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miércoles, 6 de agosto de 2014

Eduardo Avaroa: "Rendirme yo cobardes que se rinda su abuela"

Durante la batalla de Topáter el 23 de Marzo de 1879, el primer choque armado de la guerra, Eduardo Avaroa estaba defendiendo el territorio boliviano, antes de morir dejó un mensaje que en el transcurso del tiempo la gente recuerda y lo lleva en su vida.

Los militares chilenos apuntaban a Eduardo Avaroa con sus fusiles y le gritaron ríndase y la respuesta fue: "¿Rendirme yo cobardes? que se rinda su abuela ¡c...!", frase célebre que inmortaliza a éste héroe y su respuesta ante los chilenos que invadieron territorio boliviano en 1879.

En Calama dentro del territorio atacameño se organizó la defensa, al mando de Ladislao Cabrera apoyado por el prefecto de Antofagasta, Severino Zapata, y un contingente de 135 hombres donde estuvo Eduardo Avaroa.

CONFLICTO BÉLICO

La ocupación de Antofagasta se produjo el 14 de Febrero de 1879, dos días después de que el representante diplomático de Chile en La Paz solicitara sus pasaportes e informara al gobierno boliviano de la ruptura de relaciones. Al producirse la toma de la ciudad, de sus 6.000 habitantes más de 5.000 eran chilenos y sólo unos 600, bolivianos; el resto eran de otras nacionalidades. La llegada de los navíos chilenos Cochrane y O’Higgins, que se sumaron al Blanco Encalada, anclado en el puerto desde varios días antes, fue celebrada por la población chilena.

El 21 de marzo continuó la ofensiva chilena apoyada en la fuerza de su escuadra marítima y se produjo la toma de Cobija y Tocopilla.

Aunque existían varios flancos, la agresión se concentró en el puente del Topáter sobre el río Loa. Después de repeler un par de andanadas el grupo en el que estaban Eduardo Avaroa, Juan Patiño y Saturnino Burgos intentó un contraataque, pero la superioridad numérica chilena arrasó a los defensores. Muchos murieron, otros se retiraron ante la inutilidad de la defensa, pero Eduardo Avaroa herido en la garganta se negó a la retirada y enfrentó a un contingente de más de 100 soldados de Chile. Solo, disparó y mantuvo a raya a los atacantes hasta que se le acabó la munición, estaba ya muy débil por la sangre que manaba a borbotones de su garganta.

Los oficiales chilenos le intimaron rendición y el hombre, convertido en un emblema de la nación respondió con la frase que lo llevó a la inmortalidad ¡Qué se rinda su abuela c...! Dos disparos le cegaron la vida.

Las tropas invasoras tomaron el lugar, pero admiradas por el valor del héroe lo enterraron en el cementerio de Calama.



AVAROA

Eduardo Avaroa Hidalgo nació en San Pedro de Atacama el 13 de octubre de 1838, fue empresario y militar boliviano.

Era contador y empresario que trabaja en una mina de plata localizada en el departamento del Litoral, territorio perteneciente en esa época a Bolivia, que formaba parte de la efímera Confederación Perú-Boliviana.

Perteneciente a la familia Avaroa, tradicional de la zona precordillerana de San Pedro de Atacama, era hijo de Juan Avaroa y Benita Hidalgo, siendo el tercero de cuatro hermanos: Guadalupe, Ignacio e Irene.

Eduardo Avaroa se casó con Irene Rivero Pachas, con quien tuvo cinco hijos.

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