Antes de las dos guerras con el Brasil en 1900 y 1902, las ciudades que gravitaban en la ruta de la goma boliviana hacia el Acre eran principalmente Riberalta, Porvenir y Puerto Alonso, centros administrativos de la Casa Suárez que monopolizaba la actividad gomera en el país. Entonces Puerto Bahía, hoy Cobija, era otra Barraca de Nicolás Suárez subordinada a la barraca de Porvenir, a 30 kilómetros de distancia navegando sobre el río Tahuamanu.
Nicolás Suárez había construido la Barraca Bahía a orillas del río Acre porque el lugar era ideal como puerto de embarque para su producción, ya que desde este punto el río permite una navegación libre de obstáculos hasta el Atlántico, pasando previamente por Puerto Alonso, más al norte. Complementaban las ventajas de esta zona el encajonamiento del lecho fluvial —que libraba el terreno de inundaciones— y la existencia de tres arroyos que aseguraban el aprovisionamiento de agua potable, el principal de ellos Arroyo Bahía, también propiedad de Suárez.
Cuando, el 11 de octubre de 1902, los flechazos incendiarios de los indígenas tacanas expulsaron al ejército brasileño que había ocupado la barraca de Suárez en Puerto Bahía, a orillas del río Acre, este puerto habría de adquirir mayor relevancia geopolítica que Porvenir y Riberalta, al quedar Bahía en plena frontera nueva con el Brasil que la guerra demarcó. La pérdida de Puerto Alonso (hoy Rio Branco), en el Alto Acre, obligó a Suárez redefinir la importancia de Puerto Bahía. El 11 de octubre fue una fecha fundacional porque le dio inusitada proyección histórica a esa pequeña población que se salvó de ser anexada al Brasil.
Cuatro años después de la guerra, durante el gobierno de Ismael Montes, el ex presidente José Manuel Pando, entonces Delegado en Territorio de Colonias con sede en Porvenir, ordenó a su lugarteniente Enrique Fernández Cornejo formalizar la creación de Puerto Bahía como una ciudad administrativa dentro el Territorio Nacional de Colonias para el funcionamiento de la Aduana Nacional, con el fin de controlar la salida de la goma hacia los puertos del Atlántico, función que antes de la guerra correspondía a Puerto Alonso.
Su estratégica ubicación contribuyó a una rápida consolidación urbana, lo que le mereció la capitalía del Territorio Nacional de Colonias en 1915, desplazando a Porvenir del rol capitalino. “Barcazas de vapor, de hasta 450 toneladas llegaban diariamente al puerto, trayendo mercancías de ultramar y funcionarios europeos para las empresas allí asentadas”, afirma el arquitecto Víctor Hugo Limpias Ortiz, renombrado catedrático universitario de Santa Cruz.
De Puerto Bahía a Puerto Cobija
El 9 de febrero de 1906, cumpliendo debidamente la instrucción delegacional que Pando le había enviado desde Porvenir, Fernández Cornejo, al mando del batallón Riosinho, tomó posesión de Puerto Bahía e instaló en el lugar el Puesto Aduanero en torno al cual se organizaría un centro administrativo urbano para facilitar las actividades de la Casa Suárez.
Según la valiosa información que nos proporciona el arquitecto Victor Hugo Limpias Ortiz, Fernández Cornejo cumplió la orden de Pando estableciendo las áreas territoriales del nuevo centro administrativo: ”Se reservó para el Estado un área de poco más de 300 metros de lado, en la zona más elevada y próxima al puerto de la antigua Barraca. En principio, se trazó una cuadrícula regular constituida por manzanos de 48×48 metros, cada uno subdividido en cuatro lotes de 24×24 metros. Igualmente, se reservó importantes lotes para Nicolás Suárez como propietario original”.
Por ese acto administrativo, Fernández Cornejo fue inmortalizado como un prócer. Una de las avenidas troncales de Cobija que hoy lleva su nombre. En este siglo XXI, la avenida Teniente Coronel Fernández Cornejo es una de las arteras más importantes del “downtown” cobijeño; pero no fue realmente Fernández Cornejo quien fundó Cobija como tal. La ciudad que organizó Cornejo se llamaba Puerto Bahía, no Cobija.
Cobija nació —con este nombre— el 22 de abril de 1908, por un acto también administrativo pero de enorme significación histórica, a cargo del sabio geógrafo Manuel Vicente Ballivián, quien entonces, también bajo el gobierno liberal de Montes, era Ministro de Colonización y Agricultura.
Según decidió el ministro Ballivián, Puerto Cobija era un mejor nombre que Puerto Bahía, en varios sentidos pues era evidente que el antiguo nombre ligado a la casa Suárez, al adquirir relevancia en el comercio internacional de la goma, se prestaba a una perjudicial confusión con el Estado brasileño de Bahía, en la costa atlántica, al otro extremo del país vecino. Pero además Cobija, decía Manuel Vicente Ballivián, trascendería en la historia como un recordatorio perpetuo de la cualidad marítima de Bolivia. La otra Cobija, desaparecida, fue la capital del Litoral que el país perdió en la Guerra del Pacífico.
Luciendo su emblemático nombre, en 1915 Cobija sería designada sede de la Delegación Nacional del Territorio de Colonias, en vez de Porvenir, y en 1939, un año después de fundarse Pando sobre ese mismo territorio delegacional, Cobija sería designada la capital del nuevo Departamento, en vez de Puerto Rico.
Pero nadie se acuerda en Cobija de Manuel Vicente Ballivián, ni saben que aquel que impuso este nombre a la ciudad en un acto de justicia y sentido poético de la historia, fue uno de los grandes sabios de Bolivia.
Ballivián y la configuración urbana de Cobija
Esta ciudad sólo se le debe a Manuel Vicente Ballivián el nombre de Cobija, sino también su proyección como una urbe factible en medio de la espesura amazónica.
En 1908, informa el arquitecto Limpias Ortiz, se modificó el trazado original de calles, cerrando algunas de ellas para ampliar manzanos ya abiertos. “Es probable que en este período el terreno reservado para el Estado se dividiera en seis manzanos con las dimensiones previstas por el ex presidente Pando”, observó Victor Hugo Limpias.
El erudito arquitecto cruceño afirma haber encontrado el plano regulador de Cobija de 1909 en la Biblioteca de la Universidad de Pittsburgh, advirtiendo que “ya se anticipa el rol fundamental del crecimiento urbano que habría de desempeñar el antiguo camino a Porvenir, hacia el sur. En esta vía la Casa Suárez tenía sus mayores posesiones, y con el tiempo, se convirtió en la principal avenida, hoy denominada ‘9 de Febrero’”.
Al establecer una diagonal en relación al trazado cuadriculado original, la vía obstaculizó la continuidad de éste. “Esta situación se consolidó cuando se abrió circunstancialmente una segunda vía diagonal, paralela a la primera”, analizó Limpias.
En la década de los 30, Félix Tejada inicia las obras paisajísticas que habrían de contribuir positivamente en la redefinición de la imagen urbana. Se importa y planta sistemáticamente las palmeras reales del Paseo Junín y la Plaza Germán Bush. Posteriormente, se continuaría la obra paisajística con la Plaza Potosí.
El Paseo Junín, hoy Avenida Nicolás Suárez, está constituido por dos hileras de esbeltas palmeras que alcanzan los 30 metros. Estas flanquean majestuosamente una larga escalinata, marcando el ingreso peatonal a la ciudad desde el puerto. “Sin duda, este conjunto urbano se constituye en una de las más exitosas experiencias paisajísticas realizadas en Bolivia”, asegura el arquitecto Limpias Ortiz.
Cobija en el boom de los ochenta
El boom económico que se inicia a mediados de la década de los ’80 (castaña y comercio importador), terminó ocupando zonas baldías y bajas como Mapajo y otras áreas adyacentes al arroyo Bahía. Antes se había construido un Puente Internacional sobre el arroyo Bahía, para llegar al poblado brasileño de Brasiléia (en la zona donde posteriormente surgió Epitaciolandia como nuevo municipio separado de Brasileia).“Al conectarse la Avenida Internacional, que parte del puente, con la Avenida 9 de Febrero, en realidad se estaba reorientando la expansión de la ciudad hacia el este. Sin embargo, las áreas adyacentes fueron rápidamente ocupadas en pocos años, perdiéndose el efecto inicial”, agrega Limpias.
Finalizado el periodo de la colonización que coincide con el fin del auge gomero y en una posterior etapa de integración al Estado nacional y su mercado interno, el proceso de expansión física de la ciudad enfrenta limitaciones en tres sectores, dos de ellos infranqueables por tratarse de límites internacionales: El centro histórico ha quedado en el extremo norte de la mancha urbana, que está limitada por las aguas limítrofes del Acre hacia el norte y el Arroyo Bahía hacia el este. Hacia el oeste, el vasto terreno del nuevo aeropuerto internacional con su franja de tres kilómetros, establece el tercer límite. Curiosamente, Cobija se ha convertido en un centro urbano de expansión lineal, orientado por su histórica vía a Porvenir.
Finalmente, el diseño urbano histórico del área central de Cobija, a partir del plano regulador de 1908, presenta cualidades espaciales excepcionales. “Las reducidas dimensiones de las dos plazas centrales y la regularidad de la línea de construcción en la zona central, contribuyen a crear un entorno urbano de escala peatonal, único en el contexto nacional”, concluye el arquitecto Víctor Hugo Limpias Ortiz.
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