grandes edificios, plazas, caminos y fortificaciones a lo largo de 1000 años. A estas obras se suman las construcciones dedicadas a la intensificación agrícola, que influyen de manera decisiva en la modificación del paisaje a gran escala.

Evidencias arqueológicas de estas sociedades fueron encontradas hasta ahora únicamente en los Llanos de Mojos, pero cruzando las fronteras de Bolivia, hacia al Norte (Acre), al Este (Rondonia y Mato Groso) y al Sur (Chaco Argentino), observamos que similares obras prehispánicas están siendo actualmente estudiadas. Tales hallazgos nos demuestran que en Pando, Santa Cruz y Tarija, cientos de sitios arqueológicos, correspondientes a diferentes períodos de tiempo y culturas prehispánicas, están todavía esperando contar su historia.

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